Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Jueves 19 de diciembre de 2002
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Política

Octavio Rodríguez Araujo

El IVA a las revistas

En los tiempos de la esclavitud en Estados Unidos los afroamericanos del sur tenían prohibido aprender a leer y a escribir. Sólo los hombres libres podían hacerlo, y en realidad las escuelas eran un privilegio para quienes ya gozaban del privilegio de tener recursos suficientes para mandar a sus hijos a estudiar. En Europa no era muy diferente, pese a que la esclavitud ya había sido abolida. Los pobres, sobre todo del medio rural, no tenían la instrucción suficiente (si alguna) para leer y escribir. Era un problema de clase social. La nobleza y la burguesía eran las únicas clases con acceso a la escuela. Todavía en la Gran Bretaña se habla de gente educada y culta (educated people) y sin educación e inculta (uneducated people), más que de clases sociales, hasta por la forma de hablar y la pronunciación.

Esa restricción a los esclavos y en general a los pobres se logró superar con el tiempo al extenderse la educación (y el acceso a ésta) a todas las capas sociales, mediante las escuelas públicas y gratuitas y una especie de igualdad de oportunidades para todos, independientemente de la clase social, de la raza o de la religión. No digo que no hubiera discriminación, puesto que todavía existe, pero por lo menos en teoría nadie perdería esa posibilidad de aprender a leer y a escribir por razones no estrictamente de aptitud.

De unos años para acá el índice de desarrollo humano (IDH) en todas las estadísticas por países incluye el porcentaje de alfabetismo y escolarización. Son indicadores de desarrollo que se han conquistado con los avances democráticos que tanto se critican desde las posiciones maximalistas del presente.

Uno de los logros democráticos en las tradicionales sociedades predominantemente musulmanas, por ejemplo, ha sido que las mujeres puedan ir a la escuela y hasta estudiar carreras universitarias. Regímenes atrasados como el talibán en Afganistán impedían estudiar a las mujeres. Algo ha dado la democracia, a pesar de sus imperfecciones.

En México, en cambio, la construcción de la historia va en sentido contrario. Gracias al gobierno de Fox y a los diputados del PRI y del PAN, el ejercicio de leer y escribir se está dejando, cada vez más, a los miembros de las clases privilegiadas, a quienes tienen más recursos para acceder a la lectura. El impuesto a las revistas las hace poco accesibles a la gente de escasos recursos, imposibles para millones de mexicanos.

Si ya es grave, muy grave, que por razones estructurales de pobreza muchos mexicanos no puedan asistir a la escuela para aprender lo suficiente para leer libros o incluso un periódico (problemas de vocabulario, de comprensión de lectura), con el impuesto a las revistas, por frívolas que puedan ser, se reduce todavía más el número de personas que leen.

Los cómics, por ejemplo, fueron nuestras lecturas "no obligatorias" cuando éramos niños, significaban un ejercicio de comprensión, ayudado por la imagen, y también ampliación del vocabulario. ƑNo es el recurso que usan los gobiernos para facilitar la comprensión de la gente sobre un servicio público o una nueva política? Los dibujos, los monitos, han servido para explicar trámites incluso electorales o de otra índole. Pero ahora resulta que esas revistas, como tantas otras, no sirven, son negocio (que sí lo son y siempre lo han sido, como tantas otras cosas) y, por lo tanto, hay que hacerlas más costosas, menos accesibles, más elitistas. Y de paso, con el impuesto al valor agregado (IVA), se encarecen también las revistas de información y análisis, de política, de cultura y hasta las académicas y científicas.

De golpe, los brillantes diputados, supuestos representantes populares, nos regresan a mediados del siglo xix, cuando la palabra escrita y su ejercicio como forma de comprensión, de cultura y de progreso eran sólo para los sectores privilegiados de la sociedad y, no menos importante, una forma de dominación sobre los demás, sobre los ignorantes, sobre la gente con dificultades para pronunciar palabras complicadas por falta de práctica y de conocimiento, sobre los que seguirán destinados a la incultura, a la incomprensión del lenguaje (base de la comunicación), a la información sesgada y parcial que brindan la radio o la televisión.

En 2001 (para el presupuesto de 2002) se logró evitar el IVA a periódicos, libros y revistas. Ahora los diputados se lanzaron contra las revistas y no se han querido dar cuenta (Ƒserá?) de que están haciendo lo mismo que han hecho siempre los caciques de pueblo: favorecer la estupidización de la gente, los diputados con el IVA a las revistas, los caciques con alcohol, fiestas religiosas e ignorancia. Mientras tanto la televisión y la radio, enormes imperios económicos que no representan en general las revistas, ganan y favorecen a un país de oyentes en lugar de lectores.

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