MELON
Luis Angel Silva
Los que se fueron
ENTRE LOS SONEROS que me impresionaron y sigo recordando con admiración se encuentra Panchito Morales que, por desgracia, emprendió el viaje sin retorno el 21 de diciembre de 1999. šVaya sonero! Lo conocí en 1947 cantando con el conjunto Kaunabó, de Pablo Roa, en el cabaret Victoria (ya desaparecido), que se ubicaba donde ahora está el Cine Cosmos. En el piano estaba Fayo Cabrera y en el bongó el policía Efrén Malpica, cábula contumaz.
EN ESE TIEMPO yo trabajaba de auxiliar de contador en la Nacional de Clavos y cada vez que mi bolsillo lo permitía visitaba lugares donde se ejecutara son. Por lo general, en el Victoria empezaba mis recorridos para seguir en el Beny, que se encontraba casi enfrente, y terminaba donde en vez de "bolsa saca" hubiera "bolsa seca", es decir, hasta que se agotara el efectivo.
UNA NOCHE ME encontré con la sorpresa de que ya Panchito había dado un salto enorme. Eduardo Periquet lo había incorporado a su conjunto, que actuaba en el Río Rosa. Allí ocupaba el puesto de Benny Moré, Vicentico Valdés, Kiko Mendive, Lalo Montané y otros famosos que Periquet había tenido como cantantes.
EL CONJUNTO DEL Río Rosa era una constelación de estrellas: Daniel de la Vega al piano, Andresito Mucha Trampa en el bajo, Modesto Durán en el tambor, Clemente Piquero Chicho -que años más tarde formaría parte de la Banda Gigante del sonero de Las Lajas- en el bongó y, en diferentes etapas los trompetistas Carabela, Florecita, Manolo Berrío y Agustín Montes Chico Changote. Como había dos trompetas en el grupo, todos estaban junto al una vez miembro del Conjunto Casino, con el cual llegó a México: Eduardo Periquet, maestro de sabor incomparable.
CON ESA GALAXIA se encontró Panchito, a la cual dejó para entrar con Pérez Prado, más tarde Chucho Rodríguez y, después, rencontrarse con Fayo Cabrera y formar un grupo extraordinario, en el que Homero Jiménez colaboró con sus composiciones, su sapiencia de sonero y su bonohomía.
Unión de muchos años
LA UNION DE Fayo y Panchito duró muchos años. Terminó cuando Francesco (así solía llamarlo) se convirtió en fundador del Yímbola Combo y, más tarde, formó su propio grupo, El Son del Callejón. Cabe hacer notar que viajó a Ciudad Juárez, Laredo y Tijuana para cumplir exitosas temporadas, así como grabar, por primera vez con la orquesta de Pepe Castillo, El baile del pingüino.
DURANTE SU ESTANCIA con Pérez Prado hizo coro para Benny Moré en varios números, lo cual comprueba la calidad de sonero fino que por dueño tuvo a Panchito Morales. Este, su asere, formó pareja con Francesco durante un año en el conjunto de Periquet. También actuábamos los domingos en El Fénix. Nuestra amistad fue a prueba de balas, con base al respeto y admiración que siempre le brindé. Para mí es uno de los mejores de México y superior a muchos de los nacidos en otros lares.
DIGO ESO PORQUE, al igual que otros soneros, para mí no han muerto. Me quedan sus grabaciones, los recuerdos de momentos que pasamos juntos, las alegrías y tristezas que nos tocaron por igual y, sobre todo, esa amistad que nos unió por muchos años. Espero que Panchito forme parte de la guerrilla celestial, a la cual deseo pertenecer, pero en un futuro muy lejano.
TAMBIEN RECUERDO CON el cariño y admiración de siempre a Luis González Pérez, Manuel Osorno Buendía Manolo; al Gordo Pablo Zamora Peregrino (sobrino de Toña la Negra), tresero y percusionista de ligas mayores; Agapito Silva, trompetista y sonero por antonomasia. Faltan muchos más, pero en esta ocasión, porque me envuelven la nostalgia y el ambiente propio de este mes, les dedico un pensamiento sonero con el agradecimiento de quien pusieron a gozar, como diría Arsenio Rodríguez, de una manera espantosa. Que Dios los tenga en la gloria.
PARA FINALIZAR, MONINA, le deseo felicidades no sólo en estas fechas, sino en el resto de su existencia. šVale!