ANNA PI I MURUGÓ
Fernando Vallejo inició su carrera como escritor con Logoi: una gramática del lenguaje literario (1977), ambicioso ensayo en el que construye una gramática del lenguaje literario. Siguió Barba Jacob, el mensajero, una subjetiva y completa biografía del poeta colombiano, cuya vida parecía imposible de reconstruir y que fue el resultado de años de pesquisas y conversaciones en todos los países de América donde vivió Barba. Con Los días azules inició lo que será una larga novela autobiográfica, denominada El río del tiempo, en la que narra episodios de su niñez, aliñados por ácidos comentarios sobre el país, la familia y el destino. El fuego secreto trata sobre la rebelión adolescente de un joven homosexual que descubre el amor, la marihuana y la violencia en los cafés y las calles de Medellín y Bogotá. La serie prosigue con Los caminos a Roma; de los campos y ciudades de Colombia el autor se traslada al ámbito internacional. Posteriormente, Años de indulgencia discurre entre Nueva York y el infierno. Las dos últimas obras que cierran esta serie son El mensajero y Entre fantasmas. Con todas estas novelas Vallejo rompe con los estrechos esquemas de los géneros literarios y escribe contra toda convención, moral y norma; une autobiografía y novela, memorias y diario, y hace confluir el presente con el pasado, la realidad con la alucinación. Vallejo ha dirigido y escrito, también, varios guiones de películas Crónica Roja (1977) y En la tormenta (1980), entre otras, además de obras teatrales y libros de carácter científico. La tautología darwinista (2001), por ejemplo, es una recopilación de ensayos sobre biología en los que, como él mismo expresó, "me dedico al deporte de desenmascarar impostores: ya lo hice con Darwin". Como tantos artistas y escritores que han hecho de México su patria de adopción, Vallejo fijó aquí su residencia, y a partir de ese momento (1971) su obra empezó a crecer. El gran reconocimiento a este autor se inicia, no obstante, a partir de la novela La virgen de los sicarios y su posterior adaptación al cine. La virgen de los sicarios ha logrado altas cotas de popularidad no sólo por su versión cinematográfica sino principalmente por explicar con un lenguaje seco, sin condescender al marco sangriento y violento, lo que significan la violencia sin Estado y la desintegración caótica de los lazos sociales. La siguiente novela de Vallejo, El desbarrancadero, es también una historia en primera persona donde abundan los juicios duros, pero con una dosis mayor de humor e ironía. El protagonista se traslada del país de la mentira (México) al país del odio (Colombia), para cuidar a su hermano que agoniza de "esa enfermedad, hombre, de maricas que es la moda, el modelito que hoy se estila y que los pone a andar por las calles como cadáveres, como fantasmas traslúcidos impulsados por la luz que mueve a las mariposas".
El Papa es uno de los blancos más recurrentes de su crítica, y así escribe: "El personaje más siniestro, más falso que tiene hoy la humanidad es Karol Wojtyla, alias Juan Pablo ii, un tartufo, una alimaña, un lobo disfrazado de cordero. ¿Cómo puede este viejo loco predicar contra el control de la natalidad en un mundo superpoblado donde ya no cabemos? ¿A cuántos niños del Tercer Mundo que nacieron por virtud de su prédica irresponsable ha recogido él en el Vaticano? Ni uno solo ha recogido este zángano que vive como un rey sostenido por las limosnas de la pobrería de la tierra." O la crítica a políticos y personajes públicos del momento: " México sí. Los importó de Africa . El presidente-perro José López Portillo, volviéndole a nuestro pobre viejo sus noches mexicanas un infierno. Ese perro en realidad no lo fue, sino un frivolón alzado, de cejas negras tupidas como las de su mentor Satanás. Y por asociación de apellidos y granujas. Que un día mamaron del poder, recordó a otro López, López Michelsen, el colombiano, un degenerado de calibre tal que de las cuatro bases del ácido desoxirribonucleico sólo tenía tres " y "Se refería al presidente de su país que sólo gobierna cuatro años, pero bien hubiera podido referirse al mismo, que gobierna seis: un sexenio, palabra que hemos convertido en México en una de las más viles del idioma. Pues bien, con dos veces que viera el viejo a uno de esos granujas hablando por televisión y ya le quería cortar la lengua. Los detestaba. Y mientras más se hicieran ver, más, más los odiaba. Odiaba al primer ministro de Inglaterra, al presidente de Estados Unidos, al del gobierno español, al de Francia, y los déspotas de Cuba, Libia, Irak, Arabia, al demagogo de Venezuela, al capo vaticano, al energúmeno de Palestina, al juez Garzón." Además de las múltiples distinciones lingüísticas que detalla, como: "enguayabados" en Colombia, "crudos" en México, en Guatemala "con goma" y en España "con resaca". Y así y así. Una denominación en cada paisito de esta colcha de retazos llamada idioma para el consabido mal del remordimiento tembloroso que nos acomete hoy en la mañana y no nos deja volver. Y por último la frecuente utilización de un lenguaje altisonante en: "Suiza anduvo de aeropuerto en aeropuerto, de mostrador en mostrador, y cuando por fin llegó a Barcelona, a la media noche, dos días después de haber salido de México, Los de Air France le habían extraviado el equipaje." Y "¡Partida de hijueputas! les remachó." La lista es mucho más extensa y sustanciosa pero el lector debe remitirse directamente a La Rambla paralela, ya que Vallejo amenaza con que va continuar su línea de críticas pero "ahora voy a seguir con Newton, Maxwell, Einstein, los físicos cuánticos y la impostura matemática. De esta manera el autor se despide de las
novelas que tanto éxito y fama le han dado para dirigir su mirada
cínica y corrosiva hacia otros lugares y medios concretamente el
científico. Vale recordar que Vallejo es biólogo
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