Jornada Semanal, domingo 20  de octubre de 2002           núm. 398

MICHELLE SOLANO
LA HISTORIA IMPROVISABLE Y LA LIMI

 
Para Alfonso Bravo y su feliz retorno al teatro


Un escritor, probablemente en plena crisis ante la hoja en blanco, hace un llamado al público: necesita ayuda para desarrollar historias. La gente que ha acudido a la función anota en unos pequeños papeles los títulos o las oraciones que se les ocurren, cosas tales como: "el zapato del dragón", "la silla verde que vuela", "después de la tormenta en el pueblo", etcétera. No existen limitaciones, las propuestas son tan diversas como personas hay en el público. Tres actores detrás de un biombo se disponen a improvisar una historia utilizando las ideas que el público ha escrito y que serán elegidas al azar por el escritor. No hay escenografía, tampoco maquillaje o cambios de vestuario, pero lo que sí hay es un músico que acompañará (improvisando a su vez) la historia que esa noche (y que nunca jamás volverá a repetirse) le será regalada al espectador.

El músico se llama Mariano Cossa, el escritor es interpretado por Alejandro Calva y los actores que cumplirán los deseos, caprichos y fantasías de los espectadores son: Haydeé Boetto, Ricardo Esquerra, Carlos Corona y Carlos Aragón. .

La obra: La historia improvisable. La improvisación es uno de los materiales que todo actor debiera ser capaz de dominar. En las escuelas, este ejercicio forma parte del difícil proceso que entraña la ejecución actoral, pero es difícil ver una puesta en escena que parta de la improvisación como hilo conductor para el desarrollo de una historia, de la anécdota y los personajes.

En este caso, la concentración de los actores es indispensable, se requiere de una entrega absoluta para proponer y resolver situaciones, diálogos y personajes sin perder el eje en torno al cual gira la historia, se requiere de un entrenamiento y un trabajo previo muy intenso para no traicionarse o para no perder detalle de la ejecución de los compañeros, pues no se trata aquí de protagonismos ni de falsas soberbias. El meollo del asunto es divertir, entretener y llevar al máximo el contenido lúdico de la improvisación.

La historia improvisable (La gruta, los martes, a las 20:30 horass) y quienes la llevan a cabo forman parte de las actividades y los integrantes de la Liga Mexicana de Improvisación, cuya Segunda Copa de Improvisadores comenzó el 19 de octubre. La cosa es así: diversos equipos, formados por estudiantes o recién egresados de distintas escuelas de actuación (Centro Universitario de Teatro, Casa del Teatro, La Escuela de Artes Escénicas y de la licenciatura de literatura dramática de la Facultad de Filosofía y Letras de la unam, entre otras), que son comandados por actores de la talla de Alejandro Calva, Juan Carlos Vives, Carlos Aragón y Ricardo Esquerra, participan en partidos de improvisación: dos equipos se dan cita en una suerte de ring-escenario, en presencia de tres árbitros y el público que otorga los votos. Bajo reglas muy precisas, los participantes (seis integrantes, con todo y el capitán) deberán improvisar a partir de una idea o argumento, en una categoría específica (comedia musical, ópera, muda o doblaje, entre otras) y de tipos, como comparada (primero un equipo y luego otro) o mixta (participantes de ambos equipos), y al final del partido, como resulta obvio, hay un ganador que después competirá con otro y así sucesivamente hasta la gran final, en la que se disputarán El Pollo de Oro.

Resulta interesante ver a los actores en la práctica y el ejercicio tanto de su capacidad actoral como de sus recursos técnicos e intuitivos. Si algo se echa de menos es un trabajo más profundo e interior (no se les marca que trabajen géneros: farsa, pieza o melodrama, por ejemplo) y en los dos partidos presenciados recientemente por la cronista (Escualos vs. La polilla mecánica, y Los hermosos flamencos vs. Tlacuaches) no se asomaron intenciones o matices que dejaran de lado la comedia y la risa. Sería de gran interés observar el desempeño de estos jóvenes actores en otros tonos y géneros. Talento sobra, varios de ellos lo han demostrado en montajes recientes: Luis Lesher, Omar Medina, Mariana Gajá, Eléa Bárcena y Leonardo Ortizgris, por mencionar algunos. La copa de la limi, se lleva a cabo en La Capilla del Centro Cultural Helénico, sábados y domingos a las 13:30 horas y en definitiva constituye uno de esos eventos teatrales que habría que presenciar, sobre todo debieran hacerlo los directores que llaman una vez y otra a los mismos actores de siempre, bajo el pretexto de que no hay "tela de donde cortar". Dense una vuelta señores, seguramente se llevarán una grata sorpresa, amén de su respectivo tapabocas.

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