La Jornada Semanal,   domingo 5 de enero de 2003        núm. 409
Juan Carlos Plata González

Hasta los mejores

Ni con esos nombres legendarios he podido convencer a mi jefe de que los porteros tenemos un chingo de cosas buenas. Para él no hay más que Pelé, Maradona, Dennis Berkamp, Benjamín Galindo, Zinedine Zidane.

Para Fernando, que por su manera de tirarse creo que quiere ser portero como yo
Miguel Fematt, Esperen. Este es el tiempo, 2001Mi jefe dice que para ser portero se necesitan dos cosas: ser un huevón y ser pendejo para jugar la media.

Aunque lo respaldan casi treinta años de pasear sus talentos por lo polvorientos campos de la liga dominical, sigo creyendo que exagera.

Uno desde la portería es pieza clave del equipo, en las áreas no hay jugadas irrelevantes, todo lo que haga o deje de hacer es importante. No por nada me he llevado tres veces consecutivas el trofeo al mejor portero de la liga, jugando para el Valencia FC de la colonia 21 de Abril.

EL TIRO DE ESQUINA favorece al Valencia, el cobro es justo al punto de penal, el salto de por lo menos cinco camisetas hace imposible distinguir quién es el que hizo contacto con la bola que sale disparada hacia la media cancha.

El que toma la pelota es Morales, el bajito jugador habilidoso, campeón de goleo cuatro temporadas consecutivas; el contraataque del Atlas es inminente y peligroso.

CAMINAR UNOS CUANTOS PASOS hacia atrás, esperando que llegue un defensa para tapar la salida a velocidad, no te desesperes, cuando sea el momento justo te puedes tirar por la bola, no ahora.

Por ejemplo, ¿Qué pasaría si ahorita no hubiera portero? Sería gol seguro, este animal ya hubiera tirado a la portería y parece apache, no hubiera fallado.

¿Y los penaltis? Es a toda madre parar un penalti. Goycoechea en el mundial del ’90 se lució, a Peter Smeichel y sus casi dos metros de estatura era casi imposible meterle un penal, por gente como ésa es que creo que mi papá está equivocado.

Chilavert es un toro, ya está viejo, pero es una maravilla, además tira a gol como los mismos ángeles. Higuita era un show, ese cabrón se divertía mientras sacaba balones de gol con espectaculares escorpiones.

DESPUÉS DE UN CAMBIO de juego de izquierda a derecha en relación al ataque del Atlas, y de una pared vertiginosa, al defensa del Valencia fc no le queda otra más que patear con premeditación, alevosía y ventaja al atacante atlista.

Mientras el fauleado se retuerce en el suelo y sus compañeros piden para el agresor una orden de aprehensión, de inmediato se colocan por lo menos tres "valencianos" frente al balón para evitar el clásico madrugete.

Obviamente el Valencia se queda con diez jugadores.

¡PINCHE BUITRE!, SIEMPRE HA de salir con su tarugada, faltan cinco minutos para acabar el juego, estamos cero a cero, vale madre.

Ahora, también hay porteros voladores; Harold Schumacher, el alemán; un holandés buenísimo, Hans Van Breukelen, era de ésos que sacaban tiros volando de poste a poste; Miguel Marín, "el Gato", "el Supermán", atajadores espectaculares; yo me he aventado dos que tres vuelos de grandes ligas, paradones que todos en el pinche deportivo han aplaudido, y eso que apenas tengo veintiún años.

Mi jefe vio jugar a grandes porteros, a Lev Yashin tal vez ya no, pero a Gordon Banks sí. Pero el único comentario que le he escuchado a mi papá sobre Gordon Banks es que deberían haberlo matado por no dejar que entrará ese cabezazo de Pelé en el mundial del ’70, ¡chale!

HAY TRES HOMBRES DETRÁS de la pelota colocada a dos metros de la línea del área grande, la enorme barrera da unos pasitos para adelante tratando de que el árbitro no tenga tiempo de echarlos para atrás.

Los posibles tiradores siguen gritándole al silbante que no cobrarán hasta que la barrera esté a la distancia; los cinco hombres del Valencia ponen cara de yo no fui, mientras el árbitro vuelve a marcar los 9.15 metros reglamentarios; en efecto, estaban adelantados por lo menos un par de metros.

NI CON ESOS NOMBRES legendarios he podido convencer a mi jefe de que los porteros tenemos un chingo de cosas buenas. Para él no hay más que Pelé, Maradona, Dennis Berkamp, Benjamín Galindo, Zinedine Zidane.

Si no eres un genio con la pelota en los pies, si no haces magia con el balón, para mi papá eres un pendejo.

Si el portero se lanza a tiempo y en un lance espectacular saca un tiro que llevaba dirección de gol, para mi papá el tirador es el que no sirve, el portero es un simple accesorio el juego.

–¿Y Óscar Córboba? ¿Y "el Conejo" Pérez? ¿Y "el Loco" Gatti? ¿Y Oliver Kahn?, le digo tratando de convencerlo.

–No sirven si no juegan en el campo –responde sin inmutarse.

Aún con todo, los ceros a favor son más míos que del equipo, aunque nuestros goles no me pertenezcan.

Ya, ya viene.

LA MARAÑA DE PLAYERAS rojiblancas y blancas con negro no deja ver la posición del balón, la trayectoria ni imaginarla; el portero tendrá que adivinar o jugársela a los muy buenos reflejos.

El árbitro hace sonar su silbato, los tres posibles tiradores encarreran, dos pasan por encima de la bola, el tercero la conecta con el empeine del pie derecho, la trayectoria es a mano izquierda del portero que ya se mueve hacia ese lado.

La pelota viaja a penas unos treinta centímetros separada de la tierra, golpea la pantorrilla del último hombre de la barrera, el número 6, y se desvía; ahora viaja lentamente hacia el lado derecho de la meta valenciana, desguarnecida por ese flanco.

El portero, incapaz de reaccionar ante tan poca distancia y tanta velocidad, se queda parado y mira cómo, apenas rodando, el balón toca la red.

¡PINCHE MALA SUERTE! Si nadie hubiera tocado la pelota habría venido directamente a mí.

Roberto mira desconsolado el balón, ahora quieto entre la red, mira a la banda y encuentra a su padre con mirada de te lo dije, y negando con la cabeza. Sabiéndose derrotado emprende la penosa caminata hacia el interior de la meta, pero aún en ese momento, dice para si:

–Hasta los mejores alguna vez han tenido que sacar la pelota de la red.