Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Viernes 28 de febrero de 2003
  Primera y Contraportada
  Editorial
  Opinión
  Correo Ilustrado
  Política
  Economía
  Cultura
  Espectáculos
  CineGuía
  Estados
  Capital
  Mundo
  Sociedad y Justicia
  Deportes
  Lunes en la Ciencia
  Suplementos
  Perfiles
  Fotografía
  Cartones
  Librería   
  La Jornada de Oriente
  La Jornada Morelos
  Correo Electrónico
  Búsquedas 
  >

Contra

Irak: invisibles preparativos para la defensa

Al Almiriya, patética huella de lo que fue un refugio civil

BLANCHE PETRICH ENVIADA ESPECIAL

Bagdad, 27 de febrero. Enti Sar, la guía que conduce a los visitantes al memorial de Al Almiriya, recita sin acentuar el dramatismo: "Eran las cuatro de la mañana del 13 de febrero de 1991 cuando cayó la primera bomba". Señala con el dedo por encima de su cabeza. Ahí está el hoyo que dejó el proyectil de dos toneladas. Cinco capas de acero y concreto, de dos metros de espesor, fueron atravesadas como si fueran de papel. Una maraña de gruesas varillas cuelgan retorcidas, como si fueran fideos. En el piso, la huella de un enorme cráter, iluminado por el cono de luz que entra por el boquete de unos tres metros de diámetro.

Era uno de los refugios antiaéreos de la ciudad y en fracción de segundos se convirtió en horno crematorio. Había literas de tres niveles y en ellas dormían niños y mujeres. Se creía que ahí estarían seguros. Es más, el fragor de los bombardeos no se escuchaba en este gran edificio de hormigón, por lo grueso de sus muros. La muerte de la mayor parte de las víctimas fue instantánea y en el sueño "sus almas subieron juntas al cielo", agrega la joven mujer, toda de negro, salvo la cara.

vc.-irak-centro-1El refugio de Al Almiriya, como muchos otros en las ciudades iraquíes, fue construido en los años 80. Aseguran a este diario que fueron previstos para proteger a la población de un ataque de armas químicas, no de un bombardeo. Pero en la guerra del Golfo, hace 12 años, una bomba inteligente entró por el techo de este edificio de hormigón como un cuchillo en mantequilla y mató en un instante a 408 civiles: 52 eran niños menores de cinco años y 12 apenas bebés.

Es un gran edificio rectangular de hormigón. Tiene una planta baja y un sótano sostenidos por columnas. El exterior no presenta, a primera vista, ni un rasguño. "Aquí sólo se albergaba a mujeres y niños menores de 16 años. El primer impacto mató a la mayoría. Pero la presión de la explosión lanzó hasta el fondo a 14 personas. Fueron los únicos sobrevivientes", explican.

Enti Sar no escatima los detalles: "Muchos cuerpos fueron mutilados. En el techo y aun a varios metros de distancia se encontraron brazos, piernas, cabezas, torsos. A muchos cuerpos se les hundieron los ojos por la presión del estallido. A los pocos minutos impactó otra bomba en el sistema de ventilación. El aire caliente entró por los ductos. En segundos, el interior se convirtió en un horno; alcanzó 400 grados centígrados". Adentro todo está negro. Los ductos de aire cuelgan del techo, tétricos.

Es un tour rápido. Cada día son decenas los grupos de visitantes que son llevados a mirar esta expresión del poderío bélico estadunidense. La guía, por lo tanto, camina a toda velocidad. Lleva al grupo a otra área de la gran estancia. Ahí mucha gente no alcanzó lugar en las literas y dormía en el suelo. Ciertas áreas de ese sector están cubiertas por una mica de acrílico. Las autoridades quieren preservar las marcas de fuego en el piso. Sobre el negro se dibujan siluetas humanas. Claramente se ven las figuras grandes y pequeñas, de adultos y de niños en posición fetal. Hay coronas de flores, carteles antibélicos y pequeños mensajes de paz que han depositado ahí los visitantes. En otro muro la guía hace ver cómo otras siluetas de rostros y cuerpos enteros quedaron estampados, casi como radiografías: un cuerpo de mujer con un bebé en brazos, la sombra del rostro de una anciana, dos niñas tomadas de la mano. En otro muro, una galería de fotografías durante las labores de rescate con escenas inenarrables.

Los muertos de Al Almiriya son considerados mártires de la población. Y el sitio será preservado como memoria viva de las obras de la guerra. Por eso es un alto obligado para los centenares de extranjeros que a diario llegan a Irak en distintos esfuerzos por evitar que lo ocurrido en 1991 vuelva a suceder. Porque seguro, si sucede, será peor.

Números Anteriores (Disponibles desde el 29 de marzo de 1996)
Día Mes Año