Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Viernes 28 de febrero de 2003
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Cultura
Redita el Fondo de Cultura Económica su novela Pánico o peligro, escrita hace 20 años

Todo lo vivido es susceptible de escribirse, dice María Luisa Puga

Al crear una obra literaria, el mundo se convierte en el contexto, expresa a La Jornada

La autora de El tornado señala que los niños siempre le han parecido personas dignas de respeto

CESAR GÜEMES

De María Luisa Puga se ha dicho uno de los más grandes halagos que se hayan producido para una escritora mexicana contemporánea: ''No vive la vida, la escribe". La frase la define como un retrato a mano alzada: su existencia ha transcurrido mediante la prosa a un tiempo inventiva y puntual. Hace 20 años justos fue reconocida en el ámbito de las letras nacionales por Pánico o peligro, novela publicada por Siglo XXI Editores.

Desde entonces entró al terreno del mito como escritora casi inencontrable, concentrada en sus múltiples viajes a diversos continentes y en su labor de narradora. Hoy se redita, por el Fondo de Cultura Económica, Pánico o peligro, cuando se había vuelto inconseguible. Desde Michoacán, estado que eligió para dedicarse a escribir, María Luisa Puga habla para La Jornada.

Primero, sólo pasión

-Se ha dicho de su trabajo, como un halago, desde luego, que más que vivir la vida la escribe. ¿Cómo se pueden desarrollar ambos procesos?

-Se llevan a cabo cuando no queda más remedio. Si para entender la vida hay que ponerla en palabras, la escritura se integra de manera natural a la vida. Esta, al ir siendo entendida, se desarrolla también de manera natural. Por eso cualquier movimiento, en cualquier dirección, de México a Europa y viceversa, del Distrito Federal a Michoacán, entra en esa naturalidad. Todo es escribible porque es vivible.

-¿Qué tan diferente se percibe hoy a la María Luisa Puga que escribió Las posibilidades del odio? ¿Trabaja con la misma devoción en el oficio de narrar?

-La que escribió Las posibilidades del odio hacía una primera novela, en Africa. Tenía 30 años menos. No contaba ni con la más peregrina visión de lo que significaba dedicar la vida a la escritura. Sólo tenía pasión. Y es de eso de lo que me he nutrido estas tres décadas. Soy la misma y diferente, como lo somos todos con el transcurrir del tiempo. Y todavía sigo sintiendo que lo más importante para mí es escribir mientras vivo.

-Pánico o peligro resulta tan vigente para quienes se acercan a ella por vez primera en el presente como para quienes la leyeron cuando apareció hace 20 años. El discurso femenino y humano en general que contiene ¿habrá sido profético o, por el contrario, habrá avanzado muy lentamente en esas dos décadas?

-Creo que es más bien lo segundo, muy a mi pesar. No deja de ser frustrante ver que ya está uno pisando los 60 años y la vida, esa vida que queríamos cambiar de jóvenes, que parecía tan sencilla de cambiar, pues sólo se necesitaba un poco de buena voluntad para aceptar que somos iguales, que es un absurdo que haya mundos tan desiguales; esa vida, digo, no se ha movido un ápice. Y sigue siendo igual de sencillo mejorarla. Quizá por eso la novela sigue teniendo público.

A propósito de la técnica para conseguir la verosimilitud en los personajes de Pánico o peligro, expresa:

''Por lo general mis personajes nacen de un modelo real. Gente con la que he convivido. Necesito fundamentalmente sus rasgos y bosquejos de sus maneras de ser para así poder meterlos en distintas situaciones inventadas. Digamos que esos personajes son los que crean el espacio para el que será totalmente ficción. En Pánico o peligro, Susana; en Antonia, la propia Antonia; en Inventar ciudades, la niña Lorenza y así... Detalles, gestos, frases incluso, los voy tomando de lo que me circunda mientras escribo. Y esto sucede así porque cuando se está en el proceso de escribir una novela el mundo se convierte en el contexto de esa novela: todo es útil.''

Importancia de la claridad

-Ha dicho usted: ''Pareciera que la literatura mexicana ha merodeado siempre la realidad sin saber cómo abordarla. Como si la realidad fuera demasiado brutal y no se dejara contener en un lenguaje organizado, mesurado, consciente". ¿Mantiene esa afirmación?

-No. O cuando menos no de esa manera tan tajante. La literatura, el cine, han encontrado las actitudes necesarias para abordar nuestra realidad. Estas actitudes de los creadores son mucho más libres, desenfadadas, amistosas, sin pretensiones educativas morales o culturales. Las miradas sobre nuestra realidad se han colocado en un plano de mayor igualdad y compañerismo, tal vez.

-Y de sus libros para primeros lectores, como El tornado o Los tenis acatarrados, ¿los escribe la misma María Luisa Puga de, digamos, Cuando el aire es azul?

-Quizá por mi práctica con los talleres de niños, sí. Pero a lo mejor también porque los niños siempre me han parecido personas muy dignas de respeto. Por eso creo que soy la misma cuando escribo para ellos o para los adultos. Estoy en planos distintos, cierto, pero me importa lo mismo: ser clara. Jugar seriamente y hablar con franqueza.

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