Del barrio a la Gran Manzana ALBERTO NÁJAR Ciudad Nezahuacóyotl nació
y creció gracias a las energías y esperanzas de miles de
mexicanos de varios estados del país y de los expulsados por la
capital de la nación. Hoy es el municipio del que salen más
mexicanos rumbo a Estados Unidos. NezaYork es ya una realidad
Pero cuando hace dos años regresó de Atlanta, Georgia, a Netzahualcóyotl, ya estaba en fase terminal del Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida (Sida). Y ni así se le quitó el mal humor. Llegó muy mandón, quería que todo se lo hiciéramos pronto, recuerda José Luis López, responsable médico de la Fundación San José de Guadalupe de la Familia Vicentina, que mantiene un albergue para enfermos de Sida en la colonia La Perla. En Estados Unidos así trataba a la gente y pensó que aquí sería igual; ya luego se ablandó pero nunca se le fue el mal genio. César murió el año pasado, un par de meses después del fallecimiento de Gustavo, otro migrante de Neza que regresó del norte con el Síndrome muy avanzado. No hay certeza de que hubiesen contraído el Virus de Inmunodeficiencia Humana (VIH) durante su estancia en el extranjero, pero al doctor López la hipótesis no le parece descabellada. Y es que a Neza el Sida llegó, entre otros factores, con los migrantes que regresaban del norte. Había personas que venían por temporadas y cuando se les acababa el dinero vendían sangre para completar el pasaje, recuerda. Hubo una cadena de contagios en el laboratorio Productos Biológicos de México, fueron más de 100. El banco de sangre cerró a principios de los noventa y su propietario huyó a Estados Unidos. Mientras, el VIH se extendió tanto en el municipio que actualmente ocupa el primer lugar en incidencia de casos en el Estado de México. César y Gustavo no fueron los únicos migrantes contagiados que la Fundación ha atendido, y parece que no serán los últimos. Porque desde hace siete años, la migración a Estados Unidos es una de las alternativas de empleo más socorridas en este municipio que nació, paradójicamente, con la llegada de miles de oaxaqueños, michoacanos, poblanos, guanajuatenses y defeños de colonias populares. Neza es un pueblo de emigrados. Y ahora lo es también de emigrantes: según la directora de Desarrollo Social del Ayuntamiento, Julieta Flores Medina, no hay una calle donde al menos una familia entera se encuentre en Estados Unidos. Se van todos, desde las costureras que ya no sobreviven con la maquila clandestina de ropa, carpinteros afectados por la crisis mueblera o estilistas que viajan por temporadas a Los Angeles, Nueva York y Las Vegas para aprender lo último en cortes, tintes y peinados de cabello. No se sabe cuántos nezas (así se les dice) viven en el extranjero. Pero algunos, como el diputado perredista Emilio Ulloa, dicen que no son muchos. Si el cálculo del Ayuntamiento fuera correcto hablaríamos del 6% de la población, dice. Y sí, en esos términos parecieran pocos los migrantes. Pero Nezahualcóyotl es uno de los municipios más poblados del Estado de México, con aproximadamente 2.5 millones de habitantes (es un cálculo extraoficial, pues el INEGI dice que son un millón 256 mil, un dato que el Ayuntamiento no cree pues tan sólo el padrón electoral tiene 824 mil personas inscritas). Ese 6%, pues, significarían 150 mil personas que salieron al vecino país del norte, la mayoría en los últimos siete años. Neza es, pues, el municipio con mayor índice de expulsión de personas en toda la República, un fenómeno que atrapa la atención de algunos investigadores. Es el paradigma de recepción y expulsión de cualquiera de los otros estados expulsores de la República mexicana, dice Pedro Alvarez, director de Cáritas Hermanos Indígenas y Migrantes. Es un mosaico de realidades que responde en parte a lo que sucede en otros estados que inician o tienen presión migratoria; en Neza ya se da lo que ocurre en otros lados. Y sí. La incidencia de Sida es, para algunos, una muestra. Ñeros en Nueva York
Desde su origen, hace más de 40 años, el municipio es refugio de miles de marginados de los estados del sureste y de defeños de colonias populares. Los primeros emigraron para sobrevivir a la pobreza de sus comunidades; el resto lo hicieron porque no pudieron sostener su vida en la Ciudad de México, o para escapar al riesgo sísmico del endeble suelo capitalino. A Neza llegaron miles y otros tantos se han ido, casi siempre porque les resulta más barato vivir en otros municipios conurbados o bien, como el caso del empresario Alejandro Melo, se van por razones de seguridad. Pero siempre hay movimiento. Su historia migratoria es intensa, porque las condiciones económicas y sociales no permiten una vida con ciertas condiciones de decoro humano, afirma el investigador Pedro Alvarez. Y con el mosaico de versatilidad que da el convivir con poblanos, oaxaqueños, veracruzanos y hasta tabasqueños, es fácil aceptar la migración como una forma de vida. Tal característica es uno de los factores del crecimiento migratorio que, según Flores Medina, se intensificó tras el error de diciembre de 1994. Mucha gente vivía de la maquila clandestina de ropa o trabajaba en el Distrito Federal, afirma. Con la crisis aumentó el desempleo y la confección se cayó; apenas se está recuperando pero todavía paga poco, 75 centavos por prenda. No se sabe cuándo empezó la salida masiva de nezas, pero tanto el investigador como la funcionaria municipal coinciden en que la economía es uno de los detonantes. Pero no es el único: empresarios como Eduardo Domínguez Gómez, de la Compañía Mueblera Escolar y Salomón Yáñez Portillo, de Davis Corporación, afirman que en el municipio se vive un notable repunte económico. En cualquier casa que toques hay un taller de muebles finos o de alta costura, presume Salomón. Aquí la gente es muy luchona y siempre ha sobrevivido. Sí, tal vez hay más dinero. Pero la migración sigue. Y la respuesta es, explica el investigador Alvarez, un sutil fenómeno de contagio. El municipio era un dique para los poblanos y oaxaqueños en tránsito al norte dice la convivencia con estos grupos de población les permitió ver a Estados Unidos como una alternativa viable, e incluso al marcharse aprovecharon las redes que ellos habían tejido. Es por esta red, explica el investigador, que uno de los destinos favoritos de los nezas es Nueva York, el mismo sitio a donde viajan los poblanos. Hicimos un estudio de campo y vimos que, por ejemplo en el Bronx, la mayoría son mexicanos, sobre todo de Nezahualcóyotl. En ese estudio realizado con fines distintos se detectó que muchos llegaron directamente del Estado de México, pero hay otros, los que migraron a principios de los noventa, que hicieron escala en California. Salieron de allí porque los zacatecanos y jaliscienses los echaron. El fenotipo es distinto, aquellos son rubios de ojos claros, y los de Neza suelen tener otras características. Y no los aceptaron, es más, les bloqueaban el empleo, comenta Alvarez. Hay, sin embargo, otra razón para elegir NuevaYork: vivir en Neza y trabajar en el Distrito Federal es como un entrenamiento para sobrevivir en la metrópoli. Aumentan, pues, las posibilidades de progreso, con lo cual cumplen con una de las expectativas de los migrantes de Neza, escalar, al regreso, en el estatus social del barrio. El éxito relativo impulsa a otros al viaje, pero a diferencia de las entidades con más experiencia en estas lides, en Neza no se han creado redes sociales que apoyen a los nuevos migrantes, en parte porque se trata de un fenómeno relativamente nuevo y, además, porque los lazos familiares y de amistad son menos estrechos que en poblaciones más pequeñas. Por eso no hay clubes de nezas en Estados Unidos, ni posibilidades de acceder a programas como el 3x1. Tampoco se sabe cuántos nezas han muerto en el cruce a Estados Unidos: los casos que han ocurrido se resuelven en familia Cuando llegan a enterarse. Sólo se sabe que los emigrados se visitan de vez en cuando, y que mantienen vínculos con la familia que se queda. Del monto de las remesas no hay noticias, vamos, ni siquiera un conteo de cuántos migrantes hay. El dato sobre las familias por calle que se fueron se obtuvo colateralmente, como resultado de un estudio socioeconómico con otro objetivo. Había mucha gente que se había ido o estaba en planes de irse, subraya la directora de Desarrollo Social. Hubo un conteo de Conapo pero todavía no se termina de capturar; nosotros por lo pronto ya vamos a hacer un estudio específico en cuanto definamos la metodología. Pero no todo es malo, apunta el investigador de Cáritas, pues los migrantes de este municipio sobreviven mejor porque tienen una gran capacidad de adaptación. Si hiciéramos una encuesta para ver quiénes de los mexicanos se integran más a ciudades como Nueva York, los mexiquenses llevan la delantera. Suena lógico. Con el grafitti, las pandillas y la violencia de la Gran Manzana, los nezas se sienten como en casa. De Neza a Hollywood
Don Rafael Esquivel cuenta que al llegar a Neza, en 1964, lo más difícil era el viento que levantaba toneladas de polvo de las calles sin pavimento. Era un sufrir como no tiene idea, a veces no se veía a un metro de tan duro que estaba el remolino. Y en tiempo de aguas era igual, porque entonces el lodo era profundo, parecía arena movediza. Varias veces nos quedamos aislados en la casa, una semana sin poder salir. Rafael Esquivel vivió unos años en la colonia Nápoles del Distrito Federal, a donde llegó desde su natal Michoacán. Se fue a Neza porque su sueldo como albañil no alcanzaba para pagar la renta del departamento, y porque quería tener casa propia. Ya lo consiguió, aunque no tan rápido como planeaba. De hecho, la propiedad se pagó con el dinero que tres de sus hijos le enviaron de Estados Unidos, a donde se fueron en distintas épocas: el primero hace 15 años, el último en 1996. Me dijo que iba al Mundial de Futbol y ya estando allá encontró trabajo. Qué bueno, aquí la cosa estaba muy difícil. La familia Esquivel vive ahora del negocio de pollos que tiene en el mercado de la colonia Benito Juárez, pero también de los dólares que envían los hijos. Don Rafael se dice contento porque sus muchachos están mejor que en Neza, donde si bien las polvaredas son historia, de todos modos la vida no es fácil. Está lleno de vagos y marihuanos, no respetan a nadie, se queja. Por eso, en cuanto sus dos nietos terminen la secundaria los voy a dejar ir a Oklahoma con sus tíos, aquí no pueden aprender nada bueno. ¿Los va a mandar solos? No, vendrán por ellos o se van con algún vecino. Nomás de esta calle la avenida Adolfo López Mateos son como cinco los que van y vienen. Cerca de allí, en la colonia Benito Juárez, el dueño de la estética Boss también se queja de Neza. Beto (prefiere usar ese nombre para no tener problemas migratorios) ha viajado cuatro veces a Estados Unidos para tomar cursos de peinado, tintes, maquillaje y tratamientos faciales que aplica en su negocio de la calle Valle de Bravo. Cada vez le va mejor, pero no está a gusto. Si me dieran un permiso para trabajar lo aceptaba a la voz de ya, aquí ya está muy competido. Simplemente en la avenida donde trabajo hay como 15 estéticas, y te hablo de Rivapalacio a la calle 7. Y en la Cuauhtémoc hay otras 30, lamenta. Un corte aquí lo cobro cuando mucho en 150 pesos, y allá me gano 300 dólares. Los cursos que ha tomado en Los Angeles, Nueva York y Las Vegas son los que permiten sacar adelante su negocio, pero no por mucho tiempo: además de Beto, al menos una decena de estilistas ya viajan con frecuencia a esas mismas ciudades, y aunque no a todos les va tan bien en su regreso, prefiere no arriesgarse. Tu sabes que a cierta edad tienes que retirarte, pasas de moda y los chavos buscan estilos más agresivos en tintes o cortes. ¿Y no los puedes hacer tú? Sí pero no en Neza. Te digo, aquí gano menos por hacer lo mismo. La semana pasada, Beto se fue a Las Vegas y luego a San Francisco, con planes de quedarse el mayor tiempo posible. Viaja con visa de turista que no le permite trabajar, pero de todos modos se arriesga. Se quedará con unos amigos estilistas, también de Neza, que emigraron hace cuatro años y ya tienen negocio propio (uno de ellos en Hollywood). Ese es el sueño de Beto: una estética en el corazón de la farándula. |