Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Sábado 3 de agosto de 2002
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Espectáculos
''Está en mi memoria por dos actuaciones memorables''

Cobo fue un hombre que tuvo buena y mala suerte: Monsiváis

ANGEL VARGAS
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La encarnación "del mal en estado puro" en su papel de El Jaibo en Los olvidados, de Luis Buñuel, marcó para siempre al actor Roberto Cobo, como también lo hizo sin duda su personificación de La Manuela y el beso apasionado que como tal logró arrancar al mal macho recalcitrante interpretado por Gonzalo Vega en El lugar sin límites, de Arturo Ripstein.

Para la memoria cinéfila de Carlos Monsiváis, como para la de muchas otras personas, El Calambres permanece gracias a esas "dos actuaciones memorables y eso, siempre, es agradecible y suficiente".

Según el escritor y cronista, Roberto Cobo fue un hombre de buena y mala suerte, que lo mismo saltó a la fama por circunstancias fortuitas y se salvó de puro milagro en el terremoto de 1985, que deambuló sin rumbo por provincia durante largo tiempo y participó en películas de poca relevancia.
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Con motivo del fallecimiento del actor, Monsiváis señaló anoche: "Roberto Cobo fue un excelente bailarín, de esos chicos del coro del teatro Lírico y del Teatro Margo, que de repente, por una suerte del casting, resultó elegido para el papel de El Jaibo en Los olvidados, lo que definitivamente lo marcó. El Jaibo es la presencia de la falta de escrúpulos, casi del mal en estado puro, aunque ni Buñuel ni sus argumentistas creyesen posible el mal en estado puro; es un resultado de la pobreza y de la venganza sobre los pobres.

"Desdichadamente, Cobo no tuvo durante años una oportunidad semejante, y vagó en provincia y en películas de nombre piadosamente olvidado. Su condición gay, en una etapa muy homófoba de la industria del cine, limitaba aún mas sus posibilidades. Arturo Ripstein con indudable acierto lo escogió para el rol de La Manuela en El lugar sin límites, y la carrera de Cobo renació. Su interpretación travesti de La leyenda del beso es notable, como es notable su actuación durante el crimen de odio que perpetra el personaje de Gonzalo Vega.

"Cobo tuvo buena y mala suerte. Se salvó de milagro en el terremoto de 1985, al derrumbarse su edificio en Tlatelolco. Entre cascajos y cojeando abandonó el lugar. Luego participó en películas interesantes como Dulces compañías, de Oscar Blancarte, en el papel de un gay acosado y también víctima de un crimen de odio, y en obras de teatro y en películas sin la relevancia necesaria. En mi memoria de cinéfilo permanece gracias a dos actuaciones memorables y eso, siempre, es agradecible y suficiente".

Las cenizas de Roberto Cobo, según trascendió, serán llevadas a Acapulco, para cumplir así su deseo de descansar en el puerto.

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