LETRA S
Septiembre 5 de 2002

Crónica Sero

Joaquín Hurtado

"Dos hombres riñen por el amor de otro hombre", lee una locutora en la TV de mi patria. Patria heroica y extrema es ésta donde me ha tocado fincar sueño y heredad. Tan grande cosa es esta patria regiomontana que la locutora, enjaezada de autoridad y poder supremo, remata: "Dudo que ésos sean realmente hombres". Decenas de miles de escuchas la siguen también por radio en la cocina, el carro, el trabajo, el bus. La mayoría debió quedar bastante agradecido con ese comentario. Les hizo el rato más armonioso, ordenado, respirable. Después de todo, el mundo debe tener parámetros, etiquetas, marcos de referencia, estantes inviolables donde cada cual sea quien debe ser. Las guacamayas de la marcha gay que llenaron hace semanas el Zócalo están tan lejos, a Dios gracias.

Es posible que la locutora no sepa que le ha hecho la chamba a esa homofobia criminal que da el machetazo y esconde la mano. Como quizá no lo sepan los reporteros de Milenio Diario que desataron escandalosa campaña contra los y las trabajadoras sexuales de Monterrey. Vinieron diatribas porque mesalinas y travesties son los culpables de que madres y esposas tengan que sufragar la factura del sida. La mera exposición de los sexoservidores ante los castos ojos de la sociedad regiomontana es capaz de inocular las plagas apocalípticas que condenan a los bebés y a sus inocentes padres. Si alguien tiene que pagar los costos del estigma que sea quien se lo buscó.

Las voces de las cúpulas empresariales, círculos mercantiles, diputados y "líderes de opinión" exigen: que se les busque, que se les ubique, que se les expulse para siempre del seno inmaculado de una ciudad tan consentida por los Bush y los Juan Pablos.

Una ONG muy cercana a los Abascales foxistas propone: "como no vamos a erradicar jamás la prostitución, ese mal tan necesario; que se construya lejos de la ciudad una zona de tolerancia decente". Sin más comentarios.

Arrecian las pedradas en prensa y TV. El gobierno del estado anuncia entonces medidas más rigurosas para controlar el despapaye sexual. Una nueva Ley Estatal de Salud para acabar con el desorden moral. Busco al responsable del Coesida. Contesta con una cita en las oficinas del subsecretario de Regulación Sanitaria. Allí se argumenta: "sabemos que no podemos intervenir en los coloquios carnales de ningún ciudadano, pero sí podemos pugnar porque no se contagie (sic) más gente". ¿Cómo? ¿Con más condones? ¿Con atención inmediata, gratuita y de por vida a los afectados? ¿Con educación? ¿Con fomento y protección de los derechos humanos? ¿Con más recursos? Noooo.

El magnánimo propósito de atender la bomba de tiempo que ya les tronó en las manos es ni más ni menos: ampliar los poderes al Estado para ejercer control sanitario a través de una especie de carnet o salvoconducto o visa en los casos que así se considere necesario para contener epidemias como el sida. ¿Qué significa esto? Que el gobernador y diáconos que obsequiosos lo rodean van a pasar por el pelotón de los jeringazos al inmundo ciudadano que tuvo por mal suerte haber nacido sexuado, y por lo tanto, proclive a andar cogiendo vihchos. Patria querida.