Ojarasca 63  julio de 2002

"Nuestros hijos de puta"

Una democracia imperial

  

Somoza puede ser un hijo de puta, pero es nuestro hijo de puta

Teodoro Roosevelt, antiguo presidente de Estados Unidos,
en referencia al dictador nicaragüense Anastasio Somoza.

Hay algo surrealista cuando George W. Bush se dirige al mundo clamando sobre "democracia", "libertad" y la construcción de un sistema "donde cada voto cuente" en la Cuba socialista. Existe un lugar en Estados Unidos, a 90 millas de Cuba, donde la proclamada "libertad" para participar en "una democracia donde cada voto cuenta" es una ilusión. Nosotros llamamos a ese lugar Florida. Dicho estado del sur profundo ahogó la "democracia" en la última jornada electoral, ya que utilizó sus fuerzas armadas estatales, un recuento computarizado intencionalmente defectuoso, y unos secretarios electorales parciales y obstructores que se dedicaron a suprimir, anular y atemorizar a los votantes afroamericanos, haitianos y liberales judíos a la hora de ejercer su "libertad" para votar.

A la luz de las acciones que realizó el gobernador Jeb Bush para asegurar que los votos fueran a George, el hermano mayor, existen sobradas razones para creer que se produjo un fraude electoral. La presente cabeza del imperio estadunidense está ahí a causa de las reglas no escritas de la sucesión dinástica de sangre, no por un sistema "donde cada voto cuenta". Ni al gobierno de Bush, ni a ninguna otra administración estadunidense, les ha importado nada la "democracia", en casa o en el extranjero.

Consideren, por ejemplo, algunos de los preeminentes "aliados" en la guerra declarada por Estados Unidos contra el terrorismo: Arabia Saudí, Kuwait, Pakistán, Jordania. ¿Existe alguna clase de democracia entre ellos? ¿Podemos esperar que el presidente demande "elecciones libres y abiertas", "libertad para los prisioneros políticos" o la creación de un sistema "donde cada voto cuente" en alguna de esas naciones? No lo creo. Porque esos países, gobernados por príncipes o por gobiernos militares, mantienen el flujo de petróleo hacia los depósitos estadunidenses, y donde quiera que haya una disyuntiva entre derechos humanos y petróleo, el petróleo siempre triunfa.

Cualquier estudioso serio de nuestra historia debe reconocer que la observación de Roosevelt acerca del dictador nicaragüense Somoza, podría ser repetida por cualquier presidente estadunidense hasta la fecha. No ha existido ningún dictador brutal en el mundo que no haya tenido el apoyo de los Estados Unidos, y que no sirviese a los intereses norteamericanos eliminando los movimientos nacionales democráticos, a fin de proteger los negocios de las empresas estadunidenses. Batista en Cuba, Pinochet en Chile, Fujimori en Perú (y su jefe de inteligencia y tortura adiestrado en Estados Unidos, Vladimiro Montesinos, quien a la vez era un señor de la droga), Mobutu en Zaire, Marcos en Filipinas, Trujillo en la República Dominicana, Botha en Sudáfrica.

Si se los mencionaran a Estados Unidos, estos podrían proclamar: Todos, en su momento, fueron "nuestros hijos de puta". "Libertad", "democracia", "elecciones libres y abiertas", son palabras que tienen poco significado para un imperio construido sobre bombas, balas y el terrorismo de la CIA. No es más que una democracia imperial.


 

Desde algún lugar de Pensylvania

Mumia Abu Jamal


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