Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Viernes 14 de febrero de 2003
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Política

Jorge Camil

Petróleo y terrorismo

Inmediatamente después del ataque a las Torres Gemelas, George W. Bush convocó a su gabinete de guerra en Camp David para evaluar las posibles represalias. En la reunión -relatada por Bob Woodward en Bush at war (Bush en pie de guerra)- se encontraban los "principales": Dick Cheney, vicepresidente; Colin Powell, secretario de Estado; Donald Rumsfeld, secretario de Defensa; Andrew Card, jefe de la oficina de la Casa Blanca; George Tenet, director de la CIA, y Condoleezza Rice, asesora de Seguridad Nacional. Powell, un guerrero que antes de convertirse en diplomático presidió la Junta de Jefes del Estado Mayor, recomendó al presidente enfocar las opciones: "no podemos perseguir varios objetivos a la vez; es necesario salir a los medios con una estrategia definida". El presidente, en cambio, manejaba más de media docena de opciones: Osama Bin Laden, el movimiento talibán, Afganistán, Al Qaeda, Siria, Irán y, por supuesto, el villano favorito: Saddam Hussein.

Si vamos contra Irak -advirtió Powel-, perderíamos a la mayoría de los aliados, porque "dudo que podamos encontrar la forma de relacionar a Irak con Al Qaeda", y por ende con el ataque a las Torres Gemelas. No obstante ser el único militar de carrera en el gabinete de guerra, era hasta hace poco el único pacifista, el hombre con quien podían dialogar los jefes de Estado europeos (se decía inclusive que el pacifismo y excesivo comedimiento del secretario de Estado terminarían por irritar al presidente, quien descansaba cada vez más en Condoleezza Rice, el halcón más recalcitrante del gabinete en cuanto al tema de Saddam Hussein).

A partir de la pasada reunión de Davos, sin embargo, Powell sufrió una notoria transformación y se convirtió en uno de los principales promotores de la guerra contra Irak. Ante la sorpresa de los principales aliados euro-peos, que lo consideraban el único canal de comunicación con la Casa Blanca, el secretario de Estado ofreció presentar ante el Congreso de Seguridad de Naciones Unidas los supuestos lazos del gobierno de Irak con Al Qaeda. Pero a medida que se acercaba la fecha de su presentación, Powell comenzó a flaquear y declaró a los medios que no esperaran recibir de él la "pistola humeante" que condenara en forma contundente al gobierno de Irak. Este último es el verdadero Powell, el político titubeante que anunció su intención de buscar la Presidencia de Estados Unidos, e inmediatamente después se arrepintió; el secretario de Estado que en los primeros meses de la administración Bush escondió la cabeza como avestruz y permitió que Rice, asesora presidencial, fijara las prioridades de la política exterior.

Para desgracia de Powell, antes de su comparecencia en Naciones Unidas, Richard Armitage, subsecretario de Estado, reconoció ante el Senado estadunidense que los lazos entre el gobierno de Irak y el terrorismo internacional se limitaban únicamente a "algunos puntos de contacto". Y, peor aún, George Tenet, director de la CIA, declaró también ante un comité de legisladores que, en virtud de diferencias ideológicas entre las facciones del Islam, era poco probable que Irak fuese a compartir sus armas de destrucción masiva con Al Qaeda. Al fin de cuentas, el día de la verdad, el secretario no convenció a las potencias indecisas (Francia, Alemania, China y Rusia). ƑQué existen miembros de Al Qaeda viviendo en Irak?, preguntó con ironía el senador Ted Kennedy refiriéndose a los tibios argumentos de Powell, "también algunos de ellos viven en Estados Unidos", concluyó.

ƑPor qué Irak y no Corea del Norte, un Estado ermitaño que únicamente produce misiles, y ahora armas nucleares; un país en bancarrota dirigido por un tirano de opereta que vendería gustoso sus armas de destrucción masiva al mejor postor? La respuesta pudiera encontrarse en la doctrina diseñada por Rice para justificar el uso irrestricto del poder a fin de promover, sin reparar en "intereses humanitarios" o en la opinión de la comunidad internacional, el "interés nacional" de Estados Unidos.

En el caso de Irak, el "interés nacional" parece ser la precaria situación de las reservas petroleras mundiales, pues consume más de la cuarta parte de la producción internacional. Irak, por el contrario, es el segundo productor de petróleo, con reservas probadas mucho mayores que las de Estados Unidos. He ahí el verdadero motivo para desatar una guerra sin cuartel que, utilizando la excusa de armas mortíferas que no acaban de aparecer, y lazos inexistentes con el terrorismo islámico, permitiría destituir a Hussein y controlar el petróleo del Medio Oriente. La estrategia geopolítica de la superpotencia fue, seguramente, el motivo para el sorpresivo vuelco del secretario Powell en Davos.

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