y sus definiciones Roberto Bardini
Para el enigmático Sun Tsú, autor de El arte de la guerra, 500 años antes de Cristo, "hacer la guerra es en general algo malo en sí; sólo la necesidad debe hacer que se emprenda". Por eso aconseja: "Conservar la posición de los enemigos es lo que debéis hacer en primer lugar, por ser lo que existe de más perfecto; destruirlas debe ser efecto de la necesidad." El estratega sostiene que si un príncipe o un general se ven obligados a hacer la guerra, deben esforzarse en ganarla sin derramar sangre; es decir, sin librar batalla. De esa forma prueban su habilidad. En 1799, Enrique de Bülow quien con certeza había leído a Sun Tsú apunta en su Esprit du nouveau systéme militaire: "Cuando se cree en la necesidad de librar una batalla es que se han cometido fallas."
En la primera parte de su estudio, titulada "Sobre la naturaleza de la guerra", Clausewitz establece: "La guerra no es otra cosa que un duelo en una escala más amplia. [...] Es, en consecuencia, un acto de violencia para imponer nuestra voluntad al adversario. [...] La violencia física (porque no existe violencia moral fuera de los conceptos de ley y Estado), es de este modo el medio; imponer nuestra voluntad al enemigo es el objetivo." Medio siglo antes de que Clausewitz publicara su tratado, un joven mariscal de campo francés, Jacobo Hipólito de Guibert, divulgó un Ensayo general de táctica. Guibert dice que la guerra es una calamidad; sin embargo, es eterna. "El arte de perjudicarse es el primero que inventaron los hombres", afirma. SOLDADOS,
PASTORES
En 1861, el anarquista Pierre Joseph Proudhom publica La guerra y la paz, donde afirma que la guerra diferencia al hombre de los animales. Sin ella, "la civilización sería un establo", dice, y más adelante se inflama: "La guerra es nuestra historia, nuestra vida, toda nuestra alma; es la legislación, es la política, el Estado, la patria, la jerarquía social, el derecho de las gentes, la poesía, la teología; una vez más, es todo."
En Solsticio de junio, Ruskin escribe: "He hallado que todas las grandes naciones aprendían la verdad de las palabras y la fuerza de los pensamientos en la guerra; que obtenían su alimentación de la guerra y que la consumían en la paz; que la guerra las instruía y que la paz las engañaba; que la guerra las educaba y que la paz las traicionaba; en una palabra, que nacidas de la guerra, se perdían en la paz." Sorel, un apologista
En sus Reflexiones sobre la violencia, publicadas en 1907, considera que la vida es una batalla permanente y que la barbarie es un antídoto contra la decadencia. Y condena por igual a "los bufones inmorales de una aristocracia degenerada", a "los burgueses que aspiran a imitar a una nobleza ociosa" y a "la ciénaga democrática" que mezcla en el mismo lodo a partidos políticos y representantes parlamentarios. Según Sorel, el hombre se realiza única y plenamente a través de sus obras, y no a través del disfrute pasivo, la paz y la seguridad. La búsqueda de felicidad o lucro, la preocupación por el poder, el nivel social o una vida sin complicaciones, constituyen una traición despreciable. Isaiah Berlin escribió acerca de este teórico de la violencia en The Times Literary Supplement, en diciembre de 1971: "Sorel sigue siendo una figura anómala. Todos los demás ideólogos y profetas del siglo xix han sido debidamente etiquetados y clasificados. Las doctrinas, influencias y personalidades de Mill, Carlyle, Comte, Darwin, Dostoievski, Wagner, Nietzsche y Marx han sido debidamente colocadas en sus respectivos anaqueles del museo de la historia de las ideas. Solamente Sorel sigue sin clasificar, como lo estuviera en vida: reivindicado y repudiado por las derechas tanto como por las izquierdas."
Lenin califica a Sorel como "embarullador notorio". Benedetto Croce, en cambio, piensa que el ex ingeniero es, junto con Marx, el único pensador original que ha tenido el socialismo. Antonio Gramsci, quien lo defiende a rajatabla, escribe en 1919: "Georges Sorel ha permanecido siendo lo que había sido Proudhon, es decir, un amigo desinteresado del proletariado. Por esto sus palabras no pueden dejar indiferentes a los obreros." El escritor y dirigente político peruano José Carlos Mariátegui (1894-1930) lo define como "uno de los escritores más agudos de la Francia pre-bélica". ARDOR SIN ODIO: JÜNGER
El escritor y filósofo Ernst Jünger fue voluntario de la Legión Extranjera, oficial en la primera y segunda guerra mundiales, y uno de los combatientes más herido y condecorado. En Tempestades de acero narra su experiencia al frente de un grupo comando durante el conflicto 1914-1918 y retoma el tema en ensayos posteriores como El trabajador. La guerra apunta es "un juego soberbio y sangriento que deleita a los dioses".
No obstante, este hombre genial fue el joven autor de un manual de combate en el que recomendaba "combatir con ardor pero sin odio". El soldado que está al otro lado de la línea de combate no es "una encarnación del mal", sino un igual, separado por una adversidad del momento. LA RELIGIÓN DE LA MUERTE
El norteamericano Lewis Mumford, quien se distinguió como historiador, filósofo y crítico, define a la guerra como "la religión de la muerte", capaz de cumplir los deseos secretos de "los paranoicos y sádicos que produce necesariamente una sociedad en desintegración".
Caillois, a su vez, da un ejemplo: "El proyectil, desde este punto de vista, tiene un doble propósito: ha sido creado para ser destruido él mismo, y por consiguiente para ser reemplazado, y para destruir un objetivo, el cual también hay que reemplazar." "Ni la revolución ni la guerra son para el propio deleite", escribe André Malraux, participante de la Guerra Civil española, la Revolución China y la segunda guerra mundial. Jean Larteguy, corresponsal en Indochina, Argelia, África y Medio Oriente, y autor de una decena de libros, entre los que se destacan Los centuriones, Los pretorianos y Los mercenarios, afirma en La guerra desnuda: "Llevo pegados a mi nariz esos olores de final de civilización, una mezcla de madera vieja quemada, de carroña, de coito y de mierda que son ahora para mí los olores de la guerra." |