La otra cara de Los Tigres del Norte NAOMI ADELSON Un agente de la migra los vio muy jovencitos y les llamó the little tigers. Ellos adoptaron el nombre. Así nació un fenómeno musical que ha dado paso incluso a una fundación que ha donado más de un millón de dólares para becas en la Universidad de California, que también apoya un proyecto de la UCLA para digitalizar todos los corridos mexicanos y compilarlos en una fonoteca, y un plan conjunto UCLA-Smithsonian Museum para crear una exhibición sobre la historia del corrido
Ya entonces tenían que ayudar a la familia a sobrevivir, y como millones más estos jóvenes se volvieron migrantes. Hay muchísimo migrante que ha salido de su estado, pues, en busca de una vida mejor, como todos de cualquier parte de la República o cualquier parte del mundo, dice Jorge. Era 1968, y los muchachos formaron un pequeño grupo de música norteña, así salieron del pueblo natal y después el destino les trajo su primera gran oportunidad. Fueron contratados por el gobierno de California para presentarse en un prisión en el norte de ese estado: Soledad. No tenían la más mínima idea de cómo era California, tampoco sabían en aquel entonces que llevaban la delantera en una ola migratoria de proporciones históricas. Fue algo que Dios nos puso en este camino. Sabíamos que veníamos a Estados Unidos, a California, nada más, dice Hernández, ahora principal vocalista, acordeonista y líder del grupo. Le pidieron al gobierno de México que trajera música mexicana y allí veníamos nosotros pero no teníamos idea de qué significaba California, qué significaba Arizona. Lo único que sabíamos es que veníamos a Estados Unidos. Cruzaron la frontera y un agente de la migra, al ver lo jóvenes que eran, les llamó the little tigers. Ellos mismos adoptaron el nombre, agregando del norte, y así nace lo que ahora es un fenómeno musical mundial: Los Tigres del Norte. Cuando llegamos a Mexicali, nos propusieron venir a San José, California, y no veníamos en plan de quedarnos. Veníamos a actuar y regresarnos, dice el bajista Hernán, y agrega: pero conocimos a una persona que influyó mucho en que nos hayamos quedado, el señor Arthur Walker. Arturo Caminante, le decíamos, y no hablaba nada de español. Decía sí y no, nada más, agrega Jorge. Sin embargo, lograron comunicarse y firmaron un contrato de exclusividad de grabación que duró 15 años, hasta que el señor Caminante murió. Durante este tiempo, Raúl salió del grupo y entró el hermano menor, Luis. Olivo ha salido y regresado al grupo varias veces. Cuando Walker falleció, Los Tigres fueron contratados por Fonavisa, con sede en Los Angeles. Aunque no habían salido de California, Los Tigres ya veían que eran parte integral de una gran ola migratoria. Nos dimos cuenta de la importancia que tiene la comunidad latina con un desfile del 16 de septiembre, dice Jorge. Y no eran los únicos. Walker tenía una tienda en el flea market (tianguis) y sabía que había muchos mexicanos que compraban discos mexicanos. El sabía que podría tener un mercado con un grupo como el nuestro, dijo Jorge. Fue el primero que empezó a grabar música local, de California, agrega Hernán. La compañía de Walker, Fama Records, era la primera en lengua hispana en la Costa Oeste de Estados Unidos. Y esta música local, claro, era mexicana. Alta California Hasta 1972, el grupo grababa discos y aumentaba su fama entre los paisanos en el estado dorado. Escucharon a alguien tocar Contrabando y traición en una cantina y pidieron permiso para grabarla. De repente, Los Tigres del Norte nacidos en Sinaloa, pero grabados y activos como músicos en California se convirtieron en los ídolos del pueblo mexicano. Pero, ¿porqué tanto éxito en California? El enlace principal entre California y Los Tigres del Norte es que empezamos a cantar canciones sobre migración, sobre ilegales. Hicimos canciones que a la gente de alguna manera le recordaba a su tierra o a su familia. Las bases de Los Tigres del Norte se hicieron en California, dice Hernán. Ya por 1972, los ciudadanos de origen mexicano entonces clasificado como hispano, aunque fuese mayoritariamente mexicano en la Bahía (San Francisco, Oakland, San José, Berkeley) llegaron a representar 12% de la población del área, según el Public Policy Institute of California. Contrabando y traición describe fielmente a la California en 1972. Emilio y Camelia salieron de San Ysidro pueblo aledaño a Tijuana, en el Condado de San Diego y llegan a San Clemente, donde les para la inmigración. Allí, en la carretera interestatal 5, que es la que lleva a millones más al norte, se encontraba un retén de la Patrulla Fronteriza. Era provisional y muchos sabían cómo burlarlo con facilidad. Con Contrabando y traición, Los Tigres cuentan las primeras historias de la nueva migración, la indocumentada. Ya había terminado el Programa Bracero, el último que permitía a grandes números de mexicanos trabajar en Estados Unidos de manera legal. También nosotros éramos ilegales por un tiempo. Venimos legalmente, pero luego estuvimos ilegales. Creo que eso es lo que nos hace no sentirnos famosos ni superestrellas, dice Hernán. Hoy, la canción en sí sirve como un aviso: hay que saber que San Clemente ya es enorme y permanente. Es como una segunda frontera, unos 40 kilómetros tierra adentro. Diez kilómetros antes de llegar, se levanta una cerca al centro de la carretera para que la gente no pueda cruzar los ocho carriles de la carretera interestatal a pie. Además, por un lado está el Campamento Pendleton de los marines del Ejército estadunidense, y por el otro, una planta nuclear, que impiden el paso a pie de aquellos que intentan ingresar a Estados Unidos. Letreros amarillos con el dibujo de una familia corriendo avisan a los choferes que hay que manejar con precaución, aunque no sea ganado sino personas quienes la cruzan. Ya en el retén, un letrero que abarca seis carriles alerta: Prepare to Stop. U.S. federal agents. Allí, entre los carriles, se paran agentes de la Patrulla Fronteriza, viendo si alguien parece ilegal. Uniendo fronteras Con canciones pudimos describir más las cosas que nos sucedían aquí, dice Hernán. Y así fue: interpretan una serie de canciones que hablan de cómo es vivir como indocumentado; los riesgos de cruzar la frontera, y los choques culturales que sufre al salir de su país. En México se pasean franceses, chinos y griegos, y algunos americanos son caciques en los pueblos La cerca de la tortilla es ofensa para el pueblo, cantan en La tumba del mojado. En 1984, dan a conocer La jaula de oro, en la que describen la difícil vida del mexicano en tierras extranjeras: ¿De qué me sirve el dinero si estoy como prisionero dentro de esta gran nación?, pregunta el personaje principal de la canción, quien no sale por miedo a ser deportado. Y a la vez, él mismo quiere regresar a México, pero sus hijos ya no quieren ir a una tierra que ni recuerdan. Es un choque, explica Jorge. El papá viene a este país, se instala, manda a los hijos a la escuela. Su educación básica es en inglés. Inmediatamente choca con la educación mexicana, que sus propios padres tienen. Entonces viene el conflicto y la comprensión ya no es igual. De la misma manera que los personajes de sus canciones, Los Tigres del Norte se estaban acostumbrando a la vida en California. Nos quedamos en California para desarrollar la carrera artística y después cada uno fue integrándose a la comunidad. Jorge se casó aquí, luego los demás, y comenzamos a tener una vida como todos los migrantes que llegan a California, explica Hernán. Empezamos a ver que con canciones podíamos unir más a la gente, agrega. Y lo hicieron hablando de la realidad de la experiencia migratoria para todos. Mirábamos que no únicamente había gente de México, sino que era un problema de todos los países. Conocíamos amigos de El Salvador, Nicaragua, Guatemala y, en fin, de diferentes países del mundo. Entonces se nos ocurrió informarnos un poquito sobre cómo es la aventura de ellos para venir a este país. El compositor narró exactamente cómo vienen y qué hicieron para venir, explica Jorge. En 1988 aparece otro éxito, Tres veces mojado, que llamó la atención sobre la situación de los centroamericanos, quienes sufren explotación y violación de sus derechos al cruzar Guatemala y México. Es lindo México, pero cuánto sufrí; atravesarlo sin papeles es muy duro, cantan. Es que Los Tigres del Norte habían sido testigos de la migración centroamericana: en los ochenta y los noventa, cientos de miles de centroamericanos llegaron a Estados Unidos huyendo de las guerras en sus países. Somos más americanos A mediados de los noventa, Los Tigres del Norte atestiguan la gran ola antimigrante, encabezada por el gobernador Pete Wilson. Sin embargo, siguen con la frente en alto con El mojado acaudalado, quien se hizo rico en Estados Unidos pero en (su) tierra, quiere morir. Ya siendo acaudalados ellos mismos con más de 30 discos, el premio Grammy en el género norteño por su producción América, el Grammy Latino e innumerables reconocimientos establecieron la Fundación Los Tigres del Norte, que busca apoyar la cultura mexicana en California. Hasta ahora ha donado más de un millón de dólares para becas en la Universidad de California, en Los Angeles. También apoya un proyecto de la UCLA para digitalizar todos los corridos mexicanos y compilarlos en una fonoteca y un proyecto conjunto UCLASmithsonian Museum para crear una exhibición sobre la historia del corrido. Se encarga de preservar nuestro idioma, que es nuestro canto, nuestra música, nuestra forma de hablar, dice Jorge. Creo que los mexicanos que vivimos en este país, los que tienen ya su familia establecida acá, desearían que su felicidad se hubiera realizado en su país, explica Jorge. Pero no fue posible. En los noventa salieron cientos de miles más rumbo a California... y para siempre. En el área de la bahía de San Francisco, donde Los Tigres se hicieron famosos, la población hispana había llegado a 19% del total. Ya en 2000, la tercera parte de la población del estado era hispana. El censo de 2000 incluyó por primera vez la opción de escoger mexicano, mexicano-americano, o de origen mexicano dentro de la categoría hispana, y resultó que Los Tigres del Norte ya no formaban parte de ninguna minoría: más del 25% de la población del estado se identificó en esta nueva categoría. Además, 12.4 millones de personas de California dijeron que hablaban otra lengua que no era inglés en su casa. De este total, 65% hablaban español. En 2001, Los Tigres del Norte responden con una nueva producción: Somos más americanos, tal vez un apasionado recordatorio sobre la historia para aquellos que se creen de California: Quiero recordarle al gringo / yo no crucé la frontera / la frontera me cruzó / América nació libre, el hombre la dividió. Ellos pintaron la raya / para que yo la brincara y me llaman invasor / Es un error bien marcado / nos quitaron ocho estados / ¿quién es aquí el invasor? Soy extranjero en mi tierra y no vengo a darles guerra / soy hombre trabajador / Si contamos los siglos, aunque le duele al vecino / somos más americanos que todititos los gringos.
Hoy se dio el cambio / brindemos con Coca-Cola / porque los buenos de ahora / son de azul y blanco. No se trata, desde luego, de alguna campaña publicitaria ni de un nuevo eslogan electoral, sino de una estrofa del tema Crónica de un cambio, que describe las peripecias en el poder, incluida en el más reciente disco de Los Tigres del Norte. La canción, que ya se anuncia como un éxito por la censura que ha encontrado entre las estaciones radiofónicas del país, señala también: Calza botas / y te agencias un establo / sigue la flecha / y llegarás a diputado, aunque está lejos de ser un manual para políticos remisos. Servando Cano, vocero del grupo, declinó opinar sobre esta campaña, pero recomendó a los seguidores que compren el disco. Sólo la Regiomontana de Monterrey se ha atrevido a incluirla de manera habitual en su programación. El nudo giordano estaría en el temor de las estaciones a perder la publicidad gubernamental. |