"No merecemos este trato" DANIELA PASTRANA El gobierno de Vicente Fox muy pronto
se olvidó de sus "héroes" que perdieron la vida el 11 de
septiembre. Las asociaciones civiles y gobiernos estatales han hecho un
poco más, para promocionarse. Las familias de los mexicanos que
murieron en los atentados al World Trade Center cargan una doble tragedia:
la pérdida de sus seres queridos y el acoso social. Esta es la historia
de una de ellas
En la sala de su casa, ausente de fotografías, hay una hilera de cuadernos y libros listos para forrar. La charla es difícil, tensa al principio y constantemente interrumpida por los silencios y las lágrimas. Testigos mudos son Carlos y Nayeli, de 16 y 13 años. Rosario tiene una voz suave, que se hace un hilo al hablar de su esposo. "Es indescriptible lo que se siente", dice. Arturo, su primogénito, es quien más lo ha resentido, pero todos luchan contra la depresión. "Por eso estamos yendo con la sicóloga (terapia que la familia recibe de la Cruz Roja, a petición del organismo internacional), porque tenemos que superarlo". Víctor Antonio Martínez Pastrana, el padre ausente, iba a cumplir cuatro años en Nueva York. Trabajaba lavando loza en un restaurante del segundo piso del WTC y es uno de los 26 mexicanos reconocidos oficialmente como desaparecidos en el atentado. uuu Rosario y Víctor se conocieron hace 20 años en una hamburguesería, en Puebla. El, oriundo de Tlalchichilca, cerca de Ciudad Guzmán, era mesero. Ella, de 17 años, atendía detrás de la barra. Siete meses después se casaron. El 4 de diciembre habrían cumplido 19 años de matrimonio. Un flechazo. "Sí", dice Rosario, en la primera sonrisa que se permite. Hace cuatro años él decidió como muchos otros mexicanos ir a probar suerte a Nueva York. "Decía que quería que sus hijos no perdieran la escuela, que vivieran mejor". El 11 de septiembre, Rosario vio por el televisor desmoronarse la torre en la que trabajaba su esposo. Pero no creyó que estuviera muerto. Durante dos días estuvo pegada al teléfono, esperando en cualquier momento una llamada. La certeza llegó el 13 de septiembre, en el aniversario 17 de su hijo mayor. "El nunca olvidaba los cumpleaños". La muerte de Víctor trastornó la vida de su familia. "Mucha gente vino a preguntar, a ofrecer, a meterse, al final nadie hace nada", dice molesta. El pasaje más doloroso ocurrió en la escuela de Nayeli. Por invitación de la Cruz Roja, la familia asistió a una misa en Nueva York, en octubre. De regreso a la escuela, la niña no pudo terminar una oración que le pedía un maestro. El mentor le preguntó: "¿Qué, tienes cascajo en la cabeza?" El resto del relato es tan brutal que Rosario pide no publicarlo. Baste saber que ninguna autoridad escolar se hizo responsable por la actitud del profesor y que Nayeli se cambió de escuela después de que sus compañeros le pusieron apodos alusivos a la tragedia. "No los culpo, son chamacos", reflexiona la madre, después de un largo silencio. uuu El gobierno de Vicente Fox muy pronto se olvidó de sus "héroes" fallecidos en los atentados. La única noticia que esta mujer tuvo de la administración federal fue justo por octubre, cuando el ahora cronista y entonces encargado de la oficina presidencial de apoyo a los migrantes, Juan Hernández, convocó a algunas familias en Los Pinos para entregarles 30 mil pesos. "Dijo que era un dinero que se juntó con eventos y nos planteó algo de las microempresas, pero yo no quise porque luego me endeudo con el gobierno y sale peor". El gobierno estatal, por su parte, les dio 600 dólares mensuales durante cinco meses y tramitó con la SEP becas para sus hijos, que estudiaban en escuelas particulares. Hasta el momento, sólo está definida la de Carlos, que estudia bachillerato en el Liceo Cultural. En la Universidad Tomás Alva Edison, a la cual ingresó este año Arturo, no han decidido, y en el Colegio Americano, donde Nayeli estudia la secundaria, el director ha dicho que su obligación es dar 75% al gobierno y que el 100% no se lo da a nadie. Rosario, una ama de casa que vivía de las remesas que le enviaba su marido, puso un puesto de antojitos, tamales y atole en la zotehuela de su casa (que acondicionó con los 30 mil pesos que le dieron). Está consciente que sin las becas no puede pagar la matrículas de las escuelas. Por eso ha pensado en buscar un trabajo extra. "En alguna tienda departamental o en una fábrica, el chiste es que pueda tener una entrada más. Tengo que lograr que estudien, por lo que se fue mi esposo", dice. Su otra preocupación es la casa, que no se ha pagado desde hace tres años. El gobierno estatal se ofreció a liberar el crédito, pero necesita el certificado de defunción, que no le han entregado, y una serie de engorrosos trámites. "No es lo mismo contar con el apoyo de él que encontrarse sola de momento. Pero ya no quiero que mis hijos me vean llorar dice, más tranquila, no les ayudo a quitarse la depresión". uuu Quizá el mejor ejemplo de la atención que han recibido las familias de los "héroes" mexicanos es la invitación a la misa en octubre. Imagine el lector la escena: cuatro familias con gastos pagados por la Cruz Roja Internacional, perdidas en el aeropuerto de Miami donde perdieron la conexión porque nadie sabía hablar inglés. Doce horas de viaje y nadie en el aeropuerto de Nueva York para recibirlos. "Ibamos aterrorizados", recuerda Rosario. Al final, quienes se hicieron cargo de ellos fueron las familias de otros "héroes" olvidados instaladas allá. La historia parece repetirse, ahora con los trámites para un nuevo pasaporte (en aquella ocasión les dieron un permiso de tres meses), para acudir, de nuevo con cargo a la Cruz Roja, al aniversario luctuoso. Vuelta que vuelta y actitudes francamente groseras de algunos funcionarios. "Yo no espero que el gobierno me mantenga,
pero tampoco el trato que me han dado dice la mujer, porque bien que
presumen lo que nos dan. A la mejor en las becas me han ayudado porque
mis hijos pueden ir a la escuela que iban desde que su papá se fue,
pero sólo nos llenan el buche de piedritas".
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