Jornada Semanal,  domingo 9 de febrero de 2003           núm. 414 

JAVIER SICILIA

Pietro Ameglio y Gandhi en México

La influencia de Gandhi en las luchas por la reivindicación de la dignidad humana ha sido inmensa. A partir de él, los extraños preceptos de Cristo que aparecen en Mateo 5, 39-41: "No resistas al malvado. Presenta la mejilla izquierda al que te abofetea la derecha, y al que te arme pleito por la ropa, entrégale también el manto. Si alguien te obliga a llevar la carga, llévasela el doble más lejos", adquirieron una dimensión inmensa: se convirtieron en una de las armas más poderosas para enfrentar la injusticia sin traicionar la justicia. 

Hasta antes de Gandhi, los movimiento rebeldes y revolucionarios –con algunas excepciones que registra la historia– al usar la violencia como arma de defensa terminaban por fracturar los principios que defendían: al destruir la injusticia y la violencia mediante la supresión del opresor concluían en la perpetuación de la injusticia que es inherente a cualquier violencia. Esta contradicción llevó a los terroristas rusos de 1905 a buscar romper esa cadena pagando el asesinato del hombre injusto con sus propias vidas. Sin embargo, esta noble actitud, que Albert Camus analiza en El hombre rebelde y retrata magníficamente en Los justos, no logró romper la espiral de la violencia. Aquellos hombres y mujeres que decidieron cambiar sus vidas por las de los opresores para erradicar y expiar la injusticia, estaban también, al final de la cadena, unidos con aquella violencia ciega que tanto despreciaban y que quisieron combatir. El asesinato de Kalaiev –el personaje principal de Los justos, prototipo de aquellos terroristas– al Gran Duque –encarnación de la injusticia de los zares– y su exigencia de morir en el cadalso para expiarlo, lejos de abolir la violencia la consiente: en el límite de su negativa a vivir y en su exigencia de morir en el cadalso, Kalaiev termina por asentir a la violencia. Si en el plano individual lava su crimen, en el de la historia y la comunidad de los hombres lo perpetúa al transferirlo a sus verdugos. Asesinado Kalaiev, la injusticia continúa.

Gandhi, sin embrago, al descubrir el ahimnsa (no-violencia) y la satayagraha (adhesión a la verdad), y encarnarla en la lucha por la independencia de la India colocó la lucha contra la injusticia en un plano superior y logró romper la contradicción. 

¿Cómo lo hizo? ¿En qué forma logró extraer esos principios de la tradición de la India, del "Sermón de la montaña", de su propia experiencia interior y articularlos en su lucha en Sudáfrica y en los procesos de la independencia de la India? ¿En qué forma su legado ha reivindicado las luchas revolucionarias y ha logrado articularse en otras partes del mundo para humanizar las luchas en pro de la dignidad humana? ¿Qué relación hay entre el gandhismo y el movimiento zapatista en México?

A estas preguntas responde el libro de Pietro Ameglio, Gandhi y la desobediencia civil, México hoy (Plaza y Valdés, México, 2002). 

Su actualidad es triple. No sólo nos revela la dimensión del gandhismo, sino que destruye los prejuicios que se tienen sobre la no-violencia y que constantemente la asocian con el pacifismo; nos revela los vínculos de la ahimsa con la autarquía (en los anexos del libro de Ameglio por vez primera se publican en español dos textos fundamentales de Gandhi, el Hind Swaraj y el Programa constructivo de la India), y nos introduce en las relaciones de la no-violencia con uno de los movimientos políticos y sociales más inquietantes de fin de siglo: el zapatismo, uno de los capítulos más interesantes y polémicos del libro. 

La enseñanza de Gandhi y la desobediencia civil, México hoy no es sólo de orden intelectual; cada una de sus páginas se mide con el peso del activismo no-violento del propio Pietro, quien ha sido y es uno de los hombres que mejor ha asimilado y encarnado las enseñanzas no-violentas del pensamiento de Gandhi en México y trabaja activamente por la dignidad de los excluidos de nuestro país. Recientemente, junto con los miembros de Servicio Paz y Justicia, Morelos (serpaj) –movimiento no-violento fundado por el premio Nobel de la Paz, Pérez Esquivel, durante la dictadura Argentina–, mantiene viva la resistencia civil del Frente Cívico pro Defensa del Casino de la Selva.

Al convivir con Pietro –al que me une una gran amistad y una profunda admiración– en varias luchas no-violentas, al caminar junto a él y los miembros del Frente Cívico en la resistencia civil para impedir la destrucción del Casino de la Selva y la degradación económica y urbanística de la ciudad de Cuernavaca, y al leer su libro, he confirmado una vieja convicción que nació con el encuentro de Cristo y de Gandhi en mi vida: que los seres que un día, como Jesús y Gandhi, renuncian a la felicidad para entregarse al sacrificio de resistir la violencia y la injusticia es porque aman demasiado a los seres humanos, incluso a sus enemigos, y quieren evitarles la degradación definitiva que se encuentra en el fondo de toda servidumbre.

Además opino que hay que respetar los Acuerdos de San Andrés, liberar a todos los zapatistas presos y evitar que Costco se construya en el Casino de la Selva.