Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Martes 9 de julio de 2002
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Política

Marco Rascón

Izquierda vs. segundo piso

ƑPrimero los coches? Como una necesidad de mínima coherencia con sus luchas y su visión de ciudad, la izquierda y los movimientos urbanos deben promover el no al segundo piso para el Periférico y Viaducto.

Basta repasar lo que dijeron a la prensa sectores progresistas en torno a esta propuesta, que data de los tiempos en que Manuel Camacho ocupaba la regencia del Distrito Federal, para constatar que había desde entonces una denuncia y una resistencia legítimas debido a la irracionalidad de esta obra.

Durante la campaña electoral de 2000 los candidatos del PRD dijeron de manera simplista que no harían obras "faraónicas" en remembranza de aquellas que fueron una contribución a la expansión de ciertos intereses económicos en la ciudad a favor de la industria automotriz y de la construcción, pero que desfavorecieron a otros, puesto que las obras acabaron con parques, camellones y miles de viviendas en renta.

En esa visión de ciudad de los contratistas no se beneficiaron ni siquiera los usuarios de automóvil, pues la contaminación afectó a casi todos por igual y les hizo perder miles de horas en embotellamientos, así como gastar miles de recursos en energía. ƑEs una esperanza, para la ciudad de la esperanza, seguir por el mismo camino?

La ciudad requiere muchas y grandes obras, así como inversiones para mejorar la calidad de vida y de trabajo de la mayoría de sus habitantes: transporte y sanitarios públicos, fomento a la producción y comercialización que fortalezcan la economía local y compitan con las grandes trasnacionales de los centros comerciales que monopolizan esta actividad y destruyen empleos y los mercados públicos. La ciudad requiere además obras que le proporcionen viabilidad ambiental e impidan catástrofes sea por falta de agua o inundaciones.

Desde el punto de vista de las prioridades, el segundo piso de Viaducto y Periférico sólo sería fundamental para aquellos que tienen una visión ultraconservadora y la ciudad capital les estorba. No nada más se trata de conectar a los consumidores de transportación aérea del poniente con el oriente, gris y populoso, sino que es una vieja aspiración política de los grupos de poder del estado de México, que siempre han querido conectar Toluca, su centro político, con el cinturón de municipios del oriente de la metrópoli, que cada vez tiende más a desarrollar una identidad política propia, que por ello mismo hay que controlar.

Basta recordar que la herradura política del estado de México sobre el Distrito Federal corresponde geográficamente a la estructura de regencia que prevaleció de 1928 a 1997, pues el presidente en turno no sólo tenía facultades para imponer al gobierno de la capital, sino también de acotarlo, administrándole vías de comunicación, el agua y la salida del drenaje por los municipios conurbados del estado de México.

Carlos Hank González y su grupo de poder impusieron desde su regencia la regla de que si ellos gobernaban el Distrito Federal gobernarían toda la metrópoli con una misma visión, por eso siempre fueron enemigos de la Asamblea Legislativa, del propio gobierno y de que se desarrollara una clase política local.

Desde los sismos de 1985 la disputa por una ciudad distinta a esos intereses oligárquicos se vistió de mil maneras y tuvo miles de protagonistas intelectuales, vecinales, de movimientos inquilinarios y ecologistas, lo que permitió ir rompiendo la vieja estructura hasta llegar a las reformas por un gobierno propio y el triunfo del PRD en la capital.

Por todo ello desconcierta la abrupta propuesta del segundo piso que traiciona la historia de cientos de movimientos, hoy paralizados por la confusión y porque el gobierno electo por ellos es quien promueve esta obra irracional. Es como un crímen perfecto: la izquierda hace lo que la derecha quiere sin ningún costo ni responsabilidad.

Hoy, deshojando la margarita de si sí o si no, se van a gastar más de 100 millones de pesos que mucha falta harían para otras obras antes que mejorar la vialidad interna.

El voto duro pro segundo piso pareciera unificar en un solo proyecto a la oligarquía y a los pobres, beneficiarios de las tarjetas de 635 pesos y otras bolsas de dinero, lo cual lleva a recordar la estrategia que impuso Carlos Salinas de Gortari con la alianza de ricos extremos y extrema pobreza en un proyecto antinacional.

Los vecinos directamente afectados y otros darán sus razones, pero se les impondrá el voto de más de medio millón de votos cautivos, beneficiarios de los programas del gobierno.

Aun así y contra el voto duro del gobierno y la burocracia perredista, la izquierda debe llamar a votar por el no, pues a nombre de ella y por su historia en la ciudad se ha hecho esta propuesta irracional que pretende ganarse con el plebiscito.

Costos adicionales se sumarán a la degradación y perversión del plebiscito, arma que levantaron la izquierda, los movimientos urbanos y la ciudadanía en la lucha por el gobierno propio, pero que hoy busca dirimir un proyecto sin justificación.

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