Estados Unidos, entre genios y lunáticos (fragmentos) Henry Miller nos dice en este ensayo, traducido por José Vicente Anaya, que Walt Whitman bien podría ser el más grandioso estadunidense que ha existido, y recuerda el poema en el cual el viejo de la barba llena de mariposas habla de la excitación, el dinero y los políticos que han abierto el camino propicio para crear toda una nación de lunáticos. Marco Antonio Campos enfrenta las contradicciones en las que incurre Alessandro Baricco al intentar la definición de globalización y al hacer la crítica de las simplificaciones y de los bobos y amañados optimismos que rodean ese fenómeno, en muchos aspectos irreversible y, en otros muchos, urgentemente revisable. Carlos Alfieri entrevista al profesor Dietrich Schwanitz sobre su bestseller cultural. Este trabajo periodístico es una auténtica pelea de lucha libre. Entrevistado y entrevistador empatan la contienda y abren nuevas perspectivas al debate sobre la cultura y la moderna sociedad europea. Carlos Monsiváis nos habla del último libro de Arnoldo Kraus y hace una serie de reflexiones sobre la enfermedad, la medicina y la ética. Las ideologías y las intolerancias circulan, con todos sus prejuicios y crueldades a cuestas, por este luminoso texto que pregunta a los fundamentalistas asesinos: ¿Acaso dios prefiere muertos por sida que vivos que usen condón? Kraus, médico y escritor, da a Monsiváis la magnífica oportunidad de especular sobre los temas esenciales de este amenazante siglo que tan mal empieza. I
Los atacantes que vinieron del Viejo Mundo pudieron haber sido vistos como dioses por los aborígenes del Continente. Pero muy pronto se desilusionaron. Pronto aprendieron a tenernos miedo y odio (¡nosotros, los caras pálidas, fuimos quienes enseñaron a los indios a cortarle las cabelleras a los enemigos!). Hemos actuado con la misma crueldad ante nuestra benevolencia con diferentes puntos de vista sobre la vida. Nosotros fuimos los que suprimieron a la maravillosa Comunidad Oneida, así como a otras comunidades religiosas. A los indios les robamos su territorio e hicimos todo lo que pudimos para aniquilarlos. Y nunca intentamos darles alguna retribución.
Hace algún tiempo vi en un cuadro enmarcadas las fotos de todos los vicepresidentes que hemos tenido, que pudo haber servido para una exposición de la cursilería. Algunos de ellos parecían criminales; otros, imbéciles; y los demás, simplemente idiotas. Y a decir verdad, los presidentes no parecían mejores. Es seguro que los políticos, y los hombres de Estado de todo el mundo, se saben obtusos y zorrunos. Churchill no fue la excepción. El nombre de Lincoln es muy reverenciado, aunque en mi opinión él fue con mucho el responsable de la guerra interna de secesión, él tuvo el poder para evitar la confrontación entre los del norte y los del sur. Aquella guerra civil, como casi todas las de su tipo, fue una atrocidad de la cual el país no se ha recuperado del todo. Participar en la primera guerra mundial fue, dicho sea con dulzura, un gran desatino. ¡Nada más vean ahora dónde está aquel gran enemigo de la humanidad! Guerra, guerra... Desde mi más tierna infancia recuerdo todo aquello de la guerra entre España y Estados Unidos, la guerra ruso-japonesa, la guerra de los Balcanes y así sin cesar. Como Jean Giono dijo en su libro Refus dObéissance (El rechazo a la obediencia), el capitalismo se alimenta de guerra; ni siquiera puede existir sin la guerra. En la actualidad todos los partidos hacen la guerra; los partidos liberales, reaccionarios o lo que sean. Los comunistas son tan asesinos como los capitalistas o los fascistas. Parece que el hombre nació para matar. Nuestro país ha destacado para que le enseñemos al resto del mundo cómo aniquilarse, incluyendo a la flora y a la fauna.
Cuando digo que nos estamos yendo por el caño del desagüe, incluyo a todos nuestros imitadores a lo largo del mundo. Todos vamos a caer juntos. Al holocausto tal vez sólo sobrevivan los primitivos y algunas especies de bestias salvajes. Sólo entonces, posiblemente, podamos ver que emerge una nueva humanidad. Es cierto que nosotros los ciudadanos, por ahora, quienes sostenemos a la sociedad, no estamos preparados para enderezar al barco del Estado. Cada ejecución de una idea progresista es algo que nos lleva más y más lejos en dirección al pasado. Desde los primeros tiempos hemos tenido a nuestros gángsters, nuestros asesinos y nuestros políticos corruptos. ¿Cuándo hubo un tiempo bueno, limpio, feliz? Según mis cuentas: nunca. Cuando niño, empecé a oír historias sobre Tammany Hall. Cuando niño vi a los policías a caballo atacando a las masas desarmadas en Union Square (parecían cosacos bien entrenados). Cuando yo era niño me hablaron de "héroes" como el almirante Dewey (un simplón) y Teddy Roosevelt de San Juan Hill. Nunca me hablaron de Emerson, Thoreau ni Whitman. En aquel tiempo mi "héroe" era William Jennigs Bryan, "el orador de la lengua de plata". Después supe de Sing Sing, Dannemora y Leavenworth y otros por el estilo. ¡El gran narrador en mi juventud fue O. Henry! pero nadie hablaba del hombre que lo impulsó a escribir, de Al Jennigs, quien compartió con aquél su celda en la Penitenciaría de Ohio. En mi barrio no había bibliotecas públicas ni librerías. Tuve que esperar hasta que cumplí veintiún años para encontrar a Emma Goldman en la ciudad de San Diego, California, para aprender que había una palabra como cultura. Y gracias a ella pude hacer un giro de Mark Twain a Friedrich Nietzsche. No sólo los vicepresidentes fueron un montón de imbéciles y donadies; sino también casi todo el país. ¿Cuántos grandes escritores, grandes pintores, grandes músicos hemos producido en estos siglos? ¡Es más fácil acordarnos de haraganes famosos! Hace poco tiempo tuvimos el circo de Watergate. Al observar la reacción que tuvo la gente, uno puede suponer que nuestros políticos sólo cometen errores triviales y que nunca cometieron ningún crimen. Muchas veces actuamos como si tuviéramos la convicción de que el mal puede ser erradicado de una vez por todas. Cuando Lincoln publicó su Proclama de la emancipación pensamos que le habíamos puesto fin a la esclavitud. No habíamos imaginado los ghettos del norte con problemas raciales más atroces que los del sur. Junto a los esclavos negros creamos también a los esclavos blancos esclavos de la era de la máquina. Todavía existe el Ku Klux Klan. ¡También existe la mafia! No tenemos progroms pero igual florece y se robustece el antisemitismo.
Me pregunto, muy seriamente, si hay algo de la "civilización" estadunidense que sea digno de elogio. Y no encuentro nada. Las prisiones son antros de vicio. Las escuelas tienen asentaderas para aprender ¿qué? ¡hoy los maestros le tienen miedo a los alumnos! Cada quien le teme a algo, en cadena, y así hasta llegar a los gérmenes. Un atrevido nunca camina solo por la noche y menos desarmado. Claro está que quien camina por las calles de noche es un sospechoso. II
¿Y qué me dicen de la noble fuerza policiaca, nuestros supuestos protectores? ¡De cuántos crímenes son culpables! ¡Nos inspiran sospechas y odios! ¡Corrupción es la palabra severa que los califica! ¿Dónde están nuestros héroes? Hay que buscarlos entre los rangos deportivos. Por lo pronto ahí tenemos al boxeador Muhammad Alí. Después serán un jugador de futbol americano o un pítcher zurdo. Sí hemos tenido verdaderos héroes, pero la mayoría de ellos han sido asesinados o encarcelados. Hay muchos héroes silenciosos. Es muy peligroso ser un desplazado del status quo (¡aunque qué bueno!) en un país donde se ha multiplicado un hombre al que llaman Cuello Blanco, Protestante Anglo Sajón un monstruo creado por los tiempos [...] Al mirar el pasado Vietnam me invade la náusea. Y todavía hay gente que califica de "héroes" a los veteranos de esa guerra. Que Dios los perdone.
III
* En el original se usa
la expresión alemana Ausgespielt!, que tiene varias acepciones.
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