La Jornada Semanal,   domingo 2 de marzo del 2003        núm. 417


Las llamadas del grillo
(fragmento)

José María Espinasa

La noche habitada de sonidos
parece hablar un idioma lejano
hecho de letras que desconocemos
cuando una inicial algarabía cesa
interrumpida como de golpe
algunos obstinados insectos
como gargantas obstinadas
siguen cantando
y su canto es tan oscuro como la noche
incrompensible e inquietante
rumor de grillos
como llamadas de teléfono
que nunca llegan
o no son para nosotros
abandonados en esa espera
en una casa que no tiene línea
ni siquiera número
que no recibe correspondencia
y a la que esa sinfonía nocturna
cerca sin saber que hace mucho
tú rendiste la ciudadela


Bajo el ala del cielo

Malva Flores

Esas aves que ya no miro, que no he mirado nunca,
siguen cantando en la rama del árbol.
Y no bajan de allí. Probablemente vuelan cuando llueve.
Se guarecen, se esconden del asalto pluvial. Pero no importa.
A nadie importa ya su canto ni sus alas.

¿De qué hablaran las aves si no lo hacen del tiempo?
Esta tarde de junio las oigo murmurar
en su extraño lenguaje de calandrias
y acaso cantando permanezcan cuando ya no haya plazos
           y ellas sigan allí
limpiándose las plumas,
guardando su cabeza
bajo el ala del cielo, limando
un alfabeto sin más gracia
que el canto

           y eso será bastante.


Sucede

Juan Gelman

No le cuesta nada sembrar la muerte
envuelto en sentimientos cristianos.
Cristo era hijo de carpintero
y no de Bush, me parece.
O me parece mal y es dulce dicha
la muerte envuelta en sentimientos cristianos.
No es tema de meditación para los que van a caer.
Ellos van a caer y no más.
Prefiero ser perro o gusano a ser Bush.
Él prefiere ser Bush.
Su vacío está lleno de mierda vieja.
Un ave corta el cielo en dos.
¡Salud al ave con el invierno al hombro!
¡Salud a los que tejen un NO de aire en el aire!
¡De ellos será la forma humana,
el viaje y la alma tibia!
¡Salud!
¡Salud!

(Imagen de Bush en la picota)
From the halls of Moctezuma to the sluts in Tripoli

Juan José Gurrola

The quacker-oos have
punished thee:
Death eater, glutton, you
Twillering texan twerp ignoramus beast
With a long tail of mug whomps
                   and ambitious editorial white-house blow job-lickerslaves,
Nippers, stunts like CNN,Time, Newsweek, et al, to triplicate
Their income as the Pentagon and oil reserves shine in their AOL-ENRON ambition.
Yer wooden habeas is waiting to bury your red-neck up-bringing
Muck of a man off base,
Followed by yer mud-crawling gadgetery army;
The Pow-Chen-Rumpf-black-brat-rat-under-the-desk- cliqué
And the bed-ridden-couple: Aznar & Blair will turmour the best of the
Floundering country of Frost, Updike & Thoreau
You all bark at the wrong tree to swing as if it were yours, so then
Utterly I trash upon thee all this tall penis spell:
"Abba Kadebra: you are condemned to eat you own Bushit
Until China overthows that ghastly US texan oil dynasty thinkin’"


Lo que no vimos

León Guillermo Gutiérrez

Sentados en el confortable sillón
en torno a una mesa repleta
de bocadillos y bebidas
vimos en la pantalla del televisor
la Guerra del Pérsico, el genocidio de Bosnia,
la masacre de Afganistán.

En las 23 pulgadas de cristal no se vio
el sudor escurrido de las manos adolescentes
en el frío metal del rifle
ni los ojos desorbitados del joven
de carnosos labios sombrados
por el incipiente bigote.

Su cuerpo rotundo
temblaba tirado en la hierba
mientras se anunciaban carros veloces,
detergentes, hamburguesas
y vitaminas fortificantes.

Con la satisfacción de estar mirando
una película de estupendos
efectos cinematográficos
no vimos las imágenes que el soldado veía:
su madre planchando el uniforme escolar,
el padre con la cara detrás del periódico,
su mascota mordiendo los zapatos deportivos,
la bicicleta en el jardín,
las revistas prohibidas en el armario,
el rostro del primer amor.

La trasmisión terminó
junto con las viandas.
Nunca vimos el disparo
que de tajo detuvo la mano
que por primera vez tocaba
el seno púber de la amada.

Sentados en el confortable sillón
nos preparamos para la próxima premier

.
El mural de Guernica

Hugo Gutiérrez Vega

A Pablo Picasso
Dejad a ese caballo
rumiando su agonía;
dejad que el toro negro
empitone su muerte;
cuánto mejor la espada
que esta muerte no vista,
no esperada, que llega
del aire envenenado.

El niño duerme, muere;
los senos de la madre;
la descubierta estrella
de la noche pasada.

No hay sangre,
no hay lugar para la sangre
en este panorama de cuerpos destrozados;
sólo el aire caliente,
el minuto sonoro
y después el silencio,
el grito no esperado
presente, aquí,
como la casa muerta
y los ojos del niño
abiertos hacia adentro.

Dejad que el toro negro
no acepte su agonía
y que el sueño de arena
engañe su silencio.

Dejad que el niño duerma,
que la tierra se abra,
que la casa sin muros
abandone a sus hiedras.

Nada se puede hacer;
el minuto ha pasado.
Sólo queda gritar,
gritar hasta que el viento
nos muestre una salida. 


Anticoli Corrado, 1964,
año del asesinato de Julián Grimau


Happy end

Francisco Hernández

por sus innumerables crímenes
el agua morirá ahogada
el fuego acabará en la hoguera
el aire expirará en la cámara de gases
y la tierra será enterrada viva
sin nadie que le arroje
un último puñado de sí misma

El zorro chino

José Homero

Entre el follaje
restalló fosca una cola
pensé en un zorro
era ya agosto
y en los ciruelos
el sol
usaba un tupé
rojo
fui al arroyuelo
yacía en las piedras
un joven
no era como nosotros
cerré sus párpados
corrían las aguas
la tarde parecía
exangüe

Unas cuantas palabras
contra Colin Powell

David Huerta

Que duerma usted mal
debajo de una cobija de lumbre.

Que las manos diáfanas de los muertos
por las tormentas de sus ejércitos
le toquen el corazón helado, general.

Que un anillo de tinta lo rodee
con palabras de humo y de sangre: murmullos
de los amenazados, cuerpos sonoros
de agua y arena. Que una y otra vez
le recorra el espinazo un aliento
de petróleo quemado.

Que las sílabas ardientes de Whitman
le hagan soñar pesadillas infames.

Que no descanse usted nunca,
mentiroso señor general y diplomático,
en la alta noche de Manhattan
o junto al río Potomac.

Y que 30 millones de caminantes
le susurren al oído 30 millones de palabras
que usted deberá escuchar
siempre, siempre.