martes 2 de julio de 2002
La Jornada de Oriente publicación para Puebla y Tlaxcala México

 
Carpeta

Fox, reoxigenado

n Sergio Cortés Sánchez

A principios de este año, el presidente Vicente Fox estaba en terapia intensiva, ahora, al concluir el mundial de fútbol y en vísperas de la llegada papal, se le ve bien, mas no al nivel de hace 19 meses, cuando inició su gestión; pero sí como estaba hace un año: tres aceptaciones por un rechazo. Cuando hay problemas en las finanzas de los ciudadanos, se deteriora la imagen presidencial y a la inversa: en enero de este año sólo el 9 por ciento de los ciudadanos del municipio de Puebla consideraba que su situación económica era mejor que la del año anterior, cuatro meses después, era el 20 por ciento quien así lo consideraba; en enero, el 20 por ciento de los ciudadanos creía que dentro de un año estaría en mejor situación económica; en abril era ya el 35 por ciento. La situación económica no es de bonanza, pero o se percibe tan crítica como a principios de año.
Las recaídas de Vicente Fox no necesariamente corresponden a bajas en las preferencias hacia el PAN y mucho menos, en un repunte del PRI. Cuatro de cada cinco de los ciudadanos del municipio de Puebla que eligieron a Vicente Fox se asumen como antipriistas, y sería para ellos muy difícil volver al partido que financia sus campañas electorales con fondos de empresas públicas: el desencanto foxista no los convierte aún en conversos, sino más bien en abstencionistas. Hay razones para su desencanto: creían que iba a haber un cambio y que éste sería positivo; le tenían confianza al entonces candidato Fox y aspiraban a que pusiera en práctica sus propuestas: nada de eso sucedió: las finanzas públicas están en un nivel crítico, Fox vive entre mentiras y fantasías, y la conducta incluyente y tolerante ofrecida nunca ha llegado.
Uno de los milagros, el de Juan Diego, ya se dio. El otro, el del crecimiento económico y bienestar social no se vislumbra, como tampoco la imparcialidad en la procuración de justicia: los enriquecidos en sexenios anteriores continúan libres, y al parecer los foxistas no tratan de erradicar esas conductas, sino de imitarlas y superarlas a través del cabildeo y del litigio. A los incrédulos de las bondades del voto útil, que eran unos cuántos, se suman ahora los desencantados del foxismo y los incrédulos de siempre, constituyendo así la primera mayoría (la de los abstencionistas); la segunda corresponde a los panistas, y muy lejos se ubican los priistas del municipio de Puebla. El gobierno de Fox no ha sido lo esperado por sus electores, pero no hay certidumbre entre los poblanos de una mejor opción.