Jornada Semanal, domingo  13  de octubre de 2002                   núm. 397
LAS ARTES SIN MUSA

 
DE CONFERENCIAS Y TOCADAS

JOSÉ MARÍA ARREOLA


 

Del ocho al diez de agosto de este año, la ciudad de Nueva York recibió a quienes participaron en la tercera edición de la Latin Alternative Music Conference (lamc). A iniciativa de Tomas Cookan y Josh Norek (este ultimo, un verdadero entusiasta de la música), el numerito pretendió acercar a las bandas con las disqueras, promotores y managers que controlan el rock en español. Tinglado en decadencia, la poca profundidad de los temas que se desarrollaron durante las conferencias ­además de la escasa preparación de los panelistas­ derivó en mero intercambio de sonrisas y encuentro ocasional con los colegas. Lejos de actividades periodísticas, mi presencia obedeció a que La Barranca (grupo del que soy baterista) tuvo a bien autoinvitarse, ante el desconcierto de quienes poseen boletos oficiales para tales celebraciones. El lector se sorprenderá al saber que para estas personas los grupos alternativos son La Ley, Los Amigos Invisibles, Skank y Los Rabanes… Algo está fuera de sonido. No tengo nada contra agrupaciones que han mostrado calidad para manufacturar su pop, y que tienen una trayectoria probada en sus países de origen. Sin embargo, la verdad comienza con el buen uso de los términos: ¿dónde están los practicantes de rollos arriesgados, de músicas sin concesiones que sí merecen la dudosa etiqueta alternativa?

PÁSELE POR SU HEINEKEN

Unas mujeres guapas regalaban cervezas Heineken para poner a tono a los protagonistas. En las instalaciones del Puck Building (cerca del Village), los representantes de la industria disparaban su marketing y daban consejos valiosísimos a los jóvenes aspirantes: "Hay que acercarse a las disqueras, mandarles un demo e insistir para vivir…" Es curioso; los músicos que no pertenecían al comité debían pagar trescientos dólares por llenar su portafolio con tales instrucciones. Viendo el nivel de la melcocha, La Barranca se limitó a dar las entrevistas que creyó pertinentes, y, llena de regalos de los patrocinadores, decidió tomar las calles sin torres. El calendario marcaba que debíamos presentarnos esa noche en un acústico en el Joe’s Pub, un lugar de jazz y blues cerca de Times Square. Al lado de Sarita Valenzuela, Joselo, Bunburry y Ely Guerra, tocamos tres piezas desenchufadas que nos sirvieron para calentar nuestras próximas presentaciones. Así sucedieron los días: Bunburry en Central Park y Ely en el Prospect Park; los demás en antros pequeños y míticos. Nosotros fuimos a dar al S.O.B.’s, rolándonos el proscenio con Sara, Grupo Fantasma y Ely. Esa noche descubrimos que muchos mexicanos estaban ansiosos por aventarse al interior de La Barranca: éxtasis y gritos de un público que corroboró la efectividad de nuestro plan. Curiosamente, esa fue nuestra última intervención dentro de los territorios de la lamc. La noche en el S.O.B.’s abrió las puertas para que varios promotores presentaran sus credenciales y nos invitaran a quedarnos una semana más en Manhattan.

LA EFECTIVIDAD DE LO PEQUEÑO

Grupo La BarrancaMientras la conferencia se engalanaba con entregas de premios, cebollas y fiestas de clausura, nosotros teníamos un contrato para tocar en La Ceva, espacio seminal en el que hicieron sus primeros intentos gabachos Los Enanitos Verdes, Soda y Caifanes. Esa tocada nos mostró que los caminos de la independencia tienen lo suyo: la gente estaba ahí. Todos cantaban, se sabían las rolas y preguntaban por el próximo disco… Vitaminas para el ánimo mientras los organizadores de lamc sacaban cuentas y calculaban la promoción que le dieron a sus artistas. Hay que decirlo, las estrellas del lamc trabajan directamente con Tomas Cookman, hombre de negocios que vende en Estados Unidos las fechas de Fabulosos Cadillacs, Ely, Cerati La Ley…

Colegas de otros países como República Dominicana o España nos chismean que todas las conferencias que se impartieron durante los tres días fueron una tapadera para darle seguimiento a las carreras de unos cuantos; que el acercamiento con las discográficas fue nulo y que "la nave va a estallar". Este intento que comenzó con ideas de piedra, se ha ido ablandando para convertirse en escaparate de mtv. Nada que hacer. A ponerse los instrumentos de trabajo y taladrar ciertos espacios, fisuras que nos permitan estar.

EL HOMBRE DE LA ARMADURA

Durante todas nuestras presentaciones, un tipo con facha de Mickey Rourke nos observó tras sus temibles gafas. En algún toquín se acercó para pedirnos que hiciéramos una presentación en su lugar. Se trataba de un local ubicado en el alto Manhattan, que los parroquianos conocían como D’Kalaf. Pensábamos regresar a México después de lo de La Cueva, pero la insistencia del pistolero nos obligó a citarnos con él en un parque cercano a su café. Como buenos mexicanos, imaginamos cualquier cantidad de historias terribles acerca de este personaje: que si no tocábamos nos regresaría al df en hermosos ataúdes; que si la extorsión, que si la muerte. Desde un prado que dominaba el barrio de dominicanos, el hombre contó una serie de historias espantosas sobre el verdadero Nueva York. Amigos muertos. Fuscas por todos lados. Discriminación a los dominicanos. "Esto es un trato de palabra y a partir de este momento vamos a hablar en español." El cuate se llamaba Isaa y nos acababa de dar un adelanto para que regresáramos a chambear el jueves. Entonces, más historias divertidas sobre nuestro destino; olvido de la lamc; caminatas y conciertos de Sonicyouth en Central Park.

Como nada se detiene, el día llegó e Isaa mandó por nosotros. Entonces sucedió algo que nos pasmó: su lugar tenía mucha onda y a la prueba de sonido comenzaron a llegar músicos dominicanos que resultaron incondicionales de La Barranca. Preguntaban de todo y ayudaban a cambiar cables y subir tambores. Isaa nos invitó una comida tradicional de su país, se quitó las gafas y nos mostró una mirada triste y honesta: "Muchachos, sólo les pido que hoy me dejen cantar con ustedes ‘Día Negro.’"

Nada se detiene. Era jueves en un lugar perdido de Washintown Highs y la banda dominicana coreaba los temas. Isaa se aventó uno de los mejores discursos que he escuchado sobre la paz del mundo y arremetió el micrófono cuando se subió a palomear con nosotros. Ya en su oficina, con sonrisa de niño viejo confesó planes para llevarnos a su Dominicana. Alguno de los invitados a esa fiesta post-toquín habló de fea manera sobre la lamc. Él mismo se encargó de explicarme, luego de un tequila, quién era Isaa: "Hermano, en República se le conoce como ‘El hombre de la armadura de hierro’. Es el único que ha traído a sus paisanos a tocar en Nueva York; a mí me deja presentarme seguido en D’Kalaf"… Parece mentira. Una noche bastó para recibir una conferencia sobre lo alternativo. Como diría el mismísimo Isaa, "larga vida a todos los que trabajan a la sombra de conferencias y grandes entramados".