Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Sábado 14 de diciembre de 2002
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Cultura
PREMIOS NACIONALES /JUAN RIVERA, GALARDONADO EN ARTES Y TRADICIONES POPULARES

El último de los creadores de ánimas

AHORA LOS ESMALTES SE COMPRAN, YA NO HAY QUE PREPARARLOS, DICE

El retablero aprendió de su padre el oficio, que está en vías de desaparecer

ARTURO JIMENEZ ENVIADO

Cadereyta de Montes, Qro. Todos aquí en Cadereyta saben dónde vive don Juan Rivera García: ''Hacia allá arriba, por esa calle, en una casa de dos pisos". Y también conocen cuál es su oficio: retablero, es decir, creador de esos pequeños cuadros de latón y a veces de madera o yeso con imágenes religiosas llamados ''cruces de ánimas" y ''exvotos".

Lo que tal vez no sepan los de Cadereyta, o por lo menos la mayoría, es que el retablero Juan Rivera García (1926) es uno de los tres ganadores este año del Premio Nacional de Ciencias y Artes en la categoría de artes y tradiciones populares.

En las imágenes de los exvotos o retablos aparecen divinidades y, casi siempre hincada y con una vela encendida, la persona que lo manda crear. Abajo, en una leyenda breve, el creyente pide un favor o milagro o le agradece éstos a un santo, a una virgen o a Dios. Los cuadros son bendecidos y depositados en las iglesias.

En cambio, las ánimas tienen un sentido funerario y son un poco más grandes que los retablos, aunque se sostienen en una base también de latón. En ellas aparece casi siempre una cruz rodeada con escenas religiosas, además del retrato y nombre del o los difuntos a quienes se dedica.

Las ánimas se mandan a hacer para recordar o rezarle durante el velorio a la persona fallecida, en la capilla familiar o en el altar que le ponen el Día de Muertos.

Otra cosa que quizá desconozcan los paisanos de don Juan es que el arte que heredó estuvo en auge durante los siglos XVIII y XIX, que sobrevivió con decoro en el XX, pero que ahora, en el XXI, está a punto de desaparecer, porque ninguno de sus nueve hijos quiso aprenderlo de lleno.

''Todos ellos tienen su trabajo, les dan vacaciones, aguinaldo, y no quieren agarrar este trabajito, porque es aventurero: cuando hay trabajo, hay, y cuando escasea, escasea también. El que ya sabe algo es mi hijo Pepe, que trabaja en la presidencia municipal."

Las paradojas de don Juan

En su casa que todos conocen, este artesano tiene dos talleres para trabajar: uno en la planta baja, en el que corta las láminas con tijeras y hace reparaciones de niños dioses y diversos objetos religiosos, y otro muy pequeño en la azotea, como si quisiera esconderse para pintar.

Juan Rivera aprendió el oficio de joven, como ayudante de su padre, don Trinidad, también fotógrafo, relojero y mago regional, quien le enseñó cómo se preparaban los diversos colores y se pintaban los cuadros. Ahora, comenta, los distintos esmaltes se consiguen en la tienda y ya no hay que crearlos.

''Cuando mi papá ya no pudo trabajar, entonces me pasó los encargos a mí. Ya nada más lo que hacía era tomar el apunte, aunque lo venían a buscar a él. Después de que falleció, a los 94 años, la gente me venía a buscar a mí."

Pese a ser conocido y reconocido en Cadereyta, aquí casi no solicitan las ánimas de don Juan Rivera, aunque sí sus exvotos. Sin embargo, es en las comunidades rurales, la mayoría de ellas de los indígenas ñahñú, donde tiene mayor demanda.

Y es que la costumbre de mandar a hacer el ánima de un difunto o un exvoto para pedir un favor o dar las gracias por recibirlo comenzó en la Colonia, como parte de las muchas formas para evangelizar a los indígenas.

Otra paradoja de la historia de don Juan es que ni a su esposa ni a dos de sus hijos, los tres ya fallecidos, les ha hecho su ánima. ''Es que aquí no hay espacio para poner una capilla donde colocarlas", explica.

Entre el naïf y el surrealismo

Algo singular es que a sus trabajos no les pone nombre, firma ni fecha, a raíz de que, cuenta, un sacerdote local no quería bendecir las ánimas y exvotos de su padre, don Trinidad, a quien el cura le argumentó: ''¿A usted, cuando lo llevaron a bautizar, le pusieron en la espalda la fecha o

el nombre de su padrino?"

Pese al anonimato, las obras de don Juan son reconocidas de inmediato. ''El valor innegable de su trabajo está en las perspectivas irreales, la composición elemental y el colorido brillante, que dan por resultado una obra que cabalga entre el naïf y el surrealismo inintencional que manifiesta su enorme sensibilidad", señalan los investigadores Roberto Villaseñor y Carlos García.

Los exvotos o retablos de don Juan, que miden más o menos 11 por 16 centímetros, pueden encontrarse, entre muchos otros lugares, en la Basílica de Guadalupe de la ciudad de México, o en la iglesia de la Virgen de los Dolores, en el vecino pueblo de Soriano.

Acerca del acervo de este último lugar se ha publicado el libro Gracias y desgracias en los exvotos del santuario de Soriano, de la historiadora Juana Guadalupe Zárate, del cual acaba de darse a conocer una versión digitalizada que incluye 811 pinturas de los siglos XIX y XX.

Además de las vírgenes de Guadalupe y de los Dolores, la otra divinidad a la que la gente dedica más retablos es San Antonio, a quien está dedicada una parroquia en el poblado de Boyé.

A don Juan vienen a encargarle sus trabajos de muchos pueblos y ciudades queretanos, como El Palmar, San Javier, Vizarrón, La Culata, Santa Rosa Xajay, San Juan del Río y Bernal. Y también de comunidades de los estados de Hidalgo y, en menor medida, de Guanajuato.

Resume su proceso de trabajo: ''Corto los cuadros de láminas, los pinto de azul, luego dibujo una cruz negra y entonces comienzo a pintar toda la pasión de Cristo: el gallo, la escalera, la jarra".

-¿Esa información la ha leído usted en la Biblia o la ha oído en las misas?

-La información me la dejó mi padre. El fue quien me la platicó. No tengo libros. Como me lo platicó mi padre, así es como yo los dibujo y los pinto.

-También es su imaginación.

-Andele, así es la cosa.

Fe, devoción y necesidad

-¿Es católico?

-¿Creyente...? Sí.

-Mientras pinta sus imágenes, ¿siente algo especial o sólo lo asume como un trabajo?

-Siento nada más como un trabajo, pero hay veces que viene la gente y me platica cosas. Luego digo: pues pobrecitos, tienen fe, devoción y necesidad de que le hagan un milagro. Y sí, Dios los ayuda.

Cuenta don Juan uno de esos casos, sucedido en la población cercana de Santa Bárbara, sobre un señor que había perdido sus chivos y vacas. ''Me dijo que anduvo buscándolos en el cerro y no los encontraba, nadie le daba razón.

''Entonces vino conmigo para que le hiciera un retablo con él hincado y una cera encendida en la mano, haciendo una petición al señor San Antonio. Después me dijo que un día, de la noche a la mañana, cuando se levantó, todos sus animales estaban de nuevo en el corral."C

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