Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Viernes 13 de diciembre de 2002
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Sociedad y Justicia
El cardenal agradeció a todos los involucrados en la canonización de Juan Diego

Las apariciones guadalupanas, episodio glorioso en la historia: Rivera Carrera

Monroy Ponce llama a no ignorar los 50 millones de pobres que hay en México

JOSE ANTONIO ROMAN

En la primera festividad guadalupana en la que se tiene a Juan Diego como santo, el cardenal Norberto Rivera "agradeció" a todas aquellas personas, incluyendo sacerdotes católicos, que en su momento objetaron y pusieron obstáculos a la decisión del Vaticano para canonizar al indígena.
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Así, en la misa de la Bendición de las Rosas, la principal en la celebración de la Virgen de Guadalupe, también estuvo presente la sombra del ex abad de la Basílica, Guillermo Schulemburg, quien con sus cuestionamientos sobre la historicidad de Juan Diego aplazó por más de dos años la inscripción de éste en el catálogo de los santos.

Ante miles de feligreses que abarrotaron la nave y las capillas superiores del templo del Tepeyac, el arzobispo primado de México calificó las apariciones guadalupanas como "un episodio glorioso de nuestra historia nacional".

Dijo que en esta fecha, en el que se cumple el 471 aniversario de las apariciones de la Virgen de Guadalupe en el cerro del Tepeyac, "todo México agradece y festeja el acontecimiento más grandioso de nuestra historia", el que, aseguró, que dio nacimiento a nuestra nacionalidad mestiza.

Acompañado por el cabildo de la Basílica y la mayoría de sus ocho obispos auxiliares, el cardenal Rivera recordó que este es el primer año en que se realiza la festividad guadalupana "teniendo la definitiva certeza" de que el indio Juan Diego sí existió; certeza que se deriva de que en ese mismo lugar, en la Basílica, fue canonizado por el papa Juan Pablo II el pasado 31 de julio, luego de exhaustivos estudios de sobre la existencia y los hechos del indígena.

"Gracias por el escrupuloso cuidado que puso el Vaticano en investigarlo, gracias por los obstáculos y objeciones que algunos de nuestros hermanos quisieron aportar, gracias por la luz con que pudieron ser resueltos", dijo el cardenal Rivera, dirigiéndose a la Virgen de Guadalupe, en una misa que duró poco más de dos horas.

De igual forma, agradeció a su predecesor, el cardenal Ernesto Corripio Ahumada -quien ocupó un lugar especial durante la celebración- por iniciar el proceso de canonización del indio Juan Diego.

Por otra parte, en la celebración de las mañanitas, que se realizó la noche del miércoles, el rector de la Basílica, Diego Monroy Ponce, señaló que México no puede ignorar, aunque sea la novena potencia económica mundial, que más de 50 millones de personas en el país viven en la pobreza y la marginación.

El prelado señaló que la tarea evangelizadora de Guadalupe no puede considerarse concluida mientras persistan signos de desamor, de mentira, de egoísmo y de injusticia "que se manifiestan inmediatamente en la grosera desigualdad social" que tiene su expresión más impactante y dramática en la ignorancia y en la violencia cotidiana.

Acompañado de todo el cabildo de la Basílica y ante miles de feligreses que abarrotaron el recinto religioso, Diego Monroy exhortó a los católicos a construir una sociedad cada día más acorde a los planes de Dios, más solidaria y más fraterna, pese a todos los signos de muerte que prevalecen en ella. Estos signos de muerte, agregó, amenazan especialmente a los que menos tienen.

No obstante, señaló que ninguno de estas manifestaciones de muerte tiene la última palabra, pues en el Evangelio se encuentran las respuestas para superar con Cristo estas sombras que provocan tristeza y desencanto.

Además, en la misa, el rector de la Basílica encomendó a la Virgen de Guadalupe a los obispos, para que fieles al Evangelio, desempeñen siempre fielmente su ministerio "a favor de los que menos cuentan en una sociedad materialista, arrogante y prepotente".

Asimismo, pidió especialmente por quienes son víctimas de la mentira, la corrupción, el abandono, la injusticia y la soledad a causa del egoísmo y la falta de compromiso de quienes deberían desempeñar su tarea como servicio.

"No permitan que sus hijos lleguen a destruirse por el odio, la amargura y la violencia que produce la frustración y la falta de oportunidades de desarrollo integral, oportunidades a las que todos tienen derecho", dijo el presbítero, desde el altar mayor del recinto.

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