La Jornada Semanal,   domingo 30 de marzo del 2003        núm. 421
María Sten 
entrevista con 
Francisco de la Cruz

Como picar piedras


¿Su lengua materna es el zapoteco?
–Sí. Pero es una variante de zapoteco del Istmo, de la sierra. Por ejemplo, en zapoteco del Istmo "perro" se dice bicu y en el zapoteco de la sierra: beco; "tortilla" se dice queta y en la sierra se dice quet.

–¿Hizo la primaria en español o en zapoteco?

–En español, pero en casa hemos hablado en zapoteco. Mi madre habla sólo en zapoteco, pero mi padre en español y zapoteco, lo que hizo que yo viviera un constante conflicto, especialmente en la escuela. Mi madre que fue vendedora, me obligaba aprender poemas en español. En el Istmo la gente es muy mezclada, incluso hay familias españolas, árabes. Hasta japoneses hay.

–¿Usted se considera mexicano o zapoteco?

–Soy juchiteco-zapoteco. Nací allá, los primeros veinte años los pasé allí. Estoy muy arraigado a esta cultura. Mi pensamiento es zapoteco. Pienso en zapoteco. Cuando quiero resolver un problema, lo resuelvo en zapoteco. Cuando hay fiestas en mayo, yo estoy con mis pensamientos por allá. Soy mexicano en todo y un poco de otro lado. Extraño todo de allá. Vine aquí prestado. El nombre de mi hija es Biaani: luz-vida. Le puse el nombre zapoteco.

–¿Hizo estudios superiores?

–Sí, soy antropólogo social. Mi hermana es ingeniero químico, otra hermana es maestra normalista, otra es maestra de danza.

–¿Esto quiere decir que muchos jóvenes en Juchitán hacen estudios superiores?

–No. Muy pocos. Por falta de dinero esencialmente.

–¿Cómo vivió usted en Juchitán?

–A mí me alentaron los maestros. Cuando tuve ocho años aprendí, por ejemplo, a jugar ajedrez en la Casa de Cultura. También había una biblioteca en Juchitán. Del ’74 al ’82, cuando yo tenía trece años, fueron muy agitados. Fue un momento de oposición al pri. La Coalición Obrero Campesina Estudiantil, la cocei, fue muy activa. Esto me influenció mucho. Me hizo crítico. Allá estuvieron Víctor de la Cruz y Alejandro Cruz, a quien mataron con un balazo en la cabeza. Empecé a conocer la política y me dieron muchas ganas de leer tanto periódicos como libros.

–¿Recuerda su primer poema?

–Estaba en quinto de primaria. El poema fue dedicado al Árbol, a un árbol de mis recuerdos. Muy grande. Con este poema gané un premio de poesía. En español, no en zapoteco. Tengo un libro que se llama Sueños del árbol. Mis abuelas colgaban una hamaca en este árbol. El árbol no tiene tiempo. Va más allá del tiempo.

–¿Usted mismo se traduce al español? ¿La traducción es difícil?

–Estoy de acuerdo con Susan Sontag cuando plantea que traducir es volver a crear la obra. En mi caso, me cuesta trabajo traducirme, porque no es suficientemente completo mi conocimiento del castellano en comparación con el zapoteco. Traducirme no es fácil por el alfabeto en mi lengua y a veces siento que el trabajo en la lengua original debiera quedarse así. La traducción es una forma de violentar una lengua. Sin embargo, hay que hacerla para poder comunicarse con otros.

–¿Siente usted que sus poemas pierden al ser traducidos al español?

–No lo creo, aunque pienso que la riqueza tonal en zapoteco es más grande que en español. Pero hasta pienso que el español gana en este proceso.

Karla Xiomara (estudiante): El investigador inglés J.W. Whitecotton, autor de Príncipes, sacerdotes y campesinos, señala que el zapoteco ha recibido muchos préstamos del español, pero que también hubo un proceso contrario: el zapoteco influyó al español, especialmente en cuanto al tono, la estructura de tiempos y el uso de plurales. El español de Oaxaca en particular tiende a tener un cantito, a presentar modificaciones de la estructura de tiempos y a no pronunciar las terminaciones plurales de los nombres.

–Es difícil señalarlo.

–¿Estaría usted de acuerdo con lo dicho por el famoso viajero y escritor del siglo xix, Etienne Brasseur de Bourbourg, quien calificó al zapoteco como el italiano de América?

–Sí. Aquella musicalidad es primordial en la elaboración de mis poemas. Es lo fundamental en la traducción al español. Otra ventaja de las lenguas tonales es la riqueza de matices. Por ejemplo: la palabra "nisado" que significa profundidad. La terminación do significa tanto "calma" como "virgen". Fue casi imposible para mí traducir la palabra "mar" que en zapoteco es femenino.

–¿En qué consistía la dificultad?

–Le voy a dar un ejemplo. El poema: "A veces" comienza así: "Mar,/ diosa mía,/ sólo tu me entiendes/ y sabes qué digo/ entre mis silencios." Y más adelante el poema dice: "A veces,/ me hundo en ti/ o vuelo al sur.// Pero nadie más que tú/ me espera,/ desnuda/ y con brazos abiertos.// ¡Oh, mar, mar,/ alcahuete amorosa!"

El "sur" quiere decir: abajo. Yo busqué decir: voy camino abajo. En el masculino "el mar" representa la potencia masculina, en el zapoteco la pasividad femenina. De este conflicto surgió un profundo erotismo en mi libro que se llama Robamar. Me refiero al mar como a una mujer. La imagen de la diosa no es una reminiscencia prehispánica. Hubiera podido decir "santa mía", pero entonces la imagen hubiera sido cristiana. No es una ni otra. Es una imagen erótica.

–¿Puede darnos algún otro ejemplo con el que tropezó en la traducción de sus poemas del zapoteco al español?

–Por ejemplo, "la flor" significa en español sencillamente una flor; en zapoteco "su flor" quiere decir "el pene". En zapoteco quié es flor, xquie, es pene. Surge de la idea que la flor se abre.

Carlos (estudiante): Lo que usted dice me recuerda las dificultades con las que tropezaron los frailes al tratar de trasladar la significación de conceptos cristianos a un mundo completamente distinto. ¿Cómo traducir los términos occidentales al mundo antiguo y los del mundo indígena a los términos occidentales? En el poema "Lluvia" usa usted la imagen "hierve el mar": "La noche, cuando duerme la gente/ hierve el mar./ A lo lejos se oyen sus retumbos/ El alcaraván canta a la lluvia,/ se escuchan relámpagos y se derrumba el cielo." No es una imagen muy corriente.

–Recuerdo que en las épocas de tormentas nos decían a los niños que el mar "hierve", se mueve y sube al cielo. Yo recupero esta imagen.

–En sus poemas se repiten con frecuencia las imágenes del agua y de la muerte. En otro poema, "Pez en el agua", la imagen de "la" mar cobra todavía un matiz erótico más fuerte: "Pasaron tantos días sobre mi espalda/ el sol curtió mi piel/ la sed de ti me acabó entre silencios/ me volví piedra, musgo, vegetal,/ palabra moribunda, canción desvencijada...// Mi cadáver fue carcomido por tu brisa/ mi voz se volvió memoria rota// En tus playas quedé enterrado/ como un aerolito/ o un insecto sin nombre.// Al pasar el tiempo/ tus olas escarbaron mi tumba/ y descubrieron un grano de arena sonriendo./ Tus manos me despolvaron./ Diste de beber secretos/ arrullándome en tu vientre tibio.// Ahora yo/ el que un día intento robarte/ toda/ nado en tus aguas/ convertido en un pez de colores/ que seguirá vivo/ mientras tú:/ Mar,/ Así lo quieras." ¿Lo atrae "la mar" de modo particular?

–Quizás. Una hermana mía se intoxicó con un pez y falleció. Pero no creo que esa sea la razón. Quizá es la cercanía del mar y de sus animales que me atraen.

–También hay en sus poemas ciertas imágenes que parecen reminiscencias de imágenes prehispánicas, como el dirigirse al sol como "el padre sol".

–No lo pensé así. Aunque lo prehispánico me ha marcado mucho en explicarme la vida, el tiempo y el cosmos.

–¿Cuándo era joven recibió el aliento de alguna persona?

–Fueron dos personas: Macario Matus y Francisco Toledo. Ya entonces tenía publicado un libro de poemas, Palabra derretida. Francisco Toledo hizo la portada y financió la edición. Me mandó una carta en la que sugirió unas lecturas. Con él tengo una deuda moral. A él debo lo que soy. También Matus me hizo sugerencias de lecturas: como las de Vallejo; León Felipe, Gorostiza, Neruda, Ungaretti...

-¿El oficio de poeta le parece difícil?

–Escribir es muy difícil y ser un escritor indígena es doblemente difícil. Las veces me parece desesperante, como picar piedras....