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Rosa Rojas

 
En la Primera Cumbre de Mujeres Indígenas de las Américas

Frente a críticas de jerarcas católicos, indígenas mexicanas reafirmaron su derecho a decidir sobre sus cuerpos y su maternidad

Con el autoritarismo infinito del que suelen hacer gala muchos ministros de culto 舑sea cual sea la religión que profesen- que hablan desde la certeza de ser los poseedores de la 舠verdad absoluta舡 que anula la de los demás, cuatro prelados católicos se permitieron regañar a las más de 300 delegadas participantes en la Primera Cumbre de Mujeres Indígenas de las Américas, efectuada en diciembre pasado en la ciudad de Oaxaca, acusándolas de sostener 舠enfoques reducidos舡, de plantear, en lo referente a la libre determinación y autonomía de los pueblos indígenas, 舠alcanzar sus fines por medio de una serie de sugerencias que incitan a la violencia舡 y de una 舠marcada ideologización舡 en su crítica a la globalización económica.
Los jerarcas 舠lamentaron舡 que la Cumbre pretendiera, según ellos, 舠imponer el concepto de derechos sexuales y reproductivos que implican programas de control poblacional que atentan contra el valor de la maternidad y de la vida, conceptos fundamentales en las culturas indígenas, hecho muchas veces denunciado por los pueblos indígenas舡. Con esa frase los obispos manipulan los conceptos, como si fuera un atentado contra las culturas indígenas la decisión de utilizar anticonceptivos para planificar la familia y como si no fuera esto, muchas veces, un deseo y una decisión de las mujeres indígenas; como si ellas no tuvieran derecho a decir 舠no舡 a la maternidad en determinados momentos; como si ellas no tuvieran derecho a tener derechos sexuales 舑incluido el derecho al placer-; como si hablar de derechos reproductivos fuera sinónimo 舑que no lo es, sino al contrario- de permitirle a los estados imponerle a cualquier mujer, no sólo a las indígenas, o la esterilización forzada o la maternidad forzosa.
Criticaron los prelados en su documento que la visión de la Cumbre, según ellos, viera al cristianismo 舠como forma de vida contraria a la cosmovisión indígena舡 y pusieron en tela de juicio algunos usos y costumbres como castigos a fuetazos, mutilaciones, linchamiento o 舠quema en el fuego舡 (cosas que nadie estaba defendiendo) afirmando algo que muchas mujeres indígenas han dicho en todos los tonos sin que la sociedad en general, incluyendo por lo que se ve a esos obispos, las haya escuchado : 舠no todos los usos y costumbres son aceptables sólo por ser indígenas; hay que confrontarlos con la conciencia de la dignidad humana y el avance del derecho舡.
Hubo un pronunciamiento de la propia Cumbre al respecto, pero también hubo una respuesta consensada, de las cerca de 40 delegadas mexicanas *, que el 4 de diciembre le replicaron 舠a los monseñores舡 que ellas ya son ''mayores de edad'', que tienen el ''irrenunciable derecho a la libre determinación'', que "cada mujer y cada pareja'' tienen derecho a decidir el número de hijos que pueda traer al mundo ''y decidir sobre sus cuerpos'', y que les corresponde a ellas reflexionar y combatir los usos y las costumbres que atentan contra la dignidad y los derechos humanos.
''Como mujeres indígenas estamos conscientes y muy orgullosas del don que tenemos de ser madres, pero también respetamos la decisión de cada mujer y cada pareja de decidir el número de hijos que pueda traer al mundo y decidir sobre sus cuerpos...舡 agregaron subrayando 舠rechazamos la injusticia de los hombres por su irresponsabilidad de dejarnos solas con todas las obligacioones y responsabilidades de los hijos; en repetidas ocasiones los hombres renuncian a sus obligaciones".
En el mensaje, leído por Juana Vázquez, de Yalalag, Oaxaca, afirmaban también: ''de igual manera vemos con recelo las costumbres, normas y reglas que nos impone la educación, la Iglesia y la sociedad, que nos quieren todo tiempo puras y santas. Mujeres obedientes sin criticar, opinar ni protestar sobre las decisiones que los hombres toman. Ejercemos nuestro derecho a expresar nuestro punto de vista para complemento y equilibrio de las decisiones, pero no somos niñas para estar dependiendo y esperando las decisiones sobre nosotras''. Estas son palabras de mujeres. Indígenas que defienden su cultura como algo vivo, conscientes de que ellas son sus principales transmisoras.