Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Lunes 23 de diciembre de 2002
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Cultura
El pintor español presenta hasta el 23 de enero Muestra antológica, en el Cuevas

Fernández de Molina se inclina por lo clásico

Su obra, inscrita en la tradición; no comulga con instalaciones y montajes, explica

MERRY MAC MASTERS

La aparición de Javier Fernánez de Molina (Badajoz, 1956) en el panorama de las artes plásticas españolas, en la década de los ochenta, coincide con un retorno significativo a la pintura-pintura.

-¿Cuál sería su postura frente al arte de vanguardia, la tecnología, ya que su obra está más dentro de la tradición?

-Sí, estoy dentro de esa tradición, pero no estoy cerrado en absoluto. De hecho, acabo de hacer un trabajo con la Calcografía Nacional, unas reproducciones digitales de obra gráfica. Con lo que no estoy muy de acuerdo, y lo veo muy superfluo, es toda la cuestión de instalaciones y montajes. Eso ya me interesa bastante menos. Lo que sí me interesa es el sistema de reproducción de lo clásico, de grabado, litografía, xilografía o cualquier técnica. Ahora la impresión digital, por ejemplo, da unas posibilidades que Goya o Rembrandt, de haberlas tenido, hubieran hecho menos grabado y más impresión.

Una Muestra antológica -medio centenar de pinturas, curada por José-Miguel Ullán- de Fernández Molina permanecerá hasta el 23 de enero en el Museo José Luis Cuevas (Academia 13, Centro Histórico). La exposición fue organizada por el Museo Extremeño e Iberoamericano de Arte Contemporáneo, en Badajoz.

El artista tiene un especial interés por el flamenco. Fue muy amigo del cantaor Camarón de la Isla, con quien colaboró en trabajos discográficos. Al respecto comenta: ''Me ha influido mucho su poder de trasladar su sensibilidad a la música". Al respecto Ullán ha escrito: ''La imagen sale en busca de su latido. Y le gusta al pintor que así sea, que algo parezca oírse en su pintura. Resonar de pasos. Batir de alas. Bramar de olas. Un silbido. Un gorjeo. Un zapateado. Un aliento. O el tiri-tiri-tiritar de Camarón de la Isla...''

Pero más allá del buen cantaor, guitarrista o bailaor, a Fernández de Molina le interesa el mundo gitano en sí. Y aunque hay muy buenos intérpretes que no son gitanos, ''el flamenco gitano es el que más me interesa'', reitera, ya que cree que es el "más puro", además.

Terminada la escuela por 1980, y al empezar a hacer una obra "más personal", fue "un poco expresionista, un poco tocado de lo que es la historia del arte. Tomaba un poco de todo lo que se llamaba vanguardia de principios de siglo, que es lo que me ha interesado siempre". Acerca del trabajo del extremeño, Alberto Blanco escribe: ''Y lo que vemos que pasa en estos paisajes, en estos bodegones, es que pasa muy poco, o que, en cuanto a la anécdota, casi no pasa nada. O, mejor dicho, vemos que lo único que de verdad pasa en estos cuadros es la pintura. O pasa el espectador frente a la pintura. Y lo que pasa es la vida. Porque, a fin de cuentas, la vida es justamente lo que pasa''.

A primera vista parece que la obra de Fernández de Molina se haya hecho más abstracto. Para el artista se trata de una ''evolución'' en el sentido de quitar "lo anecdótico desde el punto figurativo". Pero "sigo siendo figurativo, incluso a veces demasiado". Añade: "La época en que estuve en la Escuela de Bellas Artes era una cosa mucho más raro de, digamos, estudios de la forma. Entonces, mi estudio de la forma es partiendo de la realidad pura y dura para llevarla a mi forma de expresión".

Más adelante, agrega: ''Una cosa es el motivo y otra es la forma de hacerlo". En cuanto al tratamiento pictórico, "parto de los maestros. Por poner un ejemplo, desde Goya hasta todos los impresionistas, todos los clásicos. Realmente se parte de lo clásicos y de todo lo que conocemos, pero también parto de la pintura rupuestre. Si no hago ese cuadro no hubiera hecho ese otro. Es algo que sale sobre el trabajo que vas haciendo. Es pura evolución; no llevo nada premeditado. El cuadro anterior es lo que te da el siguiente''.

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