Es la primera vez que las mujeres brasileñas
son mayoría en el censo electoral -a pesar de que eran más
del 50 por ciento de la población-, de esta forma, por tanto,
pudieron definir el resultado de las elecciones con el peso de su voto.
En el caso de las feministas, la mayoría apoyó a Luis
Inácio Lula da Silva, el candidato del Partido de los Trabajadores
(PT). Existe una historia común de las feministas junto al partido
desde su fundación, en 1980: el PT fue el único partido
que incluyó, desde el principio, una Comisión de Mujeres
de tendencia feminista que, posteriormente, se transformó en
la Secretaría Nacional de Mujeres del partido, con secretarías
locales extendidas por todos los estados del país. Son estas
instancias de partido las que tienen la responsabilidad de implementar
la política feminista tanto dentro como fuera del partido. Ello
provoca, en ocasiones, grandes conflictos con otras corrientes internas,
principalmente con los grupos ligados a las iglesias.
El resultado de estos choques hizo que muchas feministas se fueran apartando
de las actividades políticas, no sólo del PT sino también
de otros partidos, durante estos más de 20 años de lucha.
Continuaron, sin embargo, ligadas por lazos afectivos, de solidaridad
y de actuación política con las feministas que seguían
en los partidos, creyendo en la doble militancia.
La verdad es que las feministas están conmemorando no sólo
la posibilidad de la llegada de Lula, del PT y de la izquierda al poder
sino también otro dato de estas elecciones, realmente importante
para el movimiento de las mujeres. Parece que la larga lucha de años
por una mayor participación política de las mujeres (política
de cuotas, campañas por la valorización de la mujer en
la política y mayor conciencia del voto femenino) trajo, finalmente,
resultados concretos. En estas elecciones hubo un crecimiento del 45
por ciento de mujeres en los escaños de diputadas federales:
de 29 a 42 diputadas. Para el cargo de senadoras fueron electas más
de ocho mujeres, además de las dos que continuaron con sus puestos
en la Casa; lo que significa un 12.3 por ciento del total de los escaños
del Senado Federal.
En las Asambleas Estatales también hubo un aumento significativo
de mujeres electas.
Las diputadas estatales/distritales electas en 2002 fueron en total
133 en todo el país. Esta cifra representa un aumento del 25.5
por ciento, en relación a las electas en 1998 (106 diputadas),
ampliándose la representación femenina del 10 por ciento
al 12.5 por ciento en el conjunto de los mil 59 escaños de las
Asambleas/Cámaras Legislativas en todo el país.
La veterana líder feminista y diputada estatal del PT, Heloneida
Studart, de 70 años, no esconde su alegría por el resultado
de las urnas: 舠Estamos luchando, desde 1975, para que las mujeres
participen más en la política y en los proyectos de tranformación
social舡. E Inés Pandeló, que fue alcaldesa de Barra
Mansa, completa: 舠La política todavía es muy machista.
Lo ideal sería tener 50 por ciento de hombres y 50 por ciento
de mujeres, pero se necesita que los electores perciban la importancia
de ello舡.
Solamente en Río de Janeiro, había cuatro candidatas al
gobierno del estado, y aquella que ganó en el primer turno, Rosinha
Garotinho, fue electa con el 51.3 por ciento de los votos. A pesar de
que no todas están comprometidas con el movimiento feminista,
muchas apoyan la lucha de las mujeres por sus derechos.
Analistas políticos destacan que el cansancio de los brasileños
con la corrupción también ayudó a las candidaturas
femeninas. 舠El hecho de ser mujer cada vez cuenta menos en la
votación y los que antes se resistían a elegir a alguien
del sexo femenino perdieron ese prejuicio. Las mujeres cuidan mucho
de su reputación porque para ellas es más difícil
construir una trayectoria política舡, explica la socióloga
Almira Rodrigues, una de las directoras del Centro Feminista de Estudios
y Asesoría, de Brasilia.
En junio de este año, el movimiento feminista, convocado por
la Articulación de Mujeres Brasileñas (AMB) 舑que
fue creada para la Conferencia de la Mujer en Beijing y continuó
después-, lanzó nacionalmente la Plataforma Política
Feminista en una Conferencia Nacional. En el encuentro se reunieron
casi mil 500 líderes del movimiento de mujeres en el Congreso
Federal de Brasilia, después del proceso de conferencias locales
en los Estados, que movilizó a cerca de cinco mil mujeres. La
Plataforma fue entregada formalmente a todos los candidatos aunque ninguno
de ellos se comprometió públicamente con las demandas
presentadas.
Circuló por la internet un Manifiesto de las Feministas Brasileñas
de apoyo a la candidatura de Lula. Hasta antes de la segunda vuelta
tenía cerca de 500 firmas. A pesar de tal apoyo, el documento
estaba siendo firmado individualmente y no en nombre de las organizaciónes.
Eso fue así porque las líderes del movimiento coincidieron
en que, a pesar del entusiasmo por las posibilidades políticas
que se abren, no era justo comprometer en este momento la autonomía
de las organizaciones feministas, conquistada con tanta dificultad.
*Periodista y coordinadora
de comunicación de CEMINA 舑 Centro de Proyectos de la Mujer.
Traducción:
Yolanda Polo
Para quienes deseen
consultar la Plataforma Política Feminista
(en portugués) http://www.pagu.org.br
y entrar al apartado Leituras
Manifiesto
Feministas
de Brasil quieren a Lula como presidente
En nuestro país, las mujeres son el 51 por ciento de la población
y del electorado, y prácticamente 45 por ciento de la fuerza
de trabajo. Las mujeres organizadas de Brasil conforman un movimiento
popular, nacional e internacional, que lucha con la certeza de que otro
mundo es posible. En la víspera del segundo turno de las elecciones,
el Movimiento de Mujeres es consciente de que se constituye en un sujeto
político fundamental en la construcción de la democracia
en Brasil.
Este año, cuando se conmemoran los 70 años de la conquista
del voto femenino, nosotras 舑feministas de Brasil- reafirmamos
nuestros compromisos con la construcción de un país en
el que realmente se implante la democracia como sistema político.
Más que eso, como una forma de organización de la vida
pública y privada, en la cual prevalezca la igualdad de género
y de raza, con justicia social, solidaridad y respeto a las diferencias.
Las mujeres -y de forma particular, las mujeres negras- sufren un grado
diferenciado de explotación, discriminación y violencia
en el contexto de las desigualdades sociales. Nuestra lucha por los
derechos de las mujeres gana sentido en la búsqueda de ciudadanía
para todas/os en Brasil. Por ello, queremos un gobierno nacional que
simbolice una nueva etapa histórica. Un gobierno comprometido
con un nuevo modelo de gestión de la economía, con una
nueva forma de inserción de Brasil en el escenario internacional,
y que produzca una reforma del Estado en dirección a garantizar
las políticas sociales y la redistribución de la riqueza.
Brasil está viviendo un momento político extraordinario.
Se trata de la organización de un nuevo tiempo en el espacio
político. Tiempo para avanzar en la democracia participativa.
Tiempo de negociar alternativas para el cumplimiento de los derechos.
Tiempo de apoyar un proyecto político comprometido con la transformación
social, a partir de la superación de desigualdades. Este es el
tiempo de Luís Ignácio Lula da Silva 舑presidente
de Brasil.
En la construcción de la realidad de hoy prevalecieron las políticas
neoliberales dictadas por los acuerdos internacionales asumidos por
el actual gobierno. Nosotras, mujeres organizadas, reconocemos la gravedad
del marco político-económico por el que pasan Brasil y
el mundo, bajo la hegemonía del pensamiento neoliberal, asociado
en nuestras tierras al racismo y al patriarcado, conformando las desigualdades
sociales y las injusticias practicadas contra las clases populares,
las mujeres y, en especial, las mujeres negras.
Reconocemos en la candidatura de Lula el proyecto político que
más se aproxima a las propuestas de la Plataforma Política
Feminista, aprobada por aclamación en la Conferencia Nacional
de Mujeres Brasileñas (Brasilia, junio de 2002). Ciertamente,
tendremos que abrir más espacio para profundizar las transformaciones
de género y raza; y eso será posible dentro de un gobierno
que, sin duda, tenga como meta trabajar para superar esa inmensa y violenta
desigualdad social que existe en nuestro país, consecuencia de
este modelo global de economía de mercado, centrado en la especulación
financiera y en la concentración de la riqueza.
La movilización social ocurrida en el primer turno no deja lugar
a dudas: la mayor parte de la población brasileña quiere
cambios. Nosotras, mujeres integrantes de varias redes, articulaciones,
organizaciones, foros, sindicatos y asociaciones comunitarias, en todos
los Estados del país, ----queremos a Lula como presidente, para
juntas/os construir un Brasil más justo y solidario.