Jornada Semanal,  domingo 17 de noviembre de 2002           núm. 402 

JAVIER SICILIA

DOS OBRAS GEMELAS: LA ÚLTIMA EN EL CADALSO
Y DIÁLOGO DE CARMELITAS

No es frecuente en la literatura moderna que una obra maestra de la literatura nazca de otra y, sin embargo, a veces se producen esos fenómenos.

Hacia los años cuarenta, el padre Bruberger, un sacerdote inquietante, amigo de Georges Bernanos, había leído la novela de la alemana Gertrud von le Fort, La última en el cadalso, y había quedado maravillado. Quería llevarla a la pantalla. Hizo el guión, pero no pudo adaptar los diálogos que son escasos en la obra de Von le Fort. Recurrió entonces a Bernanos, que se encontraba en la pendiente de su vida. Bernanos la leyó, se maravilló también y escribió los diálogos a su manera. Esos diálogos, que terminarían por ser la última novela escrita por Bernanos, Diálogos de Carmelitas, y que le darían título a la única y magnífica película que realizó Bruberger, son una obra gemela y a la vez distinta de La última en el cadalso, un diálogo de autor a autor que permite ahondar uno de los temas más inquietantes del mundo católico: el de la debilidad y el misterio de la redención en la muerte.

La historia, verídica, se sitúa en los días del Terror de la Francia de la Revolución: dieciséis carmelitas de Compiègne son llevadas por las hordas jacobinas al cadalso. Blanche de la Force, una niña débil y enfermiza, hija de nobles, que ha entrado en la rigurosa vida del Carmelo que la sobrepasa, y que toma en su condición de religiosa el nombre de "Jesús en el Jardín de la Agonía" (en la obra de Von le Fort) y el de "Blanca de la Santa Agonía" (en la de Bernanos), al saber que el convento va a ser tomado huye. Al final, después de una larga confrontación interior con un sacerdote y asistida por la gracia, toma su debilidad sobre sí y llega hasta el cadalso para morir después de todas sus hermanas.

En la obra de Von le Fort (una de las más artísticamente perfectas de la literatura alemana), escrita en forma de carta que un noble envía a una amiga para explicarle la verdad sobre la ejecución de las carmelitas, el tema es la debilidad en la muerte y su participación inconsciente en la angustia de Cristo en la Cruz, un tema al que volverá Von le Fort en su novela Orden de llamada a la virgen de Barby. En la de Bernanos, escrita en forma de diálogos, el tema es el mismo, sólo que el francés lo ahonda haciéndolo entrar en los territorios de dos de sus obsesiones más grandes: la comunión de los santos y la identificación de la voluntad humana que quiere escapar de la muerte con su aparente contrario: la voluntad de Cristo.

Parecería que estas dos obras se gestaron como el diálogo de dos amigos en el espacio intemporal del espíritu. Gertrud von le Fort, doce años mayor que Bernanos, develó en su Alemania natal el misterio de la participación de la inocencia y la debilidad en los sufrimientos de Cristo, y Georges Bernanos, leyéndola casi en su lecho de muerte en su Francia natal, le respondió ahondando en ese misterio que había estado en el centro de sus trabajos novelísticos.

El tratamiento que de ese misterio hizo Von le Fort le permitió a Bernanos renunciar definitivamente a cierto sentido del honor y de la magnanimidad frente a la muerte que aparece en algunas de sus obras, en particular en su obra ensayística, y volver al ideal de sus santos de la Impostura y de El diario de un cura de aldea: morir abandonados en la debilidad y la angustia de Cristo.

Su Blanche de la Force, me parece escuchar a Bernanos decirle a Gertrud Von le Fort al hacer los Diálogos de Carmelitas, es también mía; estaba en mí desde siempre, es el corazón del alma de los cristianos porque en el fondo (estas palabras las escribe en 1948 en su última Agenda) "queremos realmente lo que Él quiere, queremos verdaderamente, sin saberlo nuestras penas, nuestros sufrimientos, nuestra soledad, cuando imaginamos solamente querer nuestros placeres. Nos imaginamos rechazar nuestra muerte y huir de ella, cuando realmente lo que queremos es nuestra muerte como Él deseó la Suya. De la misma forma en que Él se sacrifica en cada altar en donde se celebra la misa, comienza a morir en cada hombre en la agonía. Queremos todo lo que Él quiere, pero no sabemos que lo queremos, no nos conocemos, el pecado nos hace vivir en la superficie de nosotros mismos, sólo entramos en nosotros para morir, es ahí donde Él nos aguarda".

Además opino que hay que respetar los Acuerdos de San Andrés, liberar a todos los zapatistas presos y evitar que Costco se construya en el Casino de la Selva.