Jornada Semanal, domingo 9 de febrero del 2003        núm. 414

NAIEFYEHYA
LA EXPLOSIÓN DEL COLUMBIA:
UN DESASTRE IMPREGNADO DE SIMBOLISMO

FUNDAMENTALISMOS

En el mundo árabe e islámico la explosión del transbordador espacial Columbia fue percibida como una señal divina, como un revés a la arrogancia estadunidense, como un castigo icárico al imperio, su tecnología y sus alianzas. En esa región el trágico accidente no sólo fue visto como un golpe a la industria que produce cohetes y naves espaciales, sino también los F-16 y los productos de Lockheed y Boeing que bombardean casi diariamente Irak desde hace más de una década y los misiles que el gobierno Bush anuncia que lanzará por millares en cuanto "comience" la segunda guerra del Golfo. En un tiempo de aterradoras amenazas militares, la muerte de siete astronautas también significa la muerte de dos pilotos de la marina, dos de la fuerza aérea, una doctora de la marina y un piloto de combate israelí. Para muchos árabes no puede ser más simbólico el hecho de que los restos de un soldado israelí (que participó en la guerra del Yom Kippur de 1973 y en la guerra de Líbano en 1982) hayan caído del cielo en las cercanías de Palestina, Texas. Para algunos musulmanes, hasta la muerte de la doctora india puede verse como un guiño de dios en el conflicto entre ese país y Pakistán por Cachemira (una de las causas favoritas de Bin Laden). Sería absurdo no esperar que estos hechos trágicos no sean vistos a través del filtro fundamentalista, cuando el propio Bush invocó al creador, citó al profeta Isaías y llamó a todos a rezar cuando habló al pueblo acerca del desastre.

EL DILEMA DE LA CONQUISTA
DEL ESPACIO

Cada vez que ocurre una tragedia como la del sábado 1 de febrero, la gente vuelve a discutir la importancia, validez y necesidad de la exploración espacial. Invariablemente se vuelve a encender el debate entre quienes piensan que la "conquista del espacio" debe continuar a toda costa y los que consideran que en la Tierra hay auténticas necesidades urgentes que deberían solucionarse antes de gastar millones de dólares en espectaculares pero relativamente inútiles viajes más allá de la estratosfera. Es cierto que el inmenso gasto de la nasa podría usarse para alimentar naciones pobres por meses. Pero los viajes espaciales, como las artes, no tienen por fuerza que cumplir con una función pragmática; se trata de expresiones de la imaginación humana y nuestra búsqueda de trascender. Eliminar a una orquesta sinfónica, una escuela de artes plásticas o el programa espacial no solucionará las inmensas carencias que sufre la mayoría de la gente en el mundo. Es totalmente improbable que ese dinero sea repartido para causas humanitarias, y sí nos arrebata una fuente de riqueza intelectual y espiritual.

ARMAR EL ESPACIO

El problema no radica en continuar enviando astronautas a realizar experimentos inofensivos en el espacio, ni mandar más robots a recorrer la superficie marciana ni satélites que envíen señales desde rincones lejanos del universo. El problema es el "uso dual" que se quiere dar al espacio. La aventura espacial que hasta ahora ha tenido una finalidad civil y pacífica está en el proceso de militarizarse con la nueva versión reducida de la "Guerra de las Galaxias". El gobierno de Bush júnior está convencido de la necesidad de crear el escudo balístico que soñaba Reagan y esto equivale a poner armas nucleares en el espacio. No es difícil imaginar lo que sucedería si en un accidente como el del Columbia la carga no fueran proyectos escolares sino misiles con plutonio.

LA AMENAZA DEL TERRORISMO

Cuando se anunció que el Columbia había explotado dieciséis minutos antes de aterrizar, el horror y la pena por la tragedia se vieron opacados por el temor de que se tratara de un acto de terrorismo. Dada la obsesiva insistencia del gobierno del Bush y los medios con la amenaza supuesta o real de otros ataques terroristas, nada parecía más obvio que culpar a Al Qaeda. Asimismo, la inminencia de la guerra y la desesperada urgencia del gobierno estadunidense por demostrar que el régimen de Saddam Hussein es un peligro para la humanidad, hacían a Irak el culpable perfecto. No sería la primera vez que se considerara inculpar a un enemigo para crear una causa para ir a la guerra. No podemos olvidar que el general Lyman Lemnitzer, cuando era presidente de la junta del Estado Mayor, en su desaforada urgencia por eliminar al régimen de Castro presentó varias propuestas al gobierno de Kennedy, como lanzar ataques a la base de Guantánamo con soldados estadunidenses disfrazados de cubanos para usar el incidente como pretexto para una invasión. Como escribe James Bamford en su libro Body of Secrets, Lemnitzer propuso seriamente en febrero de 1962 que en caso de que la nave espacial de John Glenn (quien sería el primer estadunidense en orbitar la tierra) tuviera un accidente, se manufacturaran pruebas de que la causa habían sido deliberada "interferencia electrónica por parte de los cubanos". El mismo Lemnitzer propuso secuestrar o derribar aviones de línea y culpar a los cubanos como parte de su tristemente célebre Operación Northwoods.