Antonio Gershenson
Los precios del petróleo
En las últimas semanas se han llevado a cabo negociaciones
en las que el gobierno de Arabia Saudita ha desempeñado un papel,
incluso mediante entrevistas con funcionarios de los principales países
productores y exportadores, con vistas a aumentar coordinadamente la producción
de petróleo crudo para que los precios del mismo no sigan en los
niveles tan altos que han alcanzado.
A primera vista, puede parecer absurdo que los países
que venden petróleo crudo busquen que el precio no suba demasiado,
pues a mayor precio mayor ingreso para estos países. Pero los precios
del crudo tienen un comportamiento cíclico, y los precios altos
de hoy, si no se controlan, se traducirán en precios muy bajos mañana,
como ya ha sucedido. Precisamente lo que hoy vemos es, en buena medida,
resultado de un aprendizaje a partir de experiencias anteriores.
Se habla de que los precios muy altos pueden frenar la
economía mundial. Esto, a su vez, agregamos, bajaría la demanda
de crudo, y por lo mismo su precio. Pero, al mismo tiempo, los precios
muy altos hacen rentable el desarrollo de nuevas zonas petroleras que a
precios más bajos no lo son. Y si los precios altos duran lo suficiente,
esos desarrollos no se van a cancelar cuando los precios bajen.
Un ejemplo ya histórico es el del gasoducto de
Alaska, de la bahía de Prudhoe en el océano Artico, al puerto
de Valdez, en el Pacífico, en el sur de Alaska. Esa obra era cara
y difícil, y se había detenido a la mitad. Pero cuando subieron
los precios del crudo a varias veces su precio anterior, se hizo rentable
seguir con la obra y ésta se terminó en 1977. Como resultado
el mercado recibió casi 2 millones de barriles de crudo al día,
adicionales a la producción existente. En un momento dado, éste
y otros desarrollos, junto con la reducción del consumo de petróleo
caro por diversas vías, saturaron el mercado y estos precios primero
bajaron un poco y, en los últimos meses de 1985 y la primera mitad
de 1986, se desplomaron en medio de una guerra de precios. No por esto
se iba a tapar o desmantelar el oleoducto mencionado. Siguió operando,
al igual que muchos otros desarrollos motivados por los altos precios,
y el periodo de precios bajos se prolongó más de una década.
Más recientemente, los productores de dentro y
fuera de la Organización de Países Exportadores de Petróleo
se pusieron de acuerdo para controlar los niveles de producción.
Primero se trataba de recuperar el precio del petróleo, que andaba
por los suelos. Pero cuando esto se logró, el gobierno de Venezuela
planteó la necesidad de una banda de precios, de modo que éstos
no subieran demasiado y esto creara nuevamente las condiciones para un
nuevo desplome.
Ahora, que el gobierno de Venezuela está siendo
hostigado por la derecha y la ultraderecha de ese país, especialmente
en el ángulo de la producción petrolera, es el gobierno saudita
el que toma el relevo para coordinar la negociación entre los productores.
Es importante que la negociación vaya más allá del
reparto, que debe ser temporal y con mecanismos acordados para evitar un
desplome de precios, de la parte de producción que Venezuela no
puede aportar, en lo que el gobierno reconstruye la capacidad operativa
de su industria petrolera.
México, por un lado, debe participar en este proceso,
en esta línea. Como país que depende en alto grado de sus
exportaciones petroleras, nos interesa que en el futuro no caigan los precios
de las mismas hasta niveles bajísimos, como ha sucedido ya, por
ejemplo en 1986 y 1998.
Por otro lado, lo que pasa hoy en Venezuela ya nos pasó
a nosotros. Cuando la expropiación petrolera, las empresas expropiadas
se llevaron no sólo a sus técnicos sino los equipos que pudieron.
Sin embargo, los técnicos y trabajadores mexicanos pudieron levantar
la industria, aun en medio del bloqueo orquestado por las propias compañías.
Es elemental que nos solidaricemos, como en su momento recibimos la solidaridad,
con el pueblo de Venezuela y el gobierno que eligió democráticamente,
sumando nuestros esfuerzos a los de Brasil, para, por un lado, contribuir
a una salida pacífica y constitucional del conflicto, y por otro,
suministrando combustible a ese país mientras se restablece la operatividad
de sus instalaciones petroleras y medios de transporte relacionados. Sería
muy negativo el triunfo de los golpistas, que sólo toman la demanda
de una nueva elección como pretexto, pues la propia Constitución
venezolana abre la posibilidad de que a partir del próximo agosto
se convoque a un plebiscito para definir si el gobernante que fue electo
sigue en su cargo o no.