Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Viernes 28 de febrero de 2003
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Cultura

Presentarán en Minería la segunda edición de su obra El corazón de la noche

Discrepa Cristina Pacheco de quienes creen que poesía es escribir frases cortas

La periodista prepara un libro en el que narra las vicisitudes de su familia

RENATO RAVELO

La escritura es para Cristina Pacheco una extensión de la palabra hablada, con ese humor de la conversación que mueve a la confidencia, a la alegría y a la tristeza. Por eso, afirma, ''me seduce la poesía, me acerco a ella con mucha discreción, pero no nací poeta y me molestan los que creen que poesía es escribir frases cortas. Poesía es como tener una doble alma". Como prosista es muy leída. Mientras Sopita de fideos supera la vigésima impresión, su libro más reciente, El corazón de la noche, en tan sólo unos meses ya va en su segunda edición.

Su niñez fue platicada, sus primeras poesías fueron las recitaciones infantiles de fusiles y muñecas, gatos perdidos, el magníficat, los cantos divinos y los rezos a los muertos. Inclusive cuando se refiere al primer poeta al que se acerca en la lectura, expresa:

''Me encantó Salvador Díaz Mirón, siempre me acuerdo porque es un poeta con un oído fino. Algún día podré leer a César Vallejo y sus Heraldos negros."

Edición de bolsillo

A la escritora llegan quienes le ceden la palabra, le cuentan sus historias, le hacen saber a su vez que fueron tocados por éstas y sufrieron o se divirtieron, aunque casi siempre ocurre lo primero. Quizá porque el primer cuento infantil que leyó Cristina Pacheco fue El patito feo: ''A los 11 años era una niña de mucha conversación, de festivales, pero era una niña fea; creo que por eso me dieron a leer ese cuento para que viera cómo me iba a ir en la vida".

La oralidad en las entrevistas con Cristina Pacheco es intrascriptible a veces, porque oscila de un tema a otro, siempre y cuando se mantenga viva esa llama de la conversación: de Saddam Hussein a Tacuba, a la cantina el Golfo de Tehuantepec (''ahí esperaba a mi padre"), luego la sorpresa, porque por vez primera uno de sus libros, El corazón de la noche, de editorial Plaza & Janés, llega a su segunda edición en sólo un par de meses: ''Creo que es porque insistí en una edición de bolsillo; los que queremos leer debemos hacerlo en el Metro o donde se pueda".

Esta segunda edición, por cierto, se presenta el fin de semana en la versión 24 de la Feria Internacional del Libro: ''Van a estar Humberto Musacchio y Guadalupe Loaeza, quienes de verdad deben apreciarme para ir en sábado; luego tocará la Danzonera de Higinio Peláez, por supuesto a sugerencia mía: šimagínate los acordes de Nereidas en el Palacio de Minería!"

El impulso paterno

Pacheco cree en la palabra dicha, empeñada como en el campo, adonde siempre parece regresar con el recuerdo de sus padres: ''Campesinos, agricultores, que sin embargo eran profundamente inteligentes. Mi madre era una gran narradora. Estoy segura que no aprendió a leer. Mi padre me enseñó a leer y creyó en mí, me impulsó para entrar a la escuela que fue lo más maravilloso que me ha sucedido".

Por eso para la periodista y escritora la muerte, el año pasado, de los tres hermanos que le quedaban con vida fue un golpe a la palabra: ''Es lo único que no puedes cambiar. Todo queda en el silencio absoluto y se cancela. Lo que más se lamenta es no poder volver a conversar. Hay cosas que no sabré ya de mi vida familiar. Mi madre incluso nunca confesó cuántos hijos fuimos, creo que 18, porque antes los niños morían muy fácil y le daba pena".

Un sombrero lleno de magia, libro que saldrá este año, es el fruto de esos dolores, fue su viaje a lo que ella llama ''el regreso a una infancia ficticia que no tuve, porque cuando era niña tenía los referentes del campo, el miedo a la sequía, el trabajo, el oír muchas historias. La muerte se convirtió en el motivo de mi primera novela infantil. No aguanté tantas malas noticias y tuve que irme".

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