![]() MICHELLE SOLANO EL AMOR DESDE EL PUNTO DE VISTA DE CAMILO SESTO Nadie puede negar que los discursos, tratamientos y anécdotas de la dramaturgia que se ha escrito después de la década de los ochenta está fuertemente influenciada por la cultura pop que constituye el marco referencial de la generación a la que pertenece esta cronista. En nuestro país se han escrito bastantes obras que intentan de algún modo u otro o lo logran aún sin proponérselo (y tal vez ésas sean las mejores) recuperar de manera afectuosa todo lo que aquella época nos heredó, o nos impuso (moda, cantantes, lugares, programas de televisión, películas ). Al jugar con todos esos materiales, así como con varios estereotipos, el teatro mexicano ha conformado su propio camp. El amor desde el punto de vista de Camilo Sesto es una obra de Eric Morales dirigida por él mismo, con las actuaciones de Ana Serradilla, Daniel Martínez y Juan Ríos. Tomás y Teresa son una pareja como muchas otras parejas burguesas; personajes que si uno mira bien, no tendrían por qué azotarse y sin embargo están ahí, buscándole tres pies al gato, obsesionados por encontrar algún pretexto para su malestar existencial. Tomás, (con todo y su alter ego encarnado por Juan Ríos) es un fan del ídolo setentero Camilo Sesto, trabaja en algo que si bien no le disgusta tampoco le agrada del todo y parece que lleva una eternidad a la espera de una mujer que se deje amar como él cree que se debe amar, una que cubra sus expectativas niña, lolita, monja, puta, sumisa, rebelde y todo un catálogo complejísimo que responde a sus propios términos de lo que una mujer debería ser y Teresa es el esteretipo del estereotipo, una chava con pretensiones de modelo y actriz porno, que un día se muestra súper hot, ejerce su sexualidad libremente y es capaz de irse con el primero en una borrachera, pero eso sí, no permite que "cualquiera le agarre las tetas, porque se las deforman" y al otro día tiene actitudes tipo Malory, la personaje de Asesinos por naturaleza y se pone a disparar en el departamento de Tomás porque le parece que "ya hacía falta algo así, el ambiente se estaba poniendo aburrido". En fin: son dos personajes bastante ordinarios, bastante parecidos a los hombres y mujeres de entre veinticinco y treinta y cinco años que pueblan los departamentos, tiendas, restaurantes y antros de La Condesa, Polanco y San Ángel: suelen tener tendencias artísticas e intelectualosas y son los únicos capaces de comentarios chic o ad hoc del tipo:"Sólo Cristo y Camilo Sesto en sus canciones dicen verdades como puños." La puesta en escena discurre así: Tomás siempre esperando a Teresa, Teresa siempre yéndose a "respirar", Tomás muerto de celos y Teresa pidiéndole que comprenda que ella es así. Nada más. ¡Ah, sí!, y en el medio algunos momentos aderezados con dos canciones (las más trilladas) de Camilo Sesto (que bien hubieran podido ser de Emmanuel, Mijares, Roberto Jordán o José José, y nada habría cambiado excepto el título de la obra): Melina y Vivir así es morir de amor, pero no sin antes hacer uso de la música (igual que en Trilogía amorosa, ya reseñada en este espacio) de la película Réquiem por un sueño. Contrario a la dramaturgia y por paradójico que parezca, las actuaciones son muy acertadas. Ana Serradilla ha logrado un personaje tridimensional, y a pesar de que algunos no le otorgan credibilidad por su trabajo en la televisión, está mucho mejor que otras que sí se consideran (a sí mismas, o las consideran los demás) como buenas actrices. Daniel Martínez y Juan Ríos resultan una buena mancuerna para ejecutar a un solo personaje y vaya que hacen su esfuerzo, pues una de las dificultades más grandes que puede enfrentar un actor es trabajar con un personaje que desde la dramaturgia está tan descuidado. Indudablemente, para Eric Morales, Camilo Sesto es una referencia importante tal y como lo menciona en su programa de mano, que constituye una presencia constante en momentos definitivos de su vida, pero en la obra eso no se ve; más bien parece un pretexto para un título vendedor o provocativo. Esta obra constituye un ejemplo de que a veces, tenerlo casi todo tampoco es garantía: elenco, teatro, temporada, público, productores y patrocinadores. |