La Jornada Semanal,   domingo  20   de octubre del 2002        núm. 398
Miguel León-Portilla

El Nezahualcóyotl de José Luis

Miguel León-Portilla, en este ensayo que recoge algunos aspectos esenciales del Nezahualcóyotl de José Luis Martínez, nos recuerda otras obras de nuestro polígrafo por antonomasia: los seis volúmenes de Panorama cultural, la biografía de Hernán Cortés, con sus cuatro volúmenes de documentos, y su trabajo sobre los viajeros de Indias. El maestro León-Portilla analiza las tres partes de la biografía del señor de Texcoco: la recreación de su vida, el estudio de su obra literaria y la “ búsqueda de los cantos”, sección en la que el maestro Martínez “identifica treinta y seis poemas atribuibles con sentido crítico al tlatoani poeta”.

Se cumplen ahora treinta años de la publicación de Nezahualcóyotl, vida y obra, de José Luis Martínez. Con ese libro, sacado a luz por el Fondo de Cultura Económica en su Biblioteca Americana, se conmemoró el quinto centenario de la muerte del sabio señor de Tezcoco. Al escribir en homenaje a José Luis, pienso en la que es ahora una feliz coincidencia: este año también estamos recordando a Nezahualcóyotl en el que es el sexto centenario de su nacimiento en 1402.

Quiero acercar aquí, no obstante la gran distancia en el tiempo y la cultura, a Nezahualcóyotl con José Luis. La manera de hacerlo será reflexionando acerca de la biografía que del poeta tezcocano escribió quien es director de la Academia Mexicana de la Lengua. Polígrafo en el más pleno sentido de la palabra, José Luis ha sido certero crítico literario, director de varias revistas, ensayista y acucioso historiador.

De esto último dan testimonio los seis volúmenes que, con el título de Panorama cultural, dedicó a presentar las grandes civilizaciones que han florecido en la historia universal. Y mencionaré su certeramente objetiva biografía de Hernán Cortés, acompañada de cuatro volúmenes de documentos acerca del mismo. El elenco de sus obras de contenido histórico incluye el bien logrado trabajo sobre los viajeros a Indias, por el que podemos enterarnos de los padecimientos y múltiples peripecias de quienes se aventuraban a cruzar el océano.

Su biografía de Nezahualcóyotl tiene un conjunto de méritos que quiero poner aquí de relieve. En primer lugar está muy bien escrita, con el cuidado con que siempre lo hace José Luis y tal vez con particular empeño por tratarse de la vida y obra de un gran poeta. Otro rasgo del libro es estar apoyado en amplia documentación de primera mano. Me atrevo a afirmar que nuestro admirado amigo consultó cuantas fuentes hablan del tezcocano: códices indígenas, cronistas nahuas, mestizos y españoles, colecciones de cantos y poemas, así como obras más tardías que, de un modo o de otro, hacen referencia a Nezahualcóyotl.

De las tres partes de que consta el libro, seguidas de dos apéndices, la primera recrea con viveza, y diría que deliciosamente, la vida del que fue príncipe perseguido, guerrero que reconquistó su reino, lo reorganizó, fue creador de instituciones, poeta y orador renombrado, arquitecto e ingeniero, hombre consultado por los señores de México-Tenochtitlan, no ajeno a la pasión del amor, personaje principal de no pocas anécdotas, hasta que terminó su vida entre profecías, con exaltación de su fama y perdurable memoria.

Hurga en la segunda parte José Luis en la obra literaria de Nezahualcóyotl. Para ello discurre sobre el papel de los cuicapicque, "forjadores de cantor" en el mundo náhuatl prehispánico; su visión del mundo y lo que significaba para ellos la invención poética. Concentrándose en el señor de Tezcoco, aduce testimonios de otros poetas nahuas que alabaron la belleza y profundidad de sus cantos. Y, por su parte, añade José Luis algo que es de considerable importancia: Nezahualcóyotl fue el único de los poetas prehispánicos que abarcó en sus composiciones la casi totalidad de la temática de la poesía náhuatl. Nota asimismo que, contra lo que algunos podrían suponer, es posible reconstruir las circunstancias, incluyendo sus fechas, en que compuso el tezcocano varios de sus cantos. Como ejemplo aduce "el canto de la huida" que sitúa hacia 1426; el de "recordación de héroes", posterior a 1443, y el que compuso cuando fue a visitar a Motecuhzoma Ilhuicamina, que estaba enfermo, hacia 1469.

En "La búsqueda de los cantos", tema de la tercera parte del libro, acomete una pesquisa, exhaustiva, hasta donde parece posible. Hace a un lado las atribuciones sin fundamento que se han hecho a Nezahualcóyotl de composiciones que no le hacen honor alguno. Se fija luego en las aportaciones de Ángel María Garibay K. y de quienes fuimos sus discípulos. Identifica así treinta y seis poemas atribuibles con sentido crítico a Nezahualcóyotl.

Contribución importante es la que logra al reproducir dichos poemas, distribuyéndolos en razón de su temática, en seis grupos. Estos son: los que se dirigen a desentrañar cuál es el destino del canto; los referentes al Dador de la vida; los que son expresión de la angustia de existir; los de tema guerrero; los de recordación de los señores y héroes y, finalmente, los de tono profético.

Y así como se ha ocupado de los cantos, también analiza y valora las arengas, razonamientos y ordenanzas de Nezahualcóyotl. Para ello acude a varios cronistas y pondera críticamente las atribuciones que se hacen al señor de Tezcoco. El libro se cierra con las citas de las paráfrasis y variaciones de algunos cantos hechas por algunos autores de tiempos posteriores y asimismo con la presentación de las primeras traducciones de varios poemas de Nezahualcóyotl debidas a Daniel G. Brinton y Mariano Jacobo Rojas.

Nezahualcóyotl, vida y obra, por José Luis Martínez, a treinta años de su primera aparición, pues se ha reimpreso varias veces, es obra que mantiene plenamente su vigencia. Si José Luis la ofreció en el quinto centenario de la muerte de Nezahualcóyotl, ahora, en el sexto de su nacimiento, la evocamos y comentamos precisamente por su valor perdurable como bien logrado acercamiento a quien fue el más célebre poeta de México prehispánico.