Ojarasca 64 número 64

CHIAPAS:

La inexorable apropiación
de la tierra por los indios
 
 

Dolores Camacho y Arturo Lomelí


Un campesino indio definió la gran paradoja de Chiapas: "vivimos en chozas en medio de nuestra riqueza, de nuestra tierra, y nos opondremos a cualquier otro proyecto, aunque sea de desarrollo,que nos aparte de ella"


Los indios de Chiapas no están desapareciendo, no son unos cuantos y por supuesto no son minoría en una entidad, relativamente. Como se aprecia en el cuadro anexo, la población india va en aumento a pesar de las distintas políticas de las que han sido objeto. Sobrevivieron a la conquista, sobrevivieron y aumentaron pese al embate del proyecto liberal decimonónico y han sobrevivido al indigenismo. Sobrevivieron a la destrucción, a la segregación y a la integración. Su supervivencia no tiene sólo que ver con los números crecientes de su población sino también con el lazo más importante de su existencia: la tierra.
 

Fuente: Arturo Lomelí, Los servidores de nuestros pueblos, Coneculta, Tuxtla Gutiérrez, Chiapas 2002

Pese a la creencia de que lo indio es sinónimo de atraso, y la tierra en manos de indios campesinos subdesarrollo, ambos un lastre para el "desarrollo", los indios de Chiapas tienen una historia de varios siglos de recuperar su población y la tierra.

Un campesino indio definió la gran paradoja de Chiapas: "vivimos en chozas en medio de nuestra riqueza, de nuestra tierra, y nos opondremos a cualquier otro proyecto... aunque sea de desarrollo... que nos aparte de ella".

Al arribo de la primera oleada de la conquista española a Chiapas existía, según diversos cálculos, una población de 220 mil habitantes que se distribuían en el territorio. La mayoría de ellos ocupaba los espacios de las montañas alteñas, la depresión central y la costa. La conquista y la colonización desaparecieron a los pueblos indios de la depresión central y de la costa dejando casi intactos a los de las montañas alteñas y del norte.

A mediados del siglo XVII, los mayas y zoques de Chiapas empezaron una lenta pero consistente recuperación de su población y su territorio. Después de la desaparición de los pueblos de la depresión central y de la costa, se fundaron nuevas poblaciones mestizas. Éstas tuvieron un crecimiento en muchos casos mayor que el de la población india, pero se concentraron en los despoblados de los valles centrales y la costa.

Al término de la Colonia y durante todo el siglo XIX, con las nuevas políticas nacionales y con los nuevos proyectos modernizadores y de integración económica, fueron despojados tanto indios como mestizos de la mayor parte del territorio chiapaneco. Costas, Valles Centrales, algunos pueblos que eran habitados por indios, pero denunciados como baldíos o deshabitados, pasaron a formar parte de las propiedades que en ocasiones llegaron a tener extensiones impresionantes.

Los liberales de esa época fueron los primeros en promover el desarrollo y la integración mundial haciendo productiva la tierra bajo su sistema: la finca. Más que un sistema económico, un modo de vida que sentó las bases de las relaciones sociales en las que las familias de finqueros controlaron el poder económico y político prevaleciente hasta nuestros días. Apellidos como Velasco, Castellanos, Larráinzar, Grajales, Corzo y Domínguez le dan su dimensión porfiriana. Se formó la "familia chiapaneca" detentadora de las grandes propiedades y del poder político: gobernadores y finqueros fusionados en el sistema de finca y de hacienda.

El despojo y apropiación de la tierra durante el siglo XIX en Chiapas, trajo como consecuencia una sociedad que por un lado proponía un proyecto modernizador que veía en la tierra la producción para el mercado internacional basada en el café y otros productos agropecuarios, y por otro lado sus trabajadores: mozos, baldíos y jornaleros. En muchas regiones del estado hasta los años noventa del siglo pasado no desapareció el sistema basado en la grandes fincas.
 

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Las cifras de la población y la territorialidad india en Chiapas

El reparto agrario trajo consigo la modificación de este sistema. Hoy en día, más de 4 millones de hectáreas de los siete y medio millones, se encuentran bajo el régimen de propiedad social, sea ejido o comunidad, y casi 3 millones en la llamada propiedad privada. A inicios del siglo XX, antes de los primeros repartos agrarios y reconociendo la propiedad comunal de algunos pueblos indios, el 87% de la tierra estaba en manos de finqueros, terratenientes y compañías extranjeras. El reparto agrario de los años veinte y del cardenismo empezó a invertir la pirámide de la propiedad de la tierra en Chiapas.

En la actualidad es propiedad social el 56%, aunque hay una parte muy importante de la propiedad privada que se encuentra en manos de propietarios indios, que en grupos han comprado a los propietarios fincas y ranchos, al grado de que hay municipios y regiones donde ya no hay propiedades en manos de los rancheros y finqueros mestizos.
 
 

Las otras cifras

Chiapas sigue siendo rural, el 70% de los habitantes vive del campo o en actividades relacionadas con él. Pocas localidades son las que se pueden considerar urbanas, una ciudad que es capital del estado con más de 250 mil habitantes, otra con más de 150 mil, tres o cuatro poblaciones en la barrera de los cien mil, unas 20 con más de 10 mil y las otras miles de localidades, hasta alcanzar las 19 mil, son rurales, en una entidad donde prácticamente no hay lugares deshabitados. De acuerdo al último censo y dispensando los errores y omisiones que pueda tener, existen en el estado de Chiapas 19 700 localidades, de las cuales 8 500, la mitad, son menores de 10 habitantes. 4 900 de las casi 20 mil localidades son mayores de 100 habitantes, el 25%. Estos datos nos dan idea de que existe una gran dispersión de la población en los 75 mil kilómetros cuadrados del estado.

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En esta geografía, el indio tiene una presencia más que notable, producto de distintos procesos de apropiación del territorio. La población india, según los últimos censos, representa alrededor del 30% del total de habitantes, pero tiene presencia en el 70% de la geografía. Contrario a la población mestiza que es el 70% de la población y se encuentra concentrada en las ciudades y en las zonas rurales de la costa y la depresión central. En el último censo hay 8 mil localidades menores de 10 habitantes donde es nula la presencia de indios, la mayoría ubicadas en esas dos regiones. Por su parte las localidades indias se encuentran en toda la geografía de la entidad y ciertas regiones son totalmente indias. De no ser por unos cuantos lunares no indios en esta geografía, todo lo demás es tierra india.

En las montañas de los Altos, la Selva, el Norte y hasta en la franja fronteriza, y pese a los esfuerzos de los gobiernos por "mexicanizar" la frontera con Guatemala, lo indio tiene una presencia que se ha ido haciendo más evidente, si bien es cierto que la población va en aumento y por lo tanto ha ejercido una presión mayor sobre la tierra. Encontramos en el nuevo milenio casi 3 mil nuevas localidades con respecto al censo anterior. Estas localidades son de indios en toda la geografía de la entidad. En los Valles Centrales, en los municipios de Socoltenango, Acala, Villa Las Rosas, La Concordia, Villa Corzo y Jiquipilas entre otros. En la región Norte en Catazajá y Reforma; por supuesto en la región de las Chimalapas y el Ocote. Hasta en la costa, en el municipio de Pijijiapan y Acapetahua, donde los acuerdos agrarios, las invasiones y la compra de tierras de grupos de indios a propietarios que han vendido sus ranchos ante la ruina de lo que es hoy el sector agropecuario en Chiapas y en México --en casi todos los municipios donde hay presencia india-- los mestizos han vendido o les fueron invadidas las tierras que desde el siglo XIX tenían en posesión.

Municipios que hasta los ochenta tenían fincas y ranchos y que fueron escenarios de hechos violentos entre 1980 y el 2000, ahora son propiedad de indios: Pantelhó, Bochil, Simojovel, Huitiupán, Jitotol, Pueblo Nuevo Solistahuacán, Ixtapa, El Bosque, Sitalá, fincas de mestizos de Chilón, Yajalón y Sabanilla. En estos municipios que conforman una región homogénea, y ante "la amenaza de los zapatistas", los rancheros han vendido sus propiedades al gobierno para ser entregadas a indios o las venden directamente a otros indios en Ocosingo, Altamirano, Teopisca, Las Margaritas, La Trinitaria, Comitán y Palenque.

Uno de los cambios profundos que se empiezan a vislumbrar es el de la apropiación, que debía mejor llamarse reapropiación del territorio.

Los movimientos sociales recientes, encabezados por el movimiento zapatista, tienen un impacto muy importante al darle impulso a esta manera de visualizar la recuperación territorial. En otros trabajos se ha profundizado sobre las diversas formas en que la reapropiación de los territorios ocurre, cómo estos grupos de indios han hecho compatible su forma de vida y costumbres con un nuevo territorio.

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Los chamulas mantienen fuertes lazos de pertenencia con su pueblo original, y llegan a ocupar cargos religiosos o políticos pese a no habitar las tierras chamulas. Otros sólo mantienen su vestimenta y costumbres religiosas, la veneración a los santos patronos de sus pueblos originales, a las fiestas, y unos pocos prácticamente han perdido su apego a su pueblo de origen, aunque esto puede ser aparente porque siempre hay los recuerdos, el regreso a visitar a los parientes, a la fiesta del pueblo. No puede hablarse de rompimiento total, de absorción total de la forma de vida del lugar que habitan.

Es importante reconocer que existe en ellos el conocimiento de que la tierra chiapaneca les corresponde. Que es india de origen y que recuperarla es parte fundamental de su futuro. Aunque pudiera visualizarse como un conflicto, en las regiones mayoritariamente mestizas a donde han llegado no generan ni sufren problemas importantes. Al contrario, existen organizaciones campesinas que no sólo los han aceptado sino valorado, y han encontrado que existe en común un apego a la tierra no fácilmente entendible para los urbanos.

Un campesino originario de La Concordia, Amadeo González Ruiz, afirma: "para nosotros la tierra no tiene precio, porque en ella está la vida de nuestros abuelos y nuestros padres, muchos dieron su vida por conseguirla, pelearon con los patrones con el ejército, y hasta con campesinos que se oponían a ser libres. No queremos ser otra vez mozos, no queremos ser empleados, queremos seguir siendo libres, aunque pobres".

Miguel Díaz Santis, un indio que tiene cinco años habitando este mismo pueblo y considera un triunfo haber conseguido un pedacito de tierra para sembrar para él mismo, pese a tener que trabajar con el propietario y complementar sus ingresos, dice: "Yo soy de San Andrés, me vine aquí en 1990, porque allá no tenía tierra, y me buscaron para trabajar aquí en la pizca de maíz. Primero sólo veníamos en temporadas pero después me junté con solicitantes de tierras de aquí de La Concordia que también trabajan en la pizca y nos dieron estas tierritas, y me quedé con mi familia, nos tratan bien, igual que ellos somos igual de pobres. La tierra para nosotros es muy importante. Allá en San Andrés están mis muertos, allá está mi iglesia y quisiera estar allá, pero no se puede, no hay tierra, pero vamos a la fiesta, a la iglesia; la tierra es de nosotros los indígenas pero también de los campesinos que viven aquí, por eso no queremos quitárselo a ellos. Podemos estar todos".

La tierra y la visión que se tiene de ella es tema de discusión, no sólo entre las diversas organizaciones campesinas sino entre intelectuales, académicos, funcionarios y entre quienes hacen planes de desarrollo. Muchos afirman que la lucha por la tierra no es un problema, que es un discurso político. Sin embargo, entre más se conoce la vida de los indios y campesinos, más claro está que precisamente la posesión de ella es el punto básico de la problemática chiapaneca. Esto es explicado por la visión tan diferente del mundo que se tiene.

Unos consideran que la tierra es un medio de producción y que al no ser productiva o al no poderla hacer producir, no tiene ningún valor, que hay que dársela a quién pueda hacerla producir.

Pero para lo indios y campesinos la tierra es igual a libertad, a igualdad; poseerla o recuperarla es recuperar su vida, es tener un pasado y un futuro. Por ello desprecian ofertas de compra de tierra, o empleos "bien pagados", o la migración al norte como opción. Por ello los indios y campesinos chiapanecos han sido lo últimos en irse, sólo orillados por la desesperación. Por ello han preferido enfrentarse al gobierno con el riesgo de perder la vida, porque como muchos afirman "es mejor morir que dejar nuestra tierra". En Chiapas la lucha por la tierra y el territorio ha sido constante a veces silenciosa y muchas otras violenta, pero efectiva y poco comprendida.
  

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Acuarela de Leticia Ruifernández, Oaxaca, Oax,


Mapas elaborados por los autores con la colaboración de Michael Fuller



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