La Jornada Semanal,   domingo 18 de agosto del 2002        núm. 389
Arturo Jiménez

Tomaz Pandur en el universo dantesco

Arturo Jiménez estuvo recientemente en Colombia, donde se dio cita una cantidad importante de dramaturgos, actores, directores y teatreros de todas las corrientes posibles. Allí conversó con Tomaz Pandur, destacado buscador de “la sede del alma humana” El Infierno, el Purgatorio y el Paraíso dantescos, revisitados por Pandur, son, entre otros, los temas de los que nuestro colaborador conversó con este creador escénico.

Habría que imaginar al director de teatro Tomaz Pandur en busca de "la sede del alma humana". Habría que verlo sumergido en la Divina Comedia, de Dante Alighieri, en la Biblia y en otras muchas fuentes, como los Libros de los muertos de diferentes culturas antiguas.

Pero sobre todo habría que compartir su sorpresa cuando descubrió que esa "sede" no sólo se ubica en el Infierno, sino también en el Purgatorio y en el Paraíso. "Estos tres aspectos tienen los mismos cimientos", sostiene.

Sin embargo, el más importante hallazgo de este esloveno "vuelto a nacer" en Alemania fue otro: "Infierno, Purgatorio y Paraíso no son lugares, sino estados de la mente. Ese fue el camino que empezamos a seguir."

Durante el octavo Festival Iberoamericano de Teatro de Bogotá, Pandur participó con Infierno, el libro del alma, para muchos la mejor puesta de esa muestra. La obra, llevada a la capital colombiana por la legendaria compañía alemana Thalia Theater, forma parte de una trilogía completada por Purgatorio y Paraíso, ambas recientemente estrenadas en Europa.

En Bogotá Pandur dio conferencias e hizo declaraciones a la prensa, incluida La Jornada. A continuación, una síntesis de los planteamientos de este director sobre Infierno, el libro del alma, de los cuales también se desprenden referencias sobre las otras dos puestas.

De entrada, Pandur aclara que su trilogía, antes que una "versión" del mundo dantesco, toma a éste de plataforma para lanzarse a la búsqueda de otros derroteros, más allá de la cosmogonía cristiana del Renacimiento o de la concepción bien versus mal.

De este modo, la "desconstrucción" de la Divina Comedia como texto base implicó un exhaustivo proceso de búsquedas, hallazgos y depuración. Funcionó para el director y sus actores más bien a la manera de un mapa. "Fue algo así como una guía turística para el mundo de los muertos, pues se decía que Dante era el único que había bajado al Infierno y había vuelto al mundo de los vivos", dice.

Pone algunos ejemplos que ilustran las diferencias. Uno, mientras para Dante no había duda de que en el Infierno él se movía en la oscuridad, para Pandur ese lugar se reveló en muchos sentidos como algo "luminoso". Otro: "El motivo principal por el cual Dante escribió la Divina Comedia fue por venganza, razón ajena a mí para retomar esta obra."

Y Pandur recuerda que Dante fue expulsado de su amada ciudad natal, Florencia, y que nunca pudo regresar a ella. "En el exilio escribió su obra para señalar muy claramente a las personas y políticos que lo habían perjudicado a él y a otros."

UN INFIERNO DE AGUA Y ALUMINIO

Cinco acotaciones sobre la puesta de Infierno, el libro del alma en el Teatro Jorge Eliécer Gaitán durante el festival bogotano. Uno, que las cuatro funciones se convirtieron en un fenómeno de asistencia masiva de un público colombiano de por sí interesado en el teatro, por lo cual muchos espectadores se quedaron sin presenciarla.

Dos, que la mayoría de la crítica la ubicó como la mejor obra del festival, por encima de la francesa Le costume, dirigida por el alemán Peter Brook, y de la suiza ¡Ay! Quijote, puesta por el colombiano Omar Porras. Quizá su mayor rival sería la rusa Boris Godunov, dirigida por el inglés Declan Donellan, quien se valió de dieciocho actores estrellas de los principales teatros de Moscú para montar esta obra clásica de Alexander Pushkin.

Tres, que otro acierto fue la música del bosnio Goran Brecovic, compositor de los filmes de Emir Kusturica: un ensamble de tuba, chelo y percusiones en interacción con un coro sacro a fin de crear una fusión de música balcánica étnica y ritmos contemporáneos.

Cuatro, que tal vez su logro más sobresaliente sea el escenográfico: un espacio cilíndrico y semicircular con altas paredes de aluminio, tres niveles a manera de pasillos y puertas corredizas para la entrada y salida de los personajes, los cuales aparecen semidesnudos, con capas negras y subiendo o bajando por escaleras móviles.

Abajo, al nivel del piso, un literal "infierno de agua": una alberca-chapoteadero que permite la flotación horizontal de los personajes y hasta de una pequeña góndola veneciana, los cuales además entran o salen por un túnel insondable. En suma, la idea medieval del averno fusionada con recursos contemporáneos.

Y cinco, que fue conmovedor observar al Dante-personaje contado en una historia y en un Infierno lejanos a los suyos. Un Dante interactuando con su amada Beatriz y acompañado por el filósofo Virgilio. Un Dante atormentado, más que por un deseo de venganza, por un drama existencial y creativo.

UN VIAJE DEL TEMOR AL AMOR

Cuenta Tomaz Pandur: "Al desconstruir el texto de Dante para encontrar respuestas emocionales básicas, descubrimos que en el Infierno era el temor con todas sus categorías, del cual se desprende lo que vivimos en el mundo actual. De ahí nos movimos hacia el amor como algo opuesto a ese temor. Por eso es posible observar en Infierno, el libro del alma cómo se integran esas dobles fuerzas emocionales."

Durante el proceso de descenso al fondo del Infierno, el alma, o el mismo Dante, experimentan todas las variantes del mal. "Esa estructura en la Divina Comedia nos sirvió de esqueleto para poder plantear nuestra dramaturgia. A medida que íbamos bajando cada vez más profundo, más nos acercábamos a lo que eran las zonas de guerra. Y esa era la oportunidad de decir algo acerca de la guerra misma. Por eso es que el Infierno que presento ahora es tan diferente al Infierno que presenté hace ocho años. Y por eso es que el actual tiene esa especie de sabor tan balcánico." Pandur habla en referencia a otro montaje también basado en la Divina Comedia y realizado en su país, Eslovenia, antes de los conflictos que desintegraron a Yugoslavia.

Dice que si en el futuro le tocara escenificar por tercera vez el Infierno resultaría algo también distinto. "El teatro es un pensamiento en movimiento. Y nosotros lo que necesitamos es alcanzar la velocidad adecuada y no dejar que se nos escape. Siempre vivimos corriendo detrás de él."

Retoma: "No hay palabras para describir la guerra que vivimos en los Balcanes. Es una manifestación de las locuras más puras. Y es asimismo una manifestación de la respuesta emocional que buscaba yo para Infierno, el libro del alma. Y por eso también es que esta es la pieza de la trilogía que sigue con más fidelidad la estructura básica planteada por Dante."

Infierno, el libro del alma fue una búsqueda de lo que podría denominarse una "experiencia teatral total", dice Pandur. "Y el dirigirme por el camino hacia el Paraíso fue para mí como buscar la esencia de ese teatro total. Al ir recorriendo ese camino uno va eliminando todas las cosas superfluas y lo que representan como simples convenciones teatrales."

EL PARAÍSO ES LA LUZ

Por eso, en Purgatorio Pandur y su equipo "lavaron" muchos diálogos y monólogos en un proceso de eliminación y de síntesis. "Y en Paraíso nos las tenemos que ver únicamente con un par de pensamientos. En Paraíso hay silencio, no hay música, es la luz. Nada hay en Paraíso de lo que a uno podría parecerle una experiencia teatral en realidad. Para mí como director fue una manera de salirme del teatro.

"Paraíso es la conclusión de la trilogía. Hablando desde el punto de vista de Dante, por ejemplo, es la espera del amor puro, de la libertad completa de la voluntad y de la luz eterna. Cada una de las partes de la trilogía son muy diferentes, como son distintos los motivos que las sostienen."

Prosigue Pandur: "Desde el punto de vista teatral Infierno es una parte muy barroca. Allí encontramos una cantidad muy grande de emociones posibles. Y la limpieza que se hace en Purgatorio ocurre tanto en el aspecto metafórico como en el concreto, porque el viaje en el que se encuentra Dante es un viaje hacia sí mismo."

Así, ya en Paraíso, una de las frases que se encuentran es "yo soy". "Ese estado en el cual alguien es capaz de decir ‘yo soy’ en una forma tan concreta, profunda y con conocimiento de causa, es el que estaba buscando."

Para dar otra muestra de la unidad y diversidad de la trilogía, Pandur regresa al aspecto de la música, la cual además cuenta una historia "muy suya" en las tres obras. "Purgatorio es mucho más musical que el propio Infierno. Prácticamente está basada en la música e incluso su título completo es Purgatorio, una anatomía de la melancolía. Mientras, en Paraíso no hay música del todo y sólo encontramos los sonidos."

Concluye: "Paraíso es una consecuencia lógica de Infierno. Todo esto es en realidad un círculo, un círculo eterno. Las preguntas que uno se plantea en Infierno tienen sus respuestas o bien en Purgatorio o bien en Paraíso.

"Todo esto es una manera de concebir y de pensar el mundo como un todo y de no dividir las cosas entre buenas y malas. La trilogía, cuando uno la lee y la experimenta completa, acaba sintetizándola así: el Infierno es un principio masculino, el Purgatorio un principio femenino y el Paraíso, el Espíritu Santo." •