LETRA S
Abril 3 de 2003

 
ls-hombres
Ser macho, una (antigua) responsabilidad masculina

Si los hombres quisieran regular su fertilidad, ¿qué opciones tienen además del condón? ¿Por qué no existen otros métodos anticonceptivos para varones? ¿Se trata de un obstáculo fisiológico o es un problema cultural? En sus estudios sobre la salud reproductiva masculina, el antropólogo Matthew C. Gutmann trata de responder a estas y otras interrogantes similares. En la siguiente entrevista, adelanta algunos de los hallazgos de la investigación que lleva a cabo en varias clínicas de Oaxaca.

Alejandro Brito

Luego de años de experimentar en el cuerpo femenino todo tipo de sustancias, drogas, cirugías e instrumentos de diversos materiales para regular la fecundidad, ¿toca el turno a los hombres? De acuerdo con el antropólogo Matthew C. Gutmann, profesor de la Universidad de Brown, algunos hombres están comenzando a participar seriamente en el proceso del control reproductivo. En sus investigaciones sobre la práctica de la vasectomía en algunas clínicas oaxaqueñas, el especialista, profesor invitado por el Centro de Investigaciones en Estudios Superiores en Antropología Social (CIESAS) del Istmo en Oaxaca, ha encontrado que los hombres aceptan someterse a ella para evitarle mayores sufrimientos a sus esposas: "ahora me toca a mí, pues mi mujer ha sufrido mucho, por cesárea, por los partos, por abortos", es lo que suelen decir de acuerdo con los testimonios recogidos por Gutmann. Otros aducen diferentes razones, entre ellas, que es más fácil tener aventuras sin preocuparse de embarazar a una mujer. Sin embargo, aún son pocos los hombres que optan por la vasectomía como método anticonceptivo. Sencillamente, los mexicanos no quieren practicársela. Gutmann ha tratado de encontrar una respuesta a esa renuencia, pero no se conforma con la respuesta fácil: la cultura machista. En entrevista con Letra S, al final de una charla en la Facultad de Psicología de la UNAM, a donde fue invitado por el Programa Universitario de Estudios de Género (PUEG), el antropólogo estadunidense explica que él está tratando de entender el sistema de salud reproductiva masculina en términos generales. En especial, le interesa responder a los siguientes interrogantes: "¿qué tiene que ver la falta de anticonceptivos para hombres con el desinterés en la vasectomía?, ¿cuál es el papel de la Iglesia en la apatía masculina?, ¿qué peso tienen los fabricantes de anticonceptivos?, ¿las hormonas masculinas son intocables?, ¿dónde están tomando esta decisión de no investigar esas hormonas y por qué?, ¿es algo fisiológico o se trata de un fenómeno cultural muy arraigado?"

O una combinación de razones, anotamos. "Exacto, pero no podemos decir que quienes optan por la vasectomía son los hombres más educados formalmente, porque algunos son profesionistas, pero otros son campesinos. Por ejemplo, antropólogos colegas míos me han preguntado ¿qué parte del pene se corta en la vasectomía? Hay mucha ignorancia, no tanto en términos de publicidad sino en términos de información veraz."

Por los caminos de la migración
Otro de los temas que obsesionan al especialista en estudios de la masculinidad es la migración y su relación con la transmisión del VIH. En el Centro Estatal para la Prevención y Control del Sida (Coesida), también en Oaxaca, el investigador ha trabajado con migrantes que regresaron de Estado Unidos ya infectados e infectaron, a su vez, a sus parejas: "Entender las cuestiones de la bi y heterosexualidad no ha sido fácil, porque muchos de los hombres infectados juran que son heterosexuales y que nunca han tenido sexo con otro hombre. Pero los médicos, sicólogos y trabajadoras sociales piensan que los hombres mienten, porque la vía de transmisión tiene que ser de hombre a hombre, pues es mucho más difícil de mujer a hombre." Explica pensativo Gutmann, para enseguida cuestionar: "Al negar la existencia de una población infectada de hombres que no tienen sexo con otros hombres, ¿no estaremos perdiendo oportunidades de educar y ayudar a esa población a cuidarse?"

La relación migración-masculinidad es muy estrecha, ¿ha encontrado algún cambio?
El porcentaje de mujeres migrantes se ha incrementado notablemente, pero siguen siendo más hombres que mujeres. En Estados Unidos, tanto en el campo como en las ciudades, los migrantes viven en comunidades de hombres; por ello, las cuestiones de la homosocialidad son muy interesantes. Además, el hecho de que un mayor número de mujeres los acompañen implica que la migración ya no está tan asociada a la masculinidad sino cada vez más a cuestiones familiares.

Pero muchos de los migrantes regresan por un mes o por un año o cada seis meses a Oaxaca, y algunos regresan infectados por el VIH, y es un problema porque infectan a sus parejas, sus novias, sus esposas. Yo creo que, por lo menos en Oaxaca, la transmisión del VIH esta asociada a la migración. Se trata de un problema complejo. Hay un debate sobre cómo se infectaron originalmente los hombres en Estados Unidos: con trabajadoras sexuales, con otras mujeres, con hombres, por drogadicción y uso de jeringas contaminadas, etcétera.

Obviamente no lo revelan.
El problema es que saberlo no es nada sencillo. Por ejemplo, tengo un amigo en San Francisco que trabaja con usuarios de drogas, que viven debajo de los puentes. Se trata de una población ya estudiada por los epidemiólogos. Según ellos, el porcentaje de adictos a la droga que usaron jeringas limpias subió entre 85 y 95 por ciento. Pero en realidad sucedió otra cosa: llegaron los investigadores, les pagaron cinco dólares por la entrevista y les preguntaron si usaban jeringas limpias y ellos contestaron que sí. Luego llegó mi amigo, el antropólogo, y de mil veces que observó que se inyectaban, en pocos casos usaron jeringas limpias. ¡Pero ellos sabían muy bien la respuesta correcta!

Como académicos necesitamos usar encuestas, pero también hacer estudios a fondo. En el caso de los migrantes infectados ¿cómo vamos a saber de qué manera se infectaron? Sólo estando ahí con ellos, en los departamentos de diez hombres viviendo juntos. Para saber más tenemos que vivir con ellos.

¿Ofrecer un centro de salud exclusivo para varones sería una manera de acabar con su renuencia a atenderse?
Yo lo quiero proponer como solución, en algunas partes del mundo hay clínicas para hombres y clínicas con un horario para ellos y un horario para mujeres, y los hombres acuden con mayor facilidad, pues pueden hablar más confiandos con médicos varones que con doctoras.

O con otros pacientes que padecen el mismo problema.
Eso es muy importante. En los casos de hombres que optaron por la vasectomía, fueron definitivas las discusiones tenidas con otros hombres, familiares o amigos, que ya se la habían realizado: "Sí, hablé con mi cuñado y me dijo que es cosa de nada, y que después es mucho mejor el sexo porque nunca vas a volver a temer embarazarla otra vez." Pero también la negociación en la pareja es una parte importante. No conozco a ningún soltero que se haya hecho la vasectomía, hasta el momento, todos viven en pareja.

¿Y cuáles son las razones que dan para someterse a la vasectomía?
En la clínica de salud donde trabajé revisé 500 casos, la razón principal que dan es la paternidad satisfecha. En otra clínica, la mitad dijo eso y la otra mitad contestó que por la salud de la mujer. Son dos razones importantes para muchos hombres: la paternidad satisfecha y la salud de la mujer.

Viejo y nuevo machismo
Matthew Gutmann también ha realizado estudios sobre el machismo en nuestro país. En su investigación en una colonia popular de la Ciudad de México, halló una diferencia generacional en el significado de la palabra macho. Cuando se le preguntan las razones, explica:

"Tiene que ver con el cambio de una sociedad mayoritariamente rural a una urbana. En la sociedad rural la división de trabajo entre mujeres y hombres es un poco más sencilla, clara, y la diferencia en el campo no siempre implica una desigualdad, mientras que en la ciudad la división es mucho más marcada.

"La gente de la tercera edad puede seguir hablando que ser macho es algo bueno, porque quizá proviene del campo, de una época en la cual los hombres hacían una cosa, las mujeres otra y ser macho era cumplir con una responsabilidad masculina. Para la generación de los hombres que tienen 30 o 40 años, quizá es más complicado por la influencia indirecta del feminismo y por el hecho de que las mujeres ya están llegando a un nivel más alto en términos de educación formal, están saliendo a trabajar fuera de casa, tienen su propio dinero, etcétera. Ahora muchos hombres afirman: "yo no soy ni macho ni mandilón, yo la mando a ella y ella a mí". Eso es lo que dicen, no es la opinión de su pareja, pero hay un discurso que no es lo mismo que la práctica. Entre los jóvenes es otra cosa, un día son machos, otro día no quieren serlo. Están buscando una identidad, una manera de relacionarse con otros hombres y también con las mujeres."

¿En qué momento ubica el uso del término macho en sentido negativo?
La palabra existía en términos de macho y hembra desde hace dos mil años. Pero su uso en el sentido sexista comenzó en los años setenta, así como machismo en el sentido de una ideología o un sistema de desigualdad entre mujeres y hombres.

En 1993, cuando papá Bush estaba bombardeando Irak, acusó a Saddam Hussein de ser macho. Nunca había escuchado a ningún presidente de cualquier país acusar al jefe de Estado de otro país de ser macho. Eso da idea de lo extendido del uso del término en ese sentido. Cuando yo llegué a México hace 15 años, no encontré mucha gente en las colonias populares donde vivía y trabajaba como antropólogo, usando la palabra macho en el sentido sexista.