Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Viernes 20 de diciembre de 2002
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Mundo
Gobierno y oposición dejan como árbitro a la Fuerza Armada Nacional, dice Arturo Sosa

La radicalización empuja a Venezuela a la anarquía, advierte analista

Existe la opción de una autoridad cívico-militar de unidad nacional y transición, sostiene

GERARDO ARREOLA ENVIADO

Caracas, 19 de diciembre. La radicalización y el pragmatismo extremos del gobierno y la oposición empujan a Venezuela a la anarquía y dejan a la Fuerza Armada Nacional (FAN) como árbitro y ante la opción de una salida cruenta y dictatorial, dice Arturo Sosa, el provincial de la Compañía de Jesús en el país y uno de los más reconocidos analistas de la política y la sociedad locales.

Politólogo y doctor en historia y sociología y ex profesor universitario, Sosa explica, sin embargo, que existe la opción de un gobierno cívico-militar de unidad nacional y transición, como el que siguió al derrocamiento de la dictadura de Marcos Pérez Jiménez en 1958.

Jefe de los jesuitas venezolanos desde hace seis años, Sosa representa a uno de los think tank más reconocidos en el país. Acaba de concluir un ensayo de coyuntura que llamó Abril en diciembre, aún inédito, y cuyo texto facilitó a La Jornada. Sus tramos principales son los siguientes:

-Dos caminos: "La sociedad venezolana sigue viviendo una tensión entre dos cursos de acción que hemos denominado salida institucional y transición dictatorial". En la confrontación, una parte "pretende vencer o eliminar al polo contrario".

-La Mesa: La Mesa de Negociación y Acuerdos (MNA) "es una señal que tanto en el chavismo como en la oposición hay corrientes dispuestas a recorrer el difícil camino de la negociación, aunque persiste la duda de si ambas delegaciones están realmente en capacidad de comprometer al conjunto que representan." Reúne a "polos antagónicos, cada uno de los cuales se siente "mayoría" y percibe contar con la fuerza suficiente para derrotar al contrario, sus líderes estarán inclinados a aumentar la presión social para eliminar al contrario y no para negociar (...) Es uno más de los campos de batalla en los que se tiene que vencer y cualquier gesto de acuerdo se interpreta como debilidad, desesperación o inadmisible "paso atrás".

-Paro: El paro opositor está "alimentado por los radicalismos de ambos bandos, las torpezas del Ejecutivo y el impacto de la reducción al mínimo de la actividad petrolera (...) ha servido, sobre todo, para confirmar en sus posiciones a los que estaban radicalmente convencidos".

"A medida que pasan los días, a la oposición se le hace cada vez más difícil levantar el paro sin aparecer como derrotadas. Por eso, aunque confía en que las consecuencias de la paralización petrolera agudizarán la crisis al punto de doblegar al gobierno, debe estar preparando alternativas de desenlace (...) que pueda aparecer como victoria; por su parte, el chavismo y el gobierno parecen dispuestos a soportar el tiempo que haga falta y, desde una posición dura, ejecutan un plan para romper el paro (...) En este contexto se explica el ambiente de violencia que se percibe en el país y las tensiones que provoca en la vida personal y colectiva."

-Elecciones ¿para qué?: Reducirlas a "la ratificación o destitución del presidente, lo que hace es posponer la creación de las condiciones para conseguir la estabilidad política, económica y social, ingrediente necesario de la superación pacífica de la crisis". La consulta tiene "pleno sentido si se logra ubicarla en un horizonte nacional que trascienda a las partes en contienda y, al mismo tiempo, incluya sus puntos de vista".

-Acuerdo nacional: El llamado a elecciones debe implicar "un acuerdo nacional, con un programa de corto plazo en política social para atender el impacto del empobrecimiento, en política económica para iniciar la salida de la recesión y de fortalecimiento de las instituciones públicas".

-¿Gobierno de unidad nacional?: "En este momento es pertinente la pregunta sobre si una auténtica salida no implica la formación de un gobierno provisional o gobierno de unidad nacional".

"Se puede seguir el modelo de transición entre la dictadura" militar y el Sistema de Conciliación de Elites y Partidos Políticos de enero de 1958 a febrero de 1959. Las fuerzas armadas que "venían de ser gobierno (...) aceptan regresar a ser una fuerza garante de un régimen emanado de la voluntad popular y se ocupan de garantizar el orden público, con lo que se logra conjurar la violencia (...) Luego se encontró un grupo de personas capaces para ejercer el gobierno (...) quienes no tenían pretensiones de mantenerse en ellas una vez concluida la transición".

-Transición: "Una transición de esta naturaleza permitiría un necesario proceso de deslindes políticos, hoy ocultos por la polarización radicalizada. La unidad que hoy ostenta la oposición está motivada exclusivamente por el objetivo común de expulsar a Chávez (...) esconde las contradicciones de las visiones distintas del país existentes, incluso incompatibles unas con otras, en su interior, que no se han confrontado por el momento de la lucha, pero que tendrán que hacerlo a la hora de encontrar un acuerdo sobre el horizonte de largo plazo y el programa para alcanzarlo. En el chavismo sucede algo análogo. Conviven visiones contradictorias de la transformación que se quiere impulsar, además de la ausencia generalizada de planes consistentes para llevarlas a cabo."

-Transición dictatorial: "El escenario confrontador por el que se avanza hacia la transición dictatorial ha cobrado fuerza en relación a las posibilidades de negociación para una salida institucional. El factor que más influye en esa dirección es el deterioro de la ética política (...) el engaño y la mentira llegan a justificarse como instrumento político, así como el recurso a la violencia e incluso la guerra (...) Esta especie de todo vale con tal de mantener o lograr el poder político es una pendiente inclinada al autoritarismo y la dictadura con costos muy altos (...) A esto se une la prevalencia de las visiones más radicales" en ambos lados.

"Se trata de una tendencia a la anarquía política (...) sólo controlable por la acción directa de la Fuerza Armada", que puede terminar "imponiendo un régimen de mano dura (...) a sangre y fuego.

-Factor militar: La FAN "se convierte en el actor que inclina la balanza a un lado o al otro (...) si se mantiene fiel al gobierno tendrá que enfrentar la movilización opositora incluso con una fuerte represión, especialmente si se llega a extremos de paralización o conmoción que exijan la declaración de un estado de excepción. Si, por el contrario, la FAN opta por la desobediencia al gobierno tendrá que enfrentar al presidente, sus aliados, incluyendo, posiblemente, algunas unidades militares y las organizaciones populares que lo apoyen, también a base de una fuerte represión".

-Iglesia católica: "No tiene ningún papel en la disputa sobre el poder político (...) Si en algún momento la Iglesia católica ha producido la percepción o ha realizado acciones fuera de su rol, está llamada a reconocerlo y corregirse".

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