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MENSAJE DE LAS MUJERES INDIGENAS MEXICANAS A LOS MONSEÑORES
DE LA COMISION EPISCOPAL DE INDIGENAS
Estimados monseñores
Hemos recibido su comunicación enviada a la Primera Cumbre de
Mujeres Indígenas de la Abya Yala, términos que hemos decidido
utilizar para reivindicar nuestra historia y apropiarnos de ella. Con
mucho interés la hemos recibido, analizado y de igual manera tomamos
la decisión las delegadas presentes en esta cumbre de dirigirnos
a ustedes.
Muchísimas gracias por su interés en esta Cumbre y sus felicitaciones,
quiere decir que nuestro evento es un acontecimiento para el resto de
la sociedad mexicana. Nuestras reflexiones las hemos hecho a la luz del
discernimiento de las enseñanzas de nuestros antepasados que mantuvieron
un equilibrio con la madre naturaleza y todo lo que en ella tiene vida
y sobre todo a la luz de la justicia que es hablar con la verdad, les
enviamos de igual manera nuestras reflexiones de manera respetuosa, ya
que consideramos que la comunidad debe ir en esos sentidos, ir y venir
realmente, para clarificación y acercamiento de nuestras vivencias,
percepciones y concepciones de la vida y sobre las cosas que compartimos
en común en este suelo mexicano.
Por esto mismo reiteramos una vez más y lo repetiremos las veces
que sean necesarias, el irrenunciable derecho a la libre determinación,
para la concreción de nuestros derechos plenos. El desconocimiento
de nuestros derechos es un acto racista que genera violencia y no permite
avanzar en una nueva relación Pueblos Indígenas y Gobiernos.
Ya que existe una reiterada y sistemática violación a los
Derechos Humanos y Libertades Fundamentales, despojando las tierras y
territorios con promesas, compra de autoridades tradicionales y líderes
que se prestan a sus intereses, dividiendo así a los pueblos y
¿qué hemos obtenido las mujeres indígenas? Que las
autoridades le apuesten a la descomposición y al desgaste de nuestros
Pueblos, deteriorando aún más el tejido social que aún
persiste hoy en día con la llegada de la conquista espiritual.
Nos mandan al ejército y bandas policíacas y con ello llega
la agresión armada a nuestras comunidades, donde las mujeres son
blanco de violación, intimidación, hostigamiento y muerte.
Pese a todos estos atropellos siempre instamos al diálogo en todo
tiempo, aún conservamos la calma y la tranquilidad, pero vemos
con desánimo la actitud de nuestras autoridades gubernamentales,
de su ignorancia, su falta de compromiso serio y responsable para escucharnos
y de una vez por todas plantear la reforma del estado en donde exista
una política de Estado y no programas puntuales aislados que sólo
contribuyen a retardar la solución de fondo, de los problemas añejo
de nuestros Pueblos. Estamos en todo tiempo listas al diálogo,
dialoguemos, escuchémonos todos.
Reafirmamos nuestros principios que nos inspiran a recuperar y fortalecer
nuestros principios de reciprocidad, complementariedad, dualidad para
recuperar el equilibrio, nuestra lucha no es contra los hombres, nuestros
hermanos, padres, compañeros, esposos e hijos, es siempre contra
los sistemas que aniquilan la diversidad, oprimen, someten, nos sojuzgan
y explotan.
Nos corresponde a nosotras discutir, reflexionar sobre lo que se llama
usos y costumbres que atentan contra la dignidad y los Derechos Humanos
y sobre todo aquellas cargadas de violencia, como golpes a mujeres, de
igual manera estamos en contra del alcoholismo que es la muerte lenta
para nosotras y nuestros pueblos. No se preocupen, las estamos analizando
porque también creemos que nos ilumina la luz de la razón
y de la justicia y que esas cosas no deben permitirse, y consideramos
que aún hoy día para la sociedad nacional, incluida la iglesia,
desconocen el fondo de la justicia de los pueblos indígenas y actúan
con prejuicios, los instamos a un diálogo abierto y franco para
clarificar estos conceptos.
Ciertamente hoy podemos manifestar más plenamente nuestra espiritualidad,
lo que no pudieron hacer nuestros antepasados, porque lo hicieron a escondidas
y resultado de su desobediencia fueron arrojados a la hoguera. Para nadie
es oculto lo de la imposición de la evangelización y que
sobre la espiritualidad y los centros ceremoniales se fundaron las iglesias
en nuestros Pueblos. Las mujeres indígenas mexicanas somos mayores
de edad y tomamos nuestras decisiones para ejercer libremente nuestra
espiritualidad que es diferente a una religión y de igual manera
se respeta la creencia de cada quien. La religión católica
la acoge a quien le convence y cree en ella, la practica, la vive y da
frutos de ella.
Por eso nos sentimos con derecho a ejercer nuestro derecho de religiosidad
como pueblos indígenas, y nos inconformamos y rechazamos el hecho
que las autoridades correspondientes hayan negado a esta cumbre de mujeres
indígenas del continente a realizar la ceremonia de apertura en
el centro ceremonial de MONTE ALBAN.
Rechazamos esa actitud de negación, práctica sistemática
y reiterada que se da en los pueblos indígenas y ocupar los espacios
que nos corresponden como herederos de esa cultura y nos corta la relación
y conexión con nuestra historia, nuestros antepasados que son nuestro
presente.
Como mujeres indígenas estamos conscientes y muy orgullosas del
don que tenemos de ser madres, pero también respetamos la decisión
de cada mujer y cada pareja, de decidir el número de hijos que
pueda traer al mundo y decidir sobre sus cuerpos.
Respetamos las decisiones de la maternidad porque los hijos son el tesoro
más delicado y precioso que tenemos, pero también rechazamos
la injusticia de los hombres por su irresponsabilidad de dejarnos solas
a las mujeres con todas las responsabilidades de los hijos, en repetidas
ocasiones los hombres actúan sin miramientos y con actitudes muy
cómodas, los hombres renuncian a sus obligaciones, de igual manera
vemos con recelo las costumbres, normas y reglas que nos impone la educación,
la iglesia y la sociedad, que nos quieren en todo tiempo puras y santas.
Mujeres obedientes sin criticar, opinar ni protestar sobre las decisiones
que los hombres toman. Ejercemos nuestro derecho a expresar nuestro punto
de vista, para complemento y equilibrio de las decisiones, pero no somos
niñas para estar dependiendo y esperando las decisiones sobre nosotras.
Somos santa y puras porque siempre cuidamos de nuestros hijos, nunca los
dejamos abandonados. Siempre expresamos y practicamos nuestra solidaridad
y apego a la familia, entendiendo a la familia en un concepto más
amplio, que no solamente se compone de la esposa-esposo y los hijos, sino
sobre nuestras familias extensas, que son siempre en sí solas una
comunidad.
Confiamos y tenemos mucha fe y esperanza de los valores que transmiten,
la sabiduría e inteligencia que nos inspira, guía e ilumina
en nuestra lucha por nuestros derechos humanos como pueblos indígenas
y como mujeres pertenecientes a esos Pueblos. Luchamos por una sociedad
pluricultural, respetuosa, incluyente, donde se privilegie el diálogo,
la solidaridad, la justicia y la verdad.
¡Por la libre determinación y autonomía de los Pueblos
Indígenas!
Respetuosamente
Mujeres Indígenas Mexicanas participantes en la Cumbre

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