Jornada Semanal, domingo 12 de enero del 2003        núm. 410

NAIEFYEHYA
GUERRA MITOS Y MEDIOS (II DE III)

CAMPAÑAS CRIMINALES
La guerra es tecnología aplicada, desde las macanas de madera y los cuchillos de obsidiana hasta los misiles cruise. Pero así como los ejércitos modernos dependen de armas sofisticadas, sistemas de comunicación y transportes, también requieren en igual medida de medios de difusión para desplegar sus mitos mediante campañas de propaganda. De no ser por su uso de la radio el carisma de Hitler o Mussolini no hubieran tenido el vasto impacto del que se valieron para emprender sus ambiciosas aventuras bélicas. De manera semejante los líderes yugoslavos (especialmente Slobodan Milosevic y Franjo Tudjman) que desmantelaron ese país, no hubieran sido capaces de lograr que vecinos, amigos y compañeros de trabajo se asesinaran sin piedad a causa de un exaltado y artificioso fervor nacionalista. De pronto la nación europea que se esperaba se integraría más rápidamente al nuevo orden mundial sin la Unión Soviética se desintegró, primero por la declaración de independencia de Eslovenia y más tarde debido a una sangrienta partición en tres mini naciones: Serbia ortodoxa, Croacia católica y Bosnia musulmana. Así, en vez de aspirar a mejores condiciones de vida o a integrarse a la nueva economía de mercado, serbios y croatas se hundieron en sueños de exterminio y de limpieza étnica, al tiempo en que los líderes de las milicias se enriquecían con la economía de guerra y el control del tráfico de drogas. Esto no hubiera podido suceder de no ser por la campaña mediática, principalmente televisiva, conducida por la Radio y Televisión Serbia (rts) y que duró cuatro años antes de que comenzaran las hostilidades. Sin ella Milosevic no hubiera logrado infectar de odio al pueblo serbio. Tudjman por su lado, también se valió de los medios para propagar su ideología fascista y sus perversos ideales de pureza. De manera semejante la atroz campaña homicida hutu de 1994 que cobró la vida de medio millón de tutsis en Ruanda no habría tenido lugar de no ser por la abrumadora campaña radiofónica de la estación del Frente Patriótico de Ruanda, (que tomó el poder en 1993), Radio Télévision Libre des Mille Collines (rtlm), que llamaba abiertamente a unirse a la matanza. Casi medio milenio antes, mitos semejantes llevaron a los habitantes de la isla de Pascua a destruir su propia cultura poco antes de la llegada de los europeos. Como escribe al respecto de estos conflictos el ex corresponsal de guerra del New York Times, Chris Hedges en su libro, War is a Force that Gives us Meaning: "Son guerras manufacturadas, nacidas del colapso de sociedades civiles, perpetuadas por el miedo, la ambición y la paranoia y son conducidas por gangsters que emergieron del fondo de sus propias sociedades para aterrorizar a todos, incluyendo aquellos que supuestamente protegían".

CUBRIR PARA MENTIR
Podríamos imaginar que la cobertura periodística de la guerra hubiera conducido a un rechazo popular de los horrores de la guerra, que los recuentos del sufrimiento innecesario, así como las imágenes atroces de muerte y devastación destrozarían los mitos de la guerra. Pero a partir de la guerra de Crimea (la primera en la que hubo corresponsales de guerra que enviaban cables a sus diarios) la cobertura de los combates ha sido empleada más para celebrar la guerra y crear un estado de euforia colectiva que para condenar su insensatez. Lo paradójico es que al convertir la guerra en entretenimiento no se ha eliminado su poder mítico, sino que por el contrario se le glorifica, se vuelve omnipresente, necesaria, inofensiva y además narcotizante. La cobertura de la guerra por los medios masivos sufrió un revés tras la derrota estadounidense en Vietnam. Ya que la opinión pública eventualmente logró desmantelar el mito de la guerra al ver dosis diarias de atrocidades. Para evitar cometer el mismo error, la guerra del Golfo fue censurada con un severo control y filtración de la información. Este tipo de censura no podría funcionar sin la colaboración de los medios. El jugador principal en aquel momento fue la cadena cnn, la cual ha perdido el monopolio y las guerras del siglo xxi serán disputadas en las pantallas por otras cadenas como Fox News Network, MsNBC, una artificialmente rejuvenecida bbc y por supuesto Al Jazeera, la estación de Qatar que bajo la apariencia de ser el primer medio libre del mundo árabe ha servido como una prodigiosa campaña de relaciones públicas para el jeque de ese diminuto estado quien desea ser el nuevo hijo favorito de los Estados Unidos en la región de Golfo Pérsico.

EPÍLOGO
La guerra es una enfermedad crónica a la que está condenada nuestra especie, un mal devastador y eventualmente mortal, pero que como escribe Hedges es también un estimulante poderosamente adictivo que da sentido, propósito y razón de ser hasta a las vidas más inútiles. Pero cuando pasa el efecto del narcótico la guerra pierde su aura mística y aparece como lo que realmente es: una carnicería sistemática.