Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Miércoles 16 de octubre de 2002
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Política

Arnoldo Kraus

Medicalización de la vida

La palabra medicalización no existe. Ni en el Diccionario de la Lengua Española ni en el de María Moliner aparece ese término. Sin embargo, en la sociedad y en el individuo la conciencia de enfermedad es cada vez más vigente. Lo mismo sucede con "el peso" de la medicina: su presencia se ha incrementado. Sea por la presión comercial que ejercen médicos y laboratorios, por el poder de la mass media, por la imperiosa necesidad de verse y lucir bien o por la indiscriminada venta -y "necesidad"- de fármacos, la vida, se ha medicalizado.

En la actualidad se está enfermo no solamente porque se padezca algún mal "real", sino porque la persona lo requiere. Se padece también porque la medicina ha crecido de tal forma que los antes normales ahora no lo son y porque los exámenes de laboratorio, cada vez más sofisticados, "descubren" males otrora imperceptibles. Males de los cuales, incluso en la actualidad, no se sabe qué tan nocivos son. Asimismo, los propios médicos, que en afán de incrementar sus ganancias abren laboratorios y gabinetes radiológicos, suelen "enfermar" a sus pacientes al "invitarlos" a realizar exámenes periódicos con el fin de detectar "a tiempo" determinados problemas.

En términos económicos, la vida también se ha medicalizado; es claro que a los laboratorios les interesa situar la división entre los valores normales y los anormales, muy cerca de lo normal, con lo que, el número de enfermos y las ganancias aumentan. Un buen ejemplo sería el colesterol; amén de que cada laboratorio tiene sus "valores normales", la mayoría tiende a estrechar las distancias entre lo normal y lo patológico.

Por otra parte, la carga de la sociedad como generadora de "nuevos males", tampoco puede pasar desapercibida: abandono, soledad, violencia, contaminación y pobreza son fuente de "otras patolo-gías". La mass media, quizás en especial Internet, también juega un papel nocivo, pues con frecuencia mal informa o alarma acerca de nuevas o viejas enfermedades; es común escuchar a pacientes angustiados tras haber leído datos inadecuados o mal interpretados procedentes de periódicos o "de la red". Finalmente, se padece también porque en la actualidad existe una serie de problemas que antes no se consideraban patológicos: obesidad, tristeza, delgadez.

La mezcla de las posibilidades enunciadas se puede leer en los índices de los libros de medicina interna: si se compara el número de entradas al final de un texto de 2002, con el de hace una década, la cantidad de males es mucho mayor e incomparablemente más extensa que la de hace 20 años. Eso implica que se sabe más, pero no necesariamente que se cura más. Implica también, que el conocimiento permite disecar mejor al individuo, pero no que las personas de este siglo sean más enfermas que las de hace 50 años. ƑCómo conciliar esas controversias? ƑCómo explicar las discrepancias entre conocer más, descubrir más y padecer más si el ser humano contemporáneo es casi igual que el de hace algunos años?

El listado de enfermedades relacionadas con problemas sicosomáticos ha crecido a través del tiempo. La neurodermatitis, el colon irritable, la depresión, la fibromialgia y las crisis de pánico, entre otras, son algunas de las patologías frecuentes cuya génesis radica, esencialmente, en la esfera afectiva. Este tipo de alteraciones encuentran buen puerto en la sociedad contemporánea, en la que estar enfermo puede ser más común -y más necesario- que no estarlo.

Una buena y simple definición de salud sugiere que es la capacidad de adaptarse a los cambios de la vida y a los retos que ésta impone. Es decir, acomodarse y sortear con éxito los desafíos que la vida genera. Cuando esto no se logra, se puede padecer aun cuando no haya patología demostrable. Se puede enfermar, porque la medicalización de la vida invita al no enfermo: la falta de acomodo a los cambios que la vida impone puede compensarse creándose algún mal. La moda de estar sano, la presión de los laboratorios, la neurosis de la sociedad y los factores antes mencionados, que en buena medida reflejan los efectos negativos de la globalización, encuentran tierra fértil en las personas predispuestas o en aquellas que requieren tener alguna enfermedad para saberse vivos o para poder comunicarse con sus congéneres.

La medicalización de la vida es un fenómeno in crescendo, sin límites. Un mal que denota el desbalance que existe entre la pobre arquitectura de la sociedad y del ser humano, contra el peso y el poder de factores externos que buscan desnudar al individuo para ofrecerle una serie de apoyos médicos, que muchas veces son, tan sólo, objetos comerciales e impersonales.

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