Jornada Semanal, domingo 2 de marzo del 2003                núm. 417

LUIS TOVAR
CON LA IZQUIERDA

En un paralelismo con el título de su primer largometraje, el otrora sutil, confiable y premiado cortometrajista Carlos Salces debuta usando el pie izquierdo con Zurdo, lamentable comprobación de que los méritos bien ganados no garantizan por fuerza nuevos motivos de encomio.

Salces ha dejado para otra ocasión la belleza plástica, la inteligente economía de recursos y la habilidad narrativa como de relojero que había mostrado en sus trabajos anteriores, es decir, en los cortometrajes Aquí no pasa nada (1991) y Mis primeros años (1992), ambos realizados en video; pero sobre todo parece haber extraviado el aliento fabulador y la estética visual que supo plasmar en los cortos En el espejo del cielo (1998) y Las olas del tiempo (2000).

GOLPE Y CUARTA

Así se llama el juego en el que un niño conocido con el mote de Zurdo es considerado imbatible. Su mano izquierda le ha hecho ganar lo siguiente: el apodo, cientos y cientos de canicas, la animadversión de su maestra escolar que insiste en hacerlo escribir con la derecha, el respeto/envidia de sus adversarios y una novia. Un día se aparece por Buenaventura –así se llama el lugar donde transcurre la historia– un sujeto "misterioso" que oye hablar de Zurdo como el campeón de las canicas y afirma que El Mago de Santa María es mejor. Se pacta una competencia entre Zurdo y El Mago. Desde ese momento, Zurdo se convierte en el héroe del pueblo y su vida cambia: la maestra ya no le amarra la mano, la mamá de su novia deja de ningunearlo por ser pobre, los chavos banda que le robaban el dinero se convierten en sus guardaespaldas y todo paisano que se respete confía tanto en que Zurdo ganará, que apuestan hasta la camisa. El torneo se lleva a cabo y, previsiblemente, Zurdo gana, no sin muchas dificultades y tragedias de por medio: un su tío, única figura paterna ante la ausencia del padre, muere asesinado a manos del villano de la película, a saber, un policía muy malo y muy corrupto que junto con el rico del pueblo apuesta el dinero que se robó contra Zurdo y, para asegurarse el triunfo, secuestra al campeón buenaventurense de golpe y cuarta y lo amenaza con que si no se deja ganar hará que él y su mamá se queden sin donde vivir o de plano sin vivir.

No piense usted que ahí para la cosa, pues a final de cuentas resulta que aquel sujeto "misterioso" que dio pie a la competencia es ni más ni menos que el papá de Zurdo, pero ninguno de los dos se entera sino hasta que la tragedia ha tocado a la puerta: toda vez que Zurdo gana a pesar de las amenazas, las trampas del árbitro (hay árbitro para jugar canicas, sí señor) y el dolor de saber que su tío querido está muerto, el policía malo saca la pistola y si no mata a Zurdo es porque el sujeto "misterioso" acaba de saber que Zurdo es su hijo y apenas le da tiempo para interceptar el camino de la bala. A su vez, Zurdo se entera de que su papá es su papá cuando lo tiene agonizante en el regazo. Después nada, que Zurdo se retira de las canicas porque para ganar tuvo que hacerse un tajo en la mano y además porque ha de querer pasar su tiempo con el sujeto "misterioso" que no se murió, porque al final –tiempo después del torneo caniquero– se van tomados de la mano, muy contentos.

Juro que lo pregunto con honestidad: habiendo tantísimos guiones inteligentes o interesantes o bien hechos esperando que un día se apiaden de ellos y los saquen a la luz, ¿cómo es posible que alguien haya filmado esto? Dejo de lado el pésimo sentido del ritmo narrativo; la escenografía, la iluminación, el diseño de arte, todos de verdadera pacotilla; la confusión irremediable que se hizo entre lo supuestamente trágico, lo fallidamente dramático y lo francamente cursi (i.e., Zurdo gritándole al policía malo, con la mano ensangrentada, "¡esta es la cuarta de un hombre!"); omito por obvia cualquier mención al monumental miscasting cuando no a la sobreactuación desgobernada o a la interpretación plana como un papel: Eugenio Derbez interpretando al sujeto "misterioso", Alejandro Camacho como el policía malo, Guillermo Gil como un lugarcomunesco tabernero, Regina Orozco haciendo el cliché de la señora rica y antipática, Ignacio Guadalupe naufragando de tío bueno hasta la melcocha, Arcelia Ramírez de mamá de Zurdo, intrascendente y olvidable.

Ignoro qué quiso contarse aquí: una parábola de la pérdida y recuperación de la figura paterna, un cuento de valentía infantil, una historia de aventuras, un drama acerca de cómo vivimos los zurdos un mundo pensado por y para diestros... Lo que pude ver fue una sucesión de secuencias difícilmente hiladas por la presencia constante de unos personajes inverosímiles, cuando no chocantes, realizando una serie de acciones que respondían a una lógica bastante artificiosa, orientadas a la culminación de un heroísmo pueril en aras del cual se sacrificó toda aspiración de matices: malos muy malos, buenos muy buenos, dramas muy dramáticos, tragedias muy trágicas, triunfos triunfales...

Carlos Salces afirmó por ahí que, al menos en el terreno visual, pretendía mostrar la realidad como se vería a través de una canica. Yo tomé una de verdad y lo comprobé por mí mismo: se ve bastante deformada.