Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Domingo 28 de julio de 2002
  Primera y Contraportada
  Editorial
  Opinión
  Correo Ilustrado
  Política
  Economía
  Cultura
  Espectáculos
  CineGuía
  Estados
  Capital
  Mundo
  Sociedad y Justicia
  Deportes
  Lunes en la Ciencia
  Suplementos
  Perfiles
  Fotografía
  Cartones
  Fotos del Día
  Librería   
  La Jornada de Oriente
  La Jornada Morelos
  Correo Electrónico
  Búsquedas
  >

Espectáculos
Hoy, últimas presentaciones de su corta temporada

En el Blanquita, baile chúntaro, regio, en uno de los conciertos de Celso Piña

ARTURO CRUZ BARCENAS

Al final del segundo concierto de Celso Piña en el teatro Blanquita, una señora de unos 40 años pedía al músico que no cambie, "sigue así, de sencillote". Es difícil que el vallenatero regio deje de ser amigable, popular, auténtico. Sería cambiar su esencia, que ahora le ha dado fama, tras 21 años de darle duro y tupido "a mi acordeona".

El foro de Eje Central no se llenó. Hace rato que eso se ha alejado. Hay crisis, dicen los conocedores, pero eso no fue óbice para que El rebelde del acordeón le echara ganas al asunto. Superó el vacío y el mal sonido del teatro, del cual ya Alejandro Lora se ha quejado.

"Es para que vean que esto es en vivo, que no hay play-back", bromeó Celso, respecto de los ruidos, de los micrófonos sin sonido, ni volumen algunos. "Ahí les va una cumbia arenosa, para que aprecien la caja y la guacharacha". Aplausos. La gente no bailaba. "Bueno, aquí se viene a aprender". Y se soltaba Celso con introducciones. "¡Ya! La que sigue", le reclamaba un valedor en gayola.

La bandera de Colombia lucía en el fondo del escenario, como un telón permanente. Los nueve músicos del grupo de Celso, Ronda Bogotá, aplaudieron por el Club de Amigos del país sudamericano, presentes para bailar con el vallenato, "uno de los aires musicales" de la nación de Gabriel García Márquez.

"Ya se la canté a Britney y se quedó llorando"

Aunque no sea conmigo, de su disco Barrio Bravo, de la autoría de Chalo Díaz, fallecido hace dos años. "Ya se la canté a Britney y se quedó llorando". Ahora sigue Cumbia poder. Unos chavos piden permiso para subir al escenario y bailar. Lo hacen y el paso del águila, el del chemo, el del paño, como se inventaron en la Indepe, de Monterrey, entre cagua y cagua, se hacen presentes ahí, en terreno popular.

Es el modo de bailar chúntaro que ahora hasta los chavos clasemedieros y de más billelle se revientan en las discos muy acá, de pipa y guante, y cadena y no entras porque estás prieto. El paso del águila levanta polvo, pero no hay tos. Es una creación de los jóvenes regios cerreros, pobres y perseguidos, marco de campañas de las procus de Monterrey, que hasta han organizado concursos como Señorita banda, para cambiar los ánimos de los muchachos que sufren problemas como la desintegración familiar. Pura cumbia poder.

Complace Celso a sus fans, a sus familiares, a sus amigos. Canta Rosita la más bonita. De cada rola hay una historia. Le piden Macondo, que alguna vez también le solicitó Carlos Monsiváis en el café Brasil, en Monterrey. "¿Te la sabes, Celso?". "Cómo no". Continuó con Gitana. "No esa no, mejor Y nos dieron las diez, del maestro Joaquín Sabina, pero al estilo vallenato''. "¡Qué chido es ser libre!", grita Celso.

La concurrencia le aplaude El gavilán, "toda una institución musical en Coahuila". Piña no veía, por las luces, que había gente en los balcones. Corre a saludarlos. A todos. Le faltaban brazos para responder al afecto. De Julio de la O interpreta Si mañana, un son.

Se pone romántico con Como el viento, que trata de una relación en la que el amor vive, a pesar de los años: "te quiero, vieja".

Su acordeona se retuerce, se estira como oruga, bufa como búfalo. Sale ritmo y sabor. Vuelven los niños y jóvenes al escenario. Cumbia sobre el río, sobre el piso, sobre la lona. Entre los asientos bailan parejas. Se lanza con Cumbia de la paz, la rola sobre la utopía social lograda "con amor de cumbia".

Números Anteriores (Disponibles desde el 29 de marzo de 1996)
Día Mes Año