Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Domingo 11 de agosto de 2002
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Cultura
REPORTAJE

PATRIMONIOS DE LA HUMANIDAD

En Campeche buscan atraer a un turismo especializado

Las autoridades se oponen a visitantes tipo spring breakers

La ciudad de Campeche y el asentamiento de Calakmul fueron declarados Patrimonio de la Humanidad con apenas tres años de diferencia (1999 y 2002, respectivamente). Son dos tipos de población: en la capital, el campechano tradicional; en torno de la reserva, el inmigrante de los setenta. En el caso de la primera, la declaratoria reforzó la identidad, con algunas consecuencias turísticas; mientras en la segunda se vislumbran factores complejos debido a la decisión de la UNESCO. En ambos casos, sin embargo, se trata de la ubicación en el mapa de un estado normalmente abusado por vecinos y visitantes, como si se tratara de una revancha histórica por la explotación del chicle, las maderas preciosas y más recientemente el petróleo

RENATO RAVELO ENVIADO

Campeche, Camp., 10 de agosto. Hasta hace cinco años en Campeche no había una Secretaría de Turismo. Era una oficina menor, con un presupuesto que no rebasaba el millón 200 mil pesos. En la capital del estado se carecía de agencias para rentar autos. Sin embargo, la remodelación de su Centro Histórico y una fuerte campaña motivaron que la ciudad fuera declarada Patrimonio de la Humanidad. A dos años de que Campeche fuera incluida en la lista de la UNESCO, la capital aún aspira atraer a un turismo que no la dañe. Anualmente 800 mil personas visitan Campeche, la mayoría extranjeros.

Los campechanos temen escenas de spring breakers, los estudiantes estadunidenses que se revientan en Cancún: ''queremos fomentar un turismo especializado que oscile entre 30 y 60 años'', comenta Ricardo Rodríguez Dives, titular de Turismo, cuyo presupuesto ahora supera los 35 millones de pesos.

La ciudad apenas suma un par de hoteles más y la renta de autos sigue siendo un problema (Campeche cuenta con 700 taxis), pero Rodríguez asegura: ''de 1997 a 2000 la afluencia extranjera en el país decreció. Nuestros vecinos (Yucatán y Quintana Roo) vieron caer sus cifras entre 10 y 12 por ciento. Campeche despegó, somos el atractivo nuevo, si bien el turismo nacional no nos favorece del todo, porque es muy volátil; el estado es castigado por los precios de tarifas aéreas, y sigue siendo un punto de paso''.

El recuerdo de hace un par de años es el de un Centro de Campeche con sus calles vacías, como si la gente se hubiera tomado muy en serio el rescate, y no quisiera afectar, visual o físicamente, ese cuadro de casas pintadas con vivos colores a los que el sol les daba un aire atemporal, casi de abandono.

Ahora los campechanos recuperaron su Centro. Le perdieron respeto a ese estricto criterio, que en un momento se impuso, lleno de negativas y prohibiciones destinadas a uniformar lo mismo los señalamientos que los rótulos de los negocios. El Centro de la ciudad ahora luce más vivo.

Uno de los gestores de este impulso es Carlos Vidal, director del Centro INAH, para quien la principal repercusión de la declaratoria se da en el ánimo del campechano, ''que con este reconocimiento se siente orgulloso; ellos no quieren las grandes cantidades de dinero, hacerse ricos de la noche a la mañana. Hay la oportunidad de hacer un impulso ordenado, con reglas para todos. Otra cosa importante es que la gente está regresando a habitar el Centro de su ciudad''.

Tesoro escondido

Los gringos no vienen aquí, explica con orgullo el secretario de Turismo: ''90 por ciento de los visitantes son europeos. Vienen de Alemania, de Francia, de Inglaterra. Somos una de las ciudades más visitadas por los alemanes: de los 290 mil que vienen a México al año, 57 mil lo hacen a Campeche, y tome en cuenta que aquí tenemos una ocupación posible de 900 cuartos, contra los 47 mil que tiene Cancún''.

Para Rodríguez esto es signo de que la oferta de la entidad es ''netamente cultural; nos visita un turista culto que adquiere servicios, no es nocivo, se ha complementado muy bien con el espíritu tradicional del campechano''.

Según el funcionario, ''el reconocimiento de la UNESCO a la ciudad de Campeche es un reconocimiento a los campechanos, un factor de identidad que nos ha puesto en los mapas turísticos para generar actividades culturales, que nos llena de mayor responsabilidad. No hay campechano que no sepa que la ciudad es patrimonio''.

Los datos del Centro INAH lo confirman. Esa oficina edita un suplemento semanal, Farnesio, con 228 números, que había sido acordado con las autoridades de un periódico local. A partir de la declaratoria, la oficina coordinada por Marilyn Domínguez y Carlos Hernández prepara además Xoch. Cuéntame una historia, con 37 números; Apuntes arqueológicos e históricos, con 45, y Radiografía cultural, con 165, en tres distintos medios que solicitaron tener semanalmente algo sobre los temas de moda en Campeche.

Rodríguez Dives, señala: ''Campeche es una de las cinco ciudades con mayor crecimiento en cuanto a rescate de las edificaciones históricas, así como de tradiciones y costumbres. En la actualidad tenemos un promedio anual de 800 mil visitantes, que pasaron de una estancia de 1.2 a 1.8 días''.

Respecto del avión, es más barato ir a Las Vegas o a Los Angeles que a Campeche. Sin embargo, el estado ha invertido en ese turismo culto. En la actualidad todos los sitios abiertos al público cuentan con una carretera de acceso y un parador turístico, ya que 90 por ciento de sus visitantes llega por tierra.

Para este verano se preparan cursos piloto con adultos y niños de entre 8 y 12 años, para instruirlos como anfitriones durante el periodo vacacional; que sepan idiomas y ecoturismo. Mientras, las autoridades promueven la entidad en ferias especializadas, de Europa sobre todo, con el lema ''El tesoro escondido de México''. Temeraria frase, si por esa histórica desconfianza del campechano quedara como epitafio a otra alternativa de desarrollo truncada en la práctica.

Un despunte en veremos

El arqueólogo Ramón Carrasco explica algunos elementos de la cosmogonía maya: ''para ellos lo bueno no estaba en el cielo y descendía, sino que venía de la tierra'', y la zona arqueológica de Calakmul, enclavada en frondoso verdor que la hace invisible a una sola vista, da testimonio de ello. Si bien ahora el terreno ya no es tan propicio como en la antigüedad, en ninguna otra ciudad maya se tienen vestigios de tantos periodos.

Carrasco señala la pirámide que lo demuestra, y explica qué trazo depende de cada etapa. Un mono araña se cuelga de uno de los árboles adjuntos, mientras un saraguato, integrante de las cuatro familias de primates que habitan el lugar, ruge fuerte, opacando las palabras del arqueólogo que llegó a la zona a finales de 1993, cuando Calakmul se coló a los llamados Proyectos Especiales. Esta zona de Campeche es de hecho el único aún vigente de esos impulsos a la arqueología que se dieron durante el gobierno de Carlos Salinas de Gortari.

En Calakmul, como en ninguna otra zona, hay árboles. Eso le han criticado a Carrasco, quien se defiende argumentando que ''sería poco congruente que se tumbaran los árboles si estamos en una amplia zona declarada como reserva ecológica''.

La zona ocupa a cuatro arqueólogos, cinco restauradores, seis maestros albañiles, 24 auxiliares y dos choferes. Hay trabajo para todos. Mientras los restauradores trabajan en el friso espectacular que será uno de los principales atractivos a finales de año, los arqueólogos estudian datos de algunas de las cinco acrópolis que rodean la plaza principal: ''estamos encontrando datos que nos podrían indicar, al no existir restos de chozas de palma, que los habitantes tenían posiblemente un sentido más comunitario'', dice Carrasco, y luego señala: ''ahí pensamos que había una escalera, pero no encontramos nada que lo confirmara, por lo que decidimos no inventarla''.

A él lo acompañan desde hace tres años Omar Rodríguez y Agustín Anaya; de forma más reciente se integró Marinés Colón. Cuando a ésta se le pregunta frente a ellos si alguna vez, en estos nueve años, ha sentido algo místico, primero contesta: ''no, simplemente satisfacción'', aunque luego abunda: ''cuando buscábamos indicios de Garra de Jaguar, al pasar la brocha apareció el ojo; sientes que te ven desde el pasado''.

La declaratoria de la UNESCO, opina Rodríguez, no tiene en la región la repercusión que tuvo la declaratoria de Campeche: ''aquí vinieron a laborar en los setenta; los trabajadores que tenemos son hijos de ellos, y si bien no creo que valoren en su dimensión qué es una declaratoria, sienten que es importante''.

El secretario de Turismo explica que hay planes para la zona: ''significará la construcción de otro acueducto. Programaremos en los próximos meses alternativas para los habitantes de la región, con hoteles de 100 habitaciones y servicios, en previsión de un incremento del número de visitantes. Consideramos que ellos ya son campechanos, aunque tengan costumbres diferentes, y que tendrán un alto grado de conciencia de que es mejor ver la cultura maya como una fuente de empleo''.

Carrasco, quien no es muy afecto a la expectativa de grandes flujos de visitantes, asegura que a esta zona viene un promedio de 50 visitantes mensuales, cantidad reducida debido a los 60 kilómetros que se deben recorrer desde el inicio de la reserva ecológica, porque técnicamente no hay ningún servicio de guías o de estancia, salvo unos sanitarios ecológicos con aserrín. De los dos hoteles cercanos, uno está casi abandonado y el otro tiene precios prohibitivos.

Carlos Vidal, por su parte, asegura que en 1995 había mil 200 visitantes al año, que para 2001 ya se habían incrementado a 11 mil 995, y que este año esperan llegar a los 15 mil, la mayoría de los cuales llega en autobuses que llevan sus propios guías.

Al respecto, se le pregunta a Carrasco sobre las presiones de la actual administración para abrir más la zona, pues se han destinado recursos y está por terminar el periodo de gobierno: ''a nivel gobierno te pueden insinuar, pero hay argumentos para los tiempos de trabajo. Teníamos planeado desde el principio que la intervención fuera de siete meses y dejar abierto al público el friso. Creo que les interesaría más que termináramos con una publicación sobre el sitio, con elementos para la difusión y de carácter científico''.

Todas las estructuras en Calakmul tienen número, con excepción de una, conocida como la de Lundell, quien fue de los primeros en llegar en la era moderna a la zona, enviado por industriales del chicle, explica Agustin Anaya, ''y tuvo la ocurrencia de grabar su nombre en una pared. Su ejemplo ha sido seguido por visitantes que ponen sus nombres o palabras''.

Uno de ellos puso love con esas letras sicodélicas de los setenta, como un monumento al mal gusto. Sean 50 o sean 15 mil, este tipo de turistas son los que seguramente descartan los campechanos, al pensar, orgullosos, que ya tienen dos sitios declarados Patrimonio de la Humanidad.

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