Argentina desde abajo
el
estado de las cosas
Natalia Núñez
Natalia Núñez, nuestra
chica en Buenos Aires, habla de y desde esa Argentina que hoy vive
sin prestar atención a la perorata por el poder y que responde
con su capacidad de autogestión a las preguntas que se acumulan
como la renovada deuda con el FMI: ¿Y usted por quién va
a votar?, ¿y si vuelve Menem?, ¿Es esta la lógica
de la ceguera? La globalización obliga a pensar en el estado de
las cosas en Argentina recordando el refrán aquel de las barbas
del vecino...Natalia Núñez, nuestra chica en Buenos Aires,
habla de y desde esa Argentina que hoy vive sin prestar atención
a la perorata por el poder y que responde con su capacidad de autogestión
a las preguntas que se acumulan como la renovada deuda con el FMI: ¿Y
usted por quién va a votar?, ¿y si vuelve Menem?, ¿Es
esta la lógica de la ceguera? La globalización obliga a pensar
en el estado de las cosas en Argentina recordando el refrán aquel
de las barbas del vecino...
Es
cierto, hay olor a tango en el aire, dicen algunos que la alegría
es brasilera. La nostalgia, el clamor melancólico del aire porteño
es sólo de este lado del mundo; en el rincón donde la última
idea es: "nosotros estamos peor". ¿Y usted por quién va a
votar? "Y..., por nadie, si son todos unos chorros, que se vayan todos..."
Pero si se van todos no queda nadie, y los argentinos no sólo hablan
de que se vayan los señores que ingobernaron y continúan
desgobernando el país, sino que además hacen colas en las
embajadas, se anotan los primeros en las filas de naturalizaciones: los
argentinos del barrio, de la provincia, de Buenos Aires se van, emigran,
haciendo gala de sus mejores dotes de viajeros, recalando en el legado
de sus mayores. ¿Quién tiene la mejor historia violenta?
Porque al pasar por el kiosco de la esquina es imposible olvidar la historia
del tipo que contó, con lujo de detalles y acritud, que a media
cuadra a un hombre lo acuchillaron al guardar el "público" (teléfono
encadenado al kiosco). Así las palabras quedan flotando en el aire,
la violencia se aloja en los árboles y en las esquinas, llegó
a la ciudad que no para nunca y se hizo de las noches, de los caminos y
las plazas de Buenos Aires. Se ha materializado la miseria; vino, se hizo
de voz, de niños de la calle, de personas que duermen en los portales
de los edificios y se techan con cartones y mantas; se ve lo que antes
no se veía, acá, en la cosmópolis. Los capitalinos,
algunos, dicen: "Antes estábamos mejor, tábamos uno a uno,
podías comprar lo que quisieras." ¿Y si vuelve Menem? "Que
traiga de vuelta lo que se robó." ¿Es esta la lógica
de la ceguera? ¿Y los que nunca estuvieron uno a uno, ni siquiera
mano a mano, los desacorralados de siempre? Ésos qué pueden
decir de las cuentas en dólares en pesos o en el banco, si los bancos
son zona restringida invariablemente y los banqueros los primeros en encontrar
protección. "A los pobres ni los habíamos visto, si antes
estábamos mejor, por lo menos los milicos ponían orden",
qué importa que se hayan hecho de una deuda impagable con el fmi
(creado para evitar los ciclos recesivos y asegurar fondos para el pleno
empleo y el crecimiento en los países en dificultades, y que hoy,
con sus programas de ajustes y condiciones para otorgar préstamos,
favorece la crisis y disminuye el crecimiento). "No se veía lo que
se ve ahora." Tampoco se miraba; la ceguera mediática, como siempre,
iba del brazo de la conveniencia y, lo que es peor, hoy más que
nunca convence, catequiza.
Se sortea un ajedrez de piezas blancas,
sin jaque; el mate por lo menos que lo dejen, el agua caliente no te la
niega nadie, todavía es gratis, dice Gianina: "El agua es de Dios."
Tiene ocho años y le pegó en la panza a la mamá porque
tiene adentro un hermanito que ella no quiere. Vende una flor y se la queda,
pide agua y se sienta, el peso devaluado en una mano y la flor en la otra,
juega con la hielera. Es de esas nenas llenas de violencia y con razones
para no querer un hermanito, mucho menos para amarlo. ¿Quién
le habrá pegado a ella en la panza?
Y
aunque la depresión paraliza y entumece el ánimo en muchos
sectores, los que lucharon siguen luchando y algunos ciegos se hicieron
tuertos y se reconocieron partícipes. Todos vieron la violencia
que Gianina mamó, y hoy la viven, y hoy los pobres en Argentina
dejaron de ser el enemigo, porque la clase media se identifica con ellos.
¿Culpa? Quizá, pero la solidaridad renace sean cuales fueren
las razones, la gente busca un cambio y no lo encuentra en los dirigentes
de siempre, ninguno convence y todos son conocidos. El poder rota, pero
lo hace desde un Estado resquebrajado que busca ayuda en Washington; no
obstante hace mucho que Argentina sobrevive sin la ayuda de dicho organismo,
y crece el convencimiento de que se pueden hacer las cosas de otra manera,
la autogestión y la solidaridad son palabras que se han convertido
en acciones. La ayuda del Fondo no llegó y que ni llegue, ¿para
qué? Para pagar los vencimientos de una deuda virtual, para aceptar
las condiciones de unos señores que ni siquiera viven acá
y castigan la participación del pueblo, la movilización de
la gente. El otro día, el ex mandatario del Justicialismo, acompañado
de su señora ex miss universo, en campaña, hablaba del fmi.
El innombrable ex presidente reelegido dos veces predicaba, y en su retórica
se sucedían los cartoons, como si esos señores fueran
de un país a otro en el Tercer Mundo con una valija en la mano,
20 mil millones acá, 500 allá; como si fuera un organismo
caritativo y sin intereses. Tan claras parecían las imágenes
y era tal su elocuencia, que seguramente él debe haber visto esos
dineros, y claro, vencimiento más, vencimiento menos, alguna comisión
se habrá llevado de las privatizaciones. En el gobierno se cuecen
habas, y el Justicialismo de Duhalde logra armar un polo antimenemista
lo cual no es ni bueno ni malo, sino todo lo contrario agregando más
confusión (por si hubiera poca) al futuro democrático de
Argentina.
Sin prestar atención a la perorata
por el poder, la gente se organiza: en los barrios hay comedores, pocos
dependen del Estado y la mayoría sobreviven de la solidaridad de
particulares; los citadinos separan la basura para que los cartoneros,
los cirujas, no deshagan las bolsas y encuentren lo que buscan:
en la verde, cartón y papel, en la negra restos de comida, y una
más para la basura inclasificable. No es una solución, es
una medida del gobierno capitalino, y todo se presta a críticas
cuando no se ofrecen endereces en sustancia, estructurales, que verdaderamente
hagan el cambio. Ese tipo de soluciones ni existen ni vendrán de
la mano de este sistema; hay demasiados vicios como para aplicar remedios
mágicos o milagrosos. Es válido trabajar, hacer; es imprescindible
reunirse a reflexionar, llevar lo que hay a los que no lo tienen, y no
sólo comida, sino pensamiento, cultura, salud. Resistir es un verbo
de acción y eso es lo que los argentinos hacen: resistir el embate
y las críticas de los organismos y los medios internacionales y,
también, de los nacionales. Es la diferencia entre la "información
macroeconómica" y los sucesos de la vida cotidiana, y es desde allí
que el país se moviliza.
En
los barrios algunos se van, pero los que quedan se comprometen a seguir
tirando. La confusión reina en el ámbito político
y sin embargo la población ejerce su política más
pura en función de los bienes públicos y comunitarios. Nadie
sabe por quién votar ni qué pensar de las candidaturas y
al mismo tiempo se habla de autonomía, horizontalidad, cambio social
y formación.
En Brasil se votó a Lula para que
dé un giro de 180 grados a la política económica y
social. Pueden pasar años antes de que en Argentina se reúnan
las condiciones para un movimiento de base como el pt brasileño.
Pero en estos días los ministros de justicia del Mercosur discutirán
el libre tránsito de ciudadanos en los cuatro países, con
derechos civiles iguales, residencia y autorización de trabajo;
25 mil personas pasaron en noviembre por las exposiciones y muestras de
arte que coincidieron en Buenos Aires; la ii Bienal de Arte Internacional
cambió el aspecto del museo Nacional de Bellas Artes y convocó
a 11 mil 500 personas en sus primeros tres días; el tema: "Globalización
o regionalismo".
A la Plaza de Mayo llega la "Marcha de
los Chicos del Pueblo" después de doce días de caravana;
comenzó el 28 de octubre en Misiones. Es por la defensa de los derechos
de los niños, "para que los padres tengan trabajo y los chicos seamos
chicos", explica Astrid, de once años, a un público conmovido.
Después, León Gieco le pide a Dios lo mismo que estos niños
a toda la sociedad: que la guerra no nos sea indiferente.
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