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TARJETAS DE
FELICITACION

EL ANTECEDENTE más antiguo que se conoce es una hoja dibujada en 1450 deseando feliz año nuevo; las primeras tarjetas producidas en serie son europeas, grabadas en madera e impresas en 1842, en las que se representaban banquetes victorianos y la repartición de comida a los necesitados y pobres, significando buenos deseos; con las frases alegre Navidad y feliz año nuevo, y dos renglones para poner el nombre del remitente y el del destinatario. En un principio las ediciones fueron cortas y estaban destinadas a acompañar regalos o a ser entregadas personalmente. Se sabe que es cerca de 1846 cuando se producen comercialmente.

Las tarjetas impresas deseando parabienes en el año nuevo se difundieron en nuestro país hacia principios del siglo pasado; las primeras se editaron en tamaño postal. Al principio los modelos venían de fuera, poco a poco los artistas y artesanos mexicanos crearon diseños con motivos locales y las frases que antes se traducían tomaron tonos de la tierra. Los buenos deseos se extendieron para las fiestas de posadas y Navidad, y se incluyeron motivos alusivos.

Con el paso de los años los modelos se multiplicaron, cambiaron los materiales y se diversificó el sentido mismo de las tarjetas de felicitación. En el país llegaron a ser muy populares por los años 1960; algunas de las oficinas de correos se saturaban por el volumen adicional que representaban los miles de tarjetas y paquetes que se cursaban o intercambiaban durante las fiestas de fin de año y el año nuevo. Hay que recordar que por entonces la selección de la población, la colonia y el destinatario se hacía manualmente pieza por pieza.

Políticos, funcionarios y empresarios tomaron por 1950 la tarea de mandar cientos de tarjetas, sin imagen, con frases muy formales, impresas en blanco y negro, y por lo general despersonalizadas.

Una costumbre de esa época era la de compartir los afectos colocando las tarjetas recibidas en un lugar concurrido de la casa. Las tarjetas son una forma de hacerse presente en esta temporada y desear éxito en el año por venir. El intercambio de buenos deseos por medio de tarjetas, aunque ha disminuido por la presencia de otros medios de comunicación, permanece vital. Más reciente es el uso de las tarjetas de felicitación como anuncio comercial.

Desde que se popularizó el envío postal de tarjetas, las imprentas pequeñas y medianas, hicieron catálogos para que los vendedores las promocionaran antes de la temporada; previa selección y pago, se imprimían personalizadas. A su vez estas imprentas las adquirían ya impresas a color y se dedicaban a poner el nombre del remitente y la frase alusiva seleccionada por el comprador; los hacedores de frases se empeñaban en acuñar nuevas año con año. Cada imprenta ofrecía a sus clientes un número de frases para representar los sentimientos de la colectividad en las impresiones masificadas.

Las imágenes son variadas; entre las más frecuentes están: los paisajes nevados, esferas, árboles de Navidad, estrellas, luces faroles, y fuegos artificiales; representan la Navidad y las posadas. En año nuevo son frecuentes velas que se consumen, relojes con las agujas cerca de las 12; calendarios que se deshojan recuerdan el fin del año; niños y ancianos significan año nuevo. Entre las de principio del siglo XX los treboles y herraduras son el deseo de buena suerte. Por los años 1980 fueron famosas en el mundo las pintadas por el artista colimense Alejandro Rangel.

También las hay pintadas por los remitentes, otras con excelente caligrafía, las más con algún mensaje personal lleno de buena voluntad y cariño.
 
 
 

 
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