La Jornada Semanal,   domingo 10 de noviembre del 2002        núm. 401

 Tres poemas

Fernando Ferreira de Loanda

Fernando Ferreira de Loanda, poeta portugués nacido en Angola y que escribió en Brasil toda su obra, murió en Río de Janeiro hace unos meses. Mucho pensaba en México. Estos tres poemas demuestran la enorme valía del autor de la “Oda a Bartolomeu Días.”

Saga para Olga Orozco

Ya no florece el árbol en que ahorcaron a Peter Farrow, en sus ramas ya no anidan los pájaros ni cantan en sus proximidades.
Acusado de robo de caballos, asalto a mano armada y brujería, Peter Farrow sólo llevaba consigo 38 dólares, la Biblia, un desencuadernado libro de poemas y algunos manuscritos en los que hablaba de la soledad y ponía en duda la existencia de Dios.
Convivía en paz con águilas y coyotes, era amigo de conejos y gamos, sabía de la lluvia y de las plantas medicinales; de las virtudes y flaquezas humanas, de las nubes, a las que llamaba caballos; y de los caballos, a los que llamaba nubes.
El cerezo aún existe en una región desértica y abandonada de Kentucky, donde el viento gime como gemía Patricia Knolles, novia de Peter Farrow. Hay quien dice que el gemido es el grito de la propia Patricia Knolles en su afán de revivir al ahorcado.
Algunos cazadores que inadvertidamente pasaron por allí aseguran que en las noches de luna seis vaqueros cuentan monedas, en tanto que otro lee en voz alta textos para ellos casi ininteligibles.
Y dicen que de una de las ramas pende una cuerda fría e inmóvil, tensa –y ellos no lo saben– porque sostiene el cuerpo de Peter Farrow que a nadie le es dado ver.

Huampani

Afloras, cutánea, cristalina
como la fuente y la metáfora,
soleada en mis venas;

la noche empieza en tus cabellos,
en tus ojos está mi soledad
y la certeza de no haber vivido.

Paso, anónimo, con paso breve,
tengo la fuerza de todas las semillas
que buscan la luz del sol: amo.

Chichén Itzá

A Carlos Pellicer

La piedra habla y es paisaje, aquí
cayó la lluvia, la secó el sol,
el viento la barrió, lápida.

Este polvo fue piedra–
no llenó la onda de David:
se dispone en columna, no sombrea
la caminata de Trajano.

Piedra sobre piedra,
la palabra se hace y se dice.
Dice que la piedra es piedra,
no sueño ni deseo.

Bajo presión, fosilizado
y biológicamente transformándose,
el hombre al fosilizarse
con el cincel modela la piedra.

 

Versiones de José Emilio Pacheco