La Jornada Semanal,   domingo 25 de agosto del 2002        núm. 390
Pintura mural popular. Arte chicano
Las rosas del milagro
José Agustín de Castro
Luego que México ufana
vio en Tepeyac a María,
mostró lo alegre del día
la risa de la mañana...

Portento fue repetido
que de invierno los rigores
no apagasen a las flores
follaje tan encendido:
mucha gala del vestido
hace el estéril collado,
pues su terreno escarpado
vuelto en ameno pensil,
con el susto de otro abril
se queda el diciembre helado.

Con las fragancias más vivas,
recreo de sitio rugoso,
ostentan lo delicioso
de tantas prerrogativas:
cortólas Juan, y festivas
en alegría mejoraron,
porque cuando descollaron
y a ver a María nacieron,
de milagro florecieron
y de gozo se cortaron.

Caen a la vista del Prelado,
y comprueban sus matices
que son los nuncios felices
de aquel hermoso Traslado:
queda el Obispo colmado
de admiración y alegría;
¿pero a quién no llenaría
de los asombros mayores,
sembrarse en la manta flores
y cosecharse María?