La Jornada Semanal,   domingo 2 de marzo del 2003        núm. 417

Mi elección

Eduardo Hurtado

Antes que contemplar el desembarco
de veinte mil soldados en las costas
de algún Golfo estratégico,
mucho antes que asistir
en vivo y por satélite
a la madre de todas las batallas,
o que correr al cine
a presenciar la última versión
de la justicia duradera,
quiero escuchar de nuevo
la voz acariciante de Marcela
(…nos vemos donde siempre),
y mirar de reojo
la noche seductora de su ombligo
bajo la blusa recortada.

Alción muerto
(fragmento)

Guillermo Landa

Pero la buena piedra convocada para erigir el rito
perdurable de todo lo que puede ser, N.N. fecit,
abandona su pulpa de dureza
a la hora de la arreciada de la lumbre,
el verano más largo de los siglos.
Hierve el sólido suelo de los silos.
Toda germinación apenas respirando en líquido silicio.
Toda invocación fruncida en lengua tartajosa y afiebrada.
La blandura boquea sobre el regreso de las evocaciones.
Lava estirada como una espada flamígera
el ímpetu del llanto nos ofrece el sudario
de Anfiariado:
húmedas chispas ya despiden los ábacos del cráneo y
     aljófares purpúreos vienen
a entregar los ojos con mucha noche.
No tan secretamente y solitaria, como antes, llega
   la muerte,
tan gritando trepa la escala solar, atraviesa los hielos
   y separa a los amantes.
Resecos labios traquean su trabazón verbal y brillan
    como crisantemos enraizados en el Orco.

Aunque no haya nadie que recuerde,
así como numeraba las olas en vuelo desrizadas
    de airones,
reúno las hilachas humeantes del sonido
    que surcan los misiles,
hacino las navajas fueguinas que la ira esparce,
el coral en la llama fabricado y azafrán en las forjas
    del odio,
las palabras, todas a una, mordidas por el eco
    de la última carne viva.
De frente a mi garganta escribo ¡Queremos

LA PAZ
PAX
LA PAIX
LAPACE
DER FRIEDE
THE PEACE
FRED
VREDE
MIR
SULIH
SHANTI
H. EIPHNE
PARDAMAIAN
SHALOM
HEI-WA
LA PAU ahora mismo!

sobre la página frutada en litoral de grafito
cuando repentinamente todo el papel del mundo
se incendia.


Acerca del Pérsico

José Ángel Leyva

El guerrero descansa la voz
sobre la fruta del silencio
Escupe un alma seca
pletórica de sed
Cae rota la oración
la frase coja
Espesa la tierra su saliva
que no sirve para hacer palabras
Después de la batalla se vive
la nostalgia del deseo
Este campo de honor es un desierto
donde plantan los fósiles su cuna
¿Cuál corona puede haber entre cactos y serpientes?
El guerrero acaba de salvar su dignidad
ya viste el uniforme de los siglos
Ha vuelto a combatir para saber más de la muerte
llevado por el miedo
El enemigo feroz aterroriza
aún después
ya sin aliento
El guerrero se mira
entre fierros retorcidos
Guarda el grito y la mueca del combate
Ha vencido a oscuras
ignora contra quién lucharon
sus fuerzas fantasmales
El guerrero descansa en paz
y no lo sabe


Lugar del agua

Enrique López Aguilar

Aquí, en lo que no dicen estas líneas
y en el umbral callado de los nombres
y el puerto más adentro del nosotros,
se decanta la hora misteriosa
que en la luz entreteje los suspiros
y al estruendo interrumpe con su claustro
y se nutre con íntimas labores.

Aquí es la habitación de más secreto,
morada donde sólo dos habitan;
aquí es la fuente de Afrodita en Pafos,
cristal donde la piel es siempre virgen,
donde el renuevo es fin de los rigores,
la rutina es un nombre del asombro
y liza de las guerras más floridas.

Aquí te toco y eres verdadera,
aquí es mirar la música del agua,
donde la vida ofrece sus milagros.

Afuera, el no, la muerte y la discordia
pintan su calavera entre lisonjas,
allá es la patria de la desventura
y el lugar donde el agua no ha llovido.

Lo que dijeron las estrellas
en los ojos del sapo
(fragmentos)

Ernesto Lumbreras

De lo inmundo quiere hablar ése que de noche nos turba trayendo a la casa un vaso de agua serenada.

Incendia con tu dolor lo que un día levantaste creyendo que era un templo cuando lo que brotaba de tus manos era una rosa o un patíbulo.

Jorge Esquinca: "Un lobo Oriente,/ un perro Occidente,/ Negra bilis, virgen velada, vía láctea."

No he querido ir a verte desierto, no he querido dar lumbre a tu gorrión perdido.

Veneno que se deja llevar con arrullos.

Me creo todo lo acontecido en el interior de la palabra lontananza. Lo que ronda más allá de sus sílabas no me interesa como para dejar mis ojos sobre una montura o una flecha.


Caligrafía

Ana Rosa González Matute

inmune
la arena
inmola
su cuerpo

guerra-war-Krieg-guerre
guerra-Krieg-war-guerre

grido-cry-Schrei-grito
grido-Schrei-cry-grito

inmune
el átomo
inmola
su muerte


La guerra
(fragmentos)

Myriam Moscona

Los países se arrastran
Flujo                      Flujo
             Corazón)
             Los niños
Ocupan                 El ventrículo
             Izquierdo

Los frutos              Se desprenden
                Del paisaje
Y en el sueño         Aparece
El mar                  Separado
            De las playas
Había                   Que entrar
Por un vacío          No
Había                   Nada
Y luego                 El mar
Del lado                Izquierdo
             Niños

             Y la viola
Derramando          De un extremo
Al otro                   Como una víscera
Cortada                Como un escurridero

Aquí la prueba       )

Tropiezas               Con un dedo
             Dios
Odia                     A sus animales
Y ahora hay que recordar
              Para qué era que servían los poemas


Ráfagas de hiel

Silvia Pratt

Vestida de oscuridad la Bestia
derrama su manto.
Cada movimiento
escupe sobre el mundo ráfagas de hiel.

De su vientre ojivas nacen,
sórdidos estruendos, odio, agonía, muerte.

Y el fantasma del dolor acosa y nos destruye.

Iracundas nubes el cielo carbonizan.
Azufre líquido la lluvia.

Aves de rapiña al acecho:
cada instante, un rabioso golpe de guadaña.

¿Qué fiera habita el cuerpo de los hombres?
¿Quién eres antropófago insaciable?
¿Por qué te encubres bajo atuendos de guerra?

Repudio la hoz sacrílega, la siega cegadora,
reniego de la segadora ciega
que arranca la vida como abrojos.

Enlutado mar,
fuego azabache en el firmamento se refleja,
vaho petrificando sombras.

Que un filamento de Luz
vuelva a colmar nuestras pupilas.


Ocho epigramas de la
Antología Griega contra la guerra
(Selección y versiones de
José Emilio Pacheco)

I. Por la paz
Píndaro

Dulce es la guerra para quien no ha combatido.
En cambio, si has luchado,
temblarás al verla acercarse.

Hay que buscar la paz,
arrancar de nosotros
discordias y venganzas.

II. La causa de las guerras
El oro, hijo de Zeus,
no se pudre,
no lo daña el gusano.
Su poder
es domar a los hombres.
III. No el desfile
Safo
Prefiero ver tu cara
y no el desfile
de los carros de guerra y las armaduras.

IV. Los que teníamos veinte años
Simonides de Ceo

Fuimos al matadero en un barranco
en tierra extraña. Y, como era justo,
erigió nuestras tumbas el estado.
Porque al partir al frente le entregamos los días
de nuestra juventud irrecuperable.

V. Helena
Estesícoro

No te llevaron en las hondas naves.
No estuviste jamás en Troya.
Es mentira toda esa historia.

VI. El temblor que se acerca
Leonidas de Tarento

Ustedes proclamaron a Pitaco el imbécil
tirano de la patria desdichada.
Su ambición,
su poder absoluto y torpe,
conducen al desastre.
Ya es audible
el temblor que se acerca.

VII. La causa de las guerras
Timocreonte

Riqueza, diosa ciega, no debiste
haber aparecido en este mundo
sino quedarte siempre en el infierno.

A ti se deben todos nuestros males.

VIII. El matadero
Paladas

La tierra es un inmenso matadero.
Allí aguarda la muerte a su rebaño
lamentable: nosotros.


Paz

José Luis Rivas

Al fin, ya limpia,
la faz del mundo. Nadie
(ni Bush) queda con vida.