Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Lunes 26 de agosto de 2002
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Cultura

Hermann Bellinghausen

Por el principio, tonto

El tiempo pasa, y por lo general a la gente no le gusta aceptar que es así. Tratamos de volver costumbre los grandes momentos, las revelaciones amorosas, estéticas, espirituales, que por naturaleza y necesidad son fugaces. Cierto, hay de fugacidades a fugacidades. Algunas duran años, y uno cree haberse acostumbrado a ellas. Sólo así se entiende que a tanta gente le dé por el matrimonio, las academias de la lengua y las religiones: la revelación hecha costumbre, a tal grado que lo menos importante acaba siendo la revelación.

-ƑMe explico? -remató Mónica su parrafada.

-No -contestó Sombra, abrumado por la prolijidad de Mónica para no decir nada.

Imbuída en una ráfaga de esa juventud que la hace tan inmediata y fresca pese al yugo de la silla de ruedas y la cadera en llamas, Mónica soltó, mientras Sombra le hacia piojito en la nuca con meticulosidad miniaturista:

-ƑCrees que lo nuestro tenga futuro?

Alguna inquietud la andaba rondando, una desazón que no hallaba salida. ƑUn temor?

-Claro que no -dijo Sombra, tierno, sin ironía.

Mónica puso cara neutra unos segundos, digiriendo lo que acababa de escuchar, y al fin inspiró para decir:

-Qué alivio, chinito.

Los japoneses odian que les digan chinos, pero en México es práctica común considerar "chales" hasta a los coreanos de Tepito y la gente de Huitzuco, Guerrero. A Sombra no le importa, pero percibía en Mónica alguna intención al chinearlo. ƑOtra de sus formas extremas de cariño?

Ella realmente sintió alivio. Hizo girar las ruedas para dirigirse al escritorio y empezó a escribir: "Aquí no empezamos o terminamos. La vida no ocurre en orden".

-Sombra, y si nosotros no existiéramos. Quiero decir, si alguien más nos estuviera escribiendo, como yo mi pobre novela. Una escritura sobre otra. Una matriushka.

-Cálmate profeta, que por ese camino vas a llegar a que en el principio fue el Verbo, y entonces ya la chingamos.

-No. Nomás digo de orita, de la temporada que tenemos juntos. Mi hermana gemela, que parece inventada. Mi sobrina Kim, que es una versión mejorada de mí. Como una novela.

-Ajá -dijo Sombra en chinojaponés del Centro y ojos de plato, a punto de tirar a locas los típicos alucines de Mónica cuando cree que su inspiración flaquea. Ella volvió la cabeza hacia la pantalla, y siguió escribiendo en la escurridiza página blanca allí encendida.

La rodeaba lo que viene siendo su casa: de una planta, sin muros, mezcla de dormitorio, sala y comedor (la cocina está aparte) que no consiguen disimular que es solamente un estudio. Libros y libreros por todas partes. No hay mueble sin libros. Pilas en el piso. Los libros son los muebles, en una especie de laberinto de cauces con el ancho suficiente como para que pasen la silla y sus ruedas. Ella trata de no usarla en casa, siempre encuentra de dónde agarrarse. Como en el billar. Pero siendo viernes, se quedó en ella.

Acuclillado sobre el sofá, en calzones, Sombra dibujaba. Mónica, la bata sin amarrar y nada más, totalmente semidesnuda volteó hacia Sombra.

-ƑQué escritor japonés te gusta?

-No soy lector, te dije.

-Pero cuál leíste.

-Cuando viví en Japón todos hablaban de Mishima. Estaba de moda. Su escándalo era parte del paisaje. Lo leí.

-Claro.

-ƑCómo que claro? Si lo dices por "Confesiones de una máscara", odié ese libro.

-ƑPor qué?

-No me acuerdo.

-Ashh, contigo no se puede hablar- protestó Mónica con un mohín de niña que denotaba complicidad. Sombra no levantó los ojos, pero sonrió emocionado.

-Ya sé.

-Mereces que te amarre otra vez, Sombra. Así hablas bonito.

-Tú dices cuándo.

Mónica alzó los hombros, volvió a la página-pantalla y deslizó las yemas sobre el teclado, en ese garrapateo de procesador del que ninguna errata sale ilesa. Todavía alzó la voz para cambiar de tema antes de hundirse en un laborioso silencio:

-Un día voy a escribir una novela gorda de puros primeros capítulos. Unos treinta. Quiero contar una historia con treinta comienzos.

-ƑY cómo la pensarías terminar? -alcanzó a decir Sombra.

-Cómo crees, por el principio, tonto.

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