Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Domingo 8 de septiembre de 2002
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Cultura

Juan Arturo Brennan

Coro a la olimpiada

El pasado fin de semana, mientras en otros ámbitos se ofrecían los habituales sones, danzones, huapangos, estrellitas y demás bocadillos nacionales, en el auditorio Blas Galindo se presentó el Coro de Cámara del Centro Nacional de las Artes (CNA) con un programa interesante y variado, en un concierto de intención particular: la preparación del ensamble para su próxima participación en una olimpiada coral de Corea.

Es interesante que un coro profesional mexicano participe en un acto de esa naturaleza, pero más interesante aún es el hecho de que el CNA tenga un coro residente, por todo lo que ello tiene (o puede tener) de positivo en el ámbito de la promoción, el trabajo continuo y a largo plazo, el anclaje institucional, etcétera. El Coro de Cámara, bajo la dirección de Gerardo Rábago, ofreció un programa cuyos cimientos fueron, lógicamente, los géneros en los que va a participar en el certamen coreano.

De entrada, hay que decir que este joven coro ya maneja un repertorio caracterizado por la variedad y el eclecticismo; y, al menos por lo escuchado la noche del viernes pasado, se trata de un repertorio bien elegido en lo que se refiere a compositores, estilos y sobre todo arreglos, sin caer en las chabacanerías que suelen ser el talón de Aquiles de otras agrupaciones vocales.

Es probable que lo más atractivo de la sesión haya estado en las piezas de música religiosa elegidas por Rábago, en cuya interpretación el coro sacó a relucir algunas de sus virtudes en cuanto a calidad vocal y trabajo de ensamble. Especialmente destacado en este rubro, el Motete para el día de Pentecostés, de Sergio Cárdenas, obra moderna habitada por recursos técnicos y efectos sonoros bien elegidos y aplicados, dando lugar a una especie de singular cubismo musical.

Muy atractivo también, y en una línea de conducta similar, el Pater Noster del venezolano Alberto Grau, en el que se utiliza para buenos fines el canto hablado conocido como Sprechgesang. La vertiente moderna de lo religioso estuvo complementada con buenas interpretaciones del Sanctus Sestina (en estreno absoluto) de Charles Fitts y el muy atractivo Ubi caritas, de Maurice Duruflé.

En regiones más añejas de la música de iglesia, el Coro de Cámara del CNA cantó el Laudate Dominum, de Mozart, un Crucifixus de Lotti y el soberbio Ave María a 7, de Anton Bruckner. En esta última pieza, el coro realizó buenas cosas con el tratamiento de la romántica polifonía bruckneriana, aunque faltó quizá un poco del espíritu de recogimiento religioso que caracteriza a otras versiones de la misma.

Dos de los mejores momentos de la sesión ocurrieron a través del repertorio francés. Por una parte, una muy bien coloreada versión de la Nicolette, de Maurice Ravel, y por la otra, el Cántico de Jean Racine, de Gabriel Fauré, una de las mejores creaciones de este notable compositor.

En la parte más popular del repertorio destacó la pieza Borishka, de Evgueni Zemtsov, con una llamativa componente stravinskiana y el trabajo percusivo de los cantantes.

Del mundo del tango, se cantó El último café, de Héctor Stamponi, con buen manejo del estilo arrabalero y una sugestiva propuesta en la prosodia del castellano en el mejor modo porteño. A lo largo de esa interesante sesión coral se hizo evidente que el Coro de Cámara del CNA (que comenzó actividades en febrero de este año) ya ha asimilado en buena medida mucho de lo que la experiencia y el colmillo de Rábago le puede ofrecer. Ya hay, como debe ser en todo buen coro, una atención importante a las indispensables cuestiones de estilo y a ciertos matices idiomáticos que deben ser materia prima cotidiana de un ensamble vocal. Falta, quizá, un poco de la soltura y el aplomo que vienen con el tiempo y la práctica, y que el coro se atreva a quitarse de encima el peso de la catedral y la basílica al momento de interpretar ciertos repertorios seculares.

Por lo demás, el Coro de Cámara parece ir por buen camino; ojalá que la respuesta del público (aún menos numerosa de lo que se merece) y el soporte institucional le permitan crecer y divulgar su trabajo.

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